El Consejo de Seguridad de Naciones Unidas exigió hoy a la milicia chií libanesa Hezbolá que ponga en libertad a los dos soldados israelíes –Eldad Regev y Ehud Goldwasser– que el denominado Partido de Dios aún mantiene retenidos de forma inmediata y sin condiciones.
En una declaración de la Presidencia, el Consejo de Seguridad subrayó su preocupación por el hecho de que los soldados todavía estén en manos del movimiento islamista desde que fueron secuestrados a principios de julio de 2006 en la frontera norte entre Israel y Líbano y porque la milicia no ha dado muestras ni pruebas de que éstos siguen con vida.
Según se hace eco el rotativo israelí ‘Haaretz’, la declaración fue elaborada por Estados Unidos y Francia y publicada como la respuesta del Consejo de Seguridad al informe del secretario general de la ONU, Ban Ki Moon, sobre la aplicación de la resolución 1701 del Consejo que implantó un cese de hostilidades entre el Ejército israelí y Hezbolá y que puso fin a 32 días de conflicto armado que se desarrolló principalmente en el sur de Líbano entre ambos el verano pasado.
El texto, que fue adoptado por unanimidad de los 15 miembros del Consejo de Seguridad, expresa el apoyo del organismo a los esfuerzos de Ban de garantizar que la resolución sea totalmente aplicada, al tiempo que incide en su «gran preocupación» por el tráfico de armas en la frontera sirio-libanesa.
La declaración no achaca a ningún país la responsabilidad de este flujo armamentístico, sino que más bien apela a la obligación de todos los países «en particular de la región» de adoptar medidas que garanticen que el embargo de armas no sea violado, ni por Israel ni Líbano, lo que, a juicio de Ban, «constituye un impedimento esencial para el establecimiento de un alto el fuego permanente y una solución a largo plazo» que traiga la paz definitiva a Líbano.
Por otra parte, la declaración del Consejo supone también una respuesta al informe del pasado junio elaborado por un equipo nombrado por la ONU en el que reflejó la insuficiencia en el control de la frontera común de Siria y Líbano para impedir el flujo de armas y que recomendó al Ejecutivo libanés establecer una fuerza móvil para interceptar dicho flujo.
En este sentido, el Consejo de Seguridad dio la bienvenida a las propuestas del equipo y destacó su deseo de ver adoptadas sus recomendaciones, al tiempo que recalca la responsabilidad compartida entre Beirut y Damasco para controlar su frontera común, aludiendo a las declaraciones de Siria de que ha puesto en marcha medidas pertinentes y pidió «una cooperación transfronteriza reforzada para garantizar la seguridad en la frontera sirio-libanesa».
Asimismo, el Consejo de Seguridad reconoció su «gran preocupación» por las informaciones que aseguran que las milicias drusas, suníes, cristianas y chiíes están engrosando sus arsenales, así como por los recientes comentarios de Hezbolá sobre el hecho de que «retiene su capacidad militar para atacar cualquier parte de Israel», además de censurar que las Fuerzas Aéreas israelíes continúen sobrevolando el espacio aéreo libanés, en el sur del país.
La aprobación de la declaración ha tardado un mes en conseguirse, debido a las reservas expresadas por Qatar después de que su embajador ante la ONU tratara de modificar ciertos cambios en la declaración hasta el último momento.