Por Moshé Rozén*.
La recordación convocó a enorme público –principalmente de los sectores religiosos otodoxos- que acudieron a la explanada ubicada ante el Muro de los Lamentos (Kotel Hammaraví).
La jornada tiene un alto valor simbólico: representa el comienzo del milenario exilio del pueblo judío.
El primer templo (Bet Hamikdash Harishón) fue demolido por las huestes babilonias en el año 586 antes de la era cristiana y el segundo por el imperio romano en el año 70, sucesos acompañados de matanza, esclavitud y destierro.
En la actualidad, en muchas sinagogas y casas de altos estudios religiosos, se coloca el acento en la necesidad de evitar –o por lo menos moderar- conflictos internos en la trama civil y política de Israel: la memoria histórica judía vincula la caída de su centro espiritual al enfrentamiento entre fracciones disidentes, que posibilitaron en su momento la agresión de los imperios invasores.
En la tradición judaica, la fecha involucra otros hechos catastróficos como persecuciones y masacres de las que fueron víctimas los judíos con posterioridad a la destrucción del Templo.
En otro órden de cosas, cabe señalar que los acontecimientos registrados en los últimos días en el plano de la seguridad, motivan creciente preocupación en la prensa israelí: prosigue la tensión en el sur del país, luego del impacto de misiles disparados por la Yihad Islámica –desde Gaza- contra una escuela de Sderot y contra las instalaciones del Sapir Collage en el Neguev.
Por otro lado –en el ámbito gremial- la Central Obrera –Histadrut- respetando la celebración del nueve de Av, resolvió postergar una huelga general anunciada esta semana, medida de fuerza en apoyo a los trabajadores estatales que reclaman un incremento del diez por ciento en sus asignaciones salariales.
*Shaliaj de la Agencia Judía
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