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Por Jana Beris

Hezbollah, un peligro latente
Por Jana Beris

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La guerra que estalló hace exactamente un año entre Israel y la organización chiita Hezbollah, con base en el Líbano y apoyada por Irán, no fue la primera ni será la última.

En Israel, nadie duda de que habrá otras conflagraciones armadas. Las discusiones son respecto de «cuándo», aunque la sensación general es que no se trata de algo inmediato.

Más allá de los muertos (cerca de 1000 en el Líbano y unos 160 en Israel), de los destrozos materiales y las secuelas emocionales con que vive la población a ambos lados de la frontera, el peor resumen que se puede hacer hoy, un año después, es que el peligro no ha pasado.

Actualmente, hay una fuerza internacional en territorio libanés que en la práctica frena a Hezbollah, cuya meta es derrocar al premier libanés, Fouad Siniora, apoyado por Occidente. «Si lo logra, Hezbollah volverá a ser, como era antes de la guerra, el único que toma decisiones estratégicas, el único que decide qué pasará en la frontera con Israel», dijo a LA NACION Giora Eiland, ex director del Consejo de Seguridad Nacional de Israel.

«Si Hezbollah derroca al gobierno central, puede ordenar la salida de la fuerza y el peligro para Israel sería evidente», dijo, por su parte, Ely Karmon, experto del Instituto Internacional de Política contra el Terrorismo, que funciona en el Instituto Interdisciplinario Hertzlia.

El comandante de la Finul, la fuerza de paz de las Naciones Unidas en el Líbano, sostiene que no hay en el terreno ningún indicio de que vaya a estallar pronto una nueva guerra. «Estamos aquí para garantizar con firmeza que ello no suceda», declaró a la televisión israelí.

Por su parte, la población en el norte de Israel -sobre la que cayeron los misiles de Hezbollah durante la guerra- oscila entre una necesidad de «olvidar» lo sucedido y el temor a que se repita. «Esto dejó secuelas inevitables, tanto en la gente como en el paisaje», contó a LA NACION el doctor Oscar Embon, de origen argentino, que dirige el hospital Ziv de Safed, uno de los más activos durante la guerra.

«Todos los días, en el camino de casa al trabajo, veo las áreas de árboles incendiados por la caída de los cohetes. Aún hoy hay quienes se sobresaltan al escuchar una sirena…», afirmó. «Nosotros vivimos planificando de cara a la próxima guerra», dijo, a su vez, Raquel Werner, jefa de Enfermeras de Obstetricia y Neonatología en el hospital Carmel de Haifa.

En realidad, Israel siempre está preparado para lidiar con eventuales situaciones de crisis y la guerra con Hezbollah, aunque especialmente fuerte, fue una más de esas crisis. La gran pregunta es si es probable que estalle una nueva guerra en este momento.

Eiland lamentó que Israel haya perdido, con el conflicto con Hezbollah, su imagen de invencible. Y sostuvo que basta con que Siria crea que Israel es menos fuerte de lo que pensaba para que que se vuelva más probable un ataque.

«Esto no significa que vaya a estallar ahora una guerra, sino que ha aumentado su probabilidad para los próximos años», aclaró.

De todos modos, la guerra parece algo lejano si se recorren las zonas del norte de Israel afectadas hace un año. Los israelíes no suelen dejar las casas destruidas sino que en días, y a veces horas, después del impacto, comienzan a reparar todo para seguir adelante, a pesar de que tienen la certeza de que en algún momento estallará otro conflicto bélico.
LA NACION

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