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Una zanja en la Explanada de Al Aqsa genera airadas protestas de arqueólogos israelíes

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La Explanada de las Mezquinas de Jerusalén vuelve al epicentro de la discordia entre israelíes y palestinos a raíz de una zanja que el Wakf Islámico, organismo que supervisa los lugares santos musulmanes, ha cavado para instalar sus infraestructuras.

La zanja, que va desde el norte de la Explanada hasta la mezquita del Domo de la Roca, ha suscitado la indignación de un foro de arqueólogos israelíes que se dedican a la preservación de restos históricos en ese lugar sagrado para judíos y musulmanes, informa el diario Haaretz.

La zanja, que aún ha de ser ampliada para completar los trabajos, ha sido aprobada por la Policía israelí, pero el Comité de Prevención de arqueólogos sostiene que se están realizando sin supervisión. Ese comité denuncia el uso de un tractor para hacer «sin una supervisión arqueológica profesional y una documentación meticulosa» los trabajos.

La ley israelí exige que cualquier excavación en zonas sensibles desde el punto de vista arqueológico se emprenda bajo la supervisión de la Dirección de Antigüedades, organismo que ha declinado confirmar al diario si ha aprobado los trabajos en la Explanada.

En la Explanada de las Mezquitas de Jerusalén se halla el tercer santuario en jerarquía para el islám -la mezquita de Al-Aqsa-, mientras que los judíos ubican allí los restos de su bíblico templo.

De ahí que cada intento de excavar en la zona por alguna de las partes sea visto por la otra como un atentado a su historia, un intento de destruir pruebas arqueológicas que justifican sus reclamaciones al lugar.

En febrero, los trabajos preparatorios para la construcción por Israel de una nueva rampa de acceso desde la explanada del Muro de las Lamentaciones hasta la de las Mezquitas, dio lugar a una ola de protestas de la comunidad palestina, con ramificaciones en numerosos países árabes e islámicos.

Los trabajos fueron interrumpidos hasta que una delegación turca efectuara una inspección y presentara un informe sobre el daño que la nueva rampa podría causar a los cimientos de la mezquita de Al Aqsa o los restos islámicos en la zona.

La arqueóloga que dirige esos trabajos, Eilat Mazar, dijo ayer sobre la nueva zanja que las autoridades han decidido «mirar hacia otro lado», en una comparecencia ante los miembros del Comité de Prevención. El Wakf Islámico por su parte ha declinado hacer cualquier comentario sobre las obras en curso en la explanada.

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