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Mar Rojo, la violencia frena el proyecto

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Las partes en la discusión acordaron a finales del 2005 que realizarían un estudio sobre la factibilidad del acueducto, pero el análisis no comenzó. Israel se retiró de la mesa tras la victoria obtenida por Hamás en los comicios de enero del 2006, y por el ascenso de la milicia islámica al Gobierno palestino.

Pero Jordania insistió en revivir el proyecto, y se alcanzó un acuerdo para incluir a delegados palestinos afiliados con la facción moderada Al Fatá encabezada por el presidente Mahmud Abbas, para que participara en un comité supervisor del proyecto.

En diciembre del 2006 comenzó finalmente el estudio de factibilidad. Aproximadamente 60% de los 15,5 millones de dólares que costará la investigación fue aportado por Estados Unidos y otros donadores occidentales, y las tres partes en el programa buscan financiación para el resto.

El estudio tardará dos años en completarse, y luego comenzarían las obras en el acueducto de 1.000 millones de dólares, que correría sobre la frontera entre Jordania e Israel, una vez que se obtengan los fondos.

Junto con la obra, hay planes para construir una planta de 1.500 millones de dólares, a fin de desalinizar las aguas del Mar Rojo para su utilización por parte de Jordania, Israel y los palestinos.

‘El proyecto ‘Rojo-Muerto’ es muy significativo para Israel, porque el área circundante es escasa y en 10 ó 15 años se agotará ahí’, dijo Jacob Keidar, funcionario del Ministerio de Exteriores israelí, en una entrevista telefónica desde Jerusalén. La solución consistirá, forzosamente, en bombear agua potable.

Al-Alem, el ministro jordano, dijo que la reducción del Mar Muerto es ‘más catastrófica’ que la del Mar Aral en el centro de Asia. El Aral, que fue alguna vez el cuarto mar interior más grande del mundo, se ubica entre Uzbekistán y Kazajstán, y se ha reducido a una cuarta parte de su superficie en menos de medio siglo, como resultado de una decisión tomada en la era soviética, para desviar los ríos que desembocaban ahí, a fin de promover actividades agrícolas en esa zona árida del centro de Asia.

‘El Mar Muerto es un desastre peor que el del Aral, porque se reduce más rápido y el desastre que causaría es mayor para el ecosistema que lo rodea, la economía basada en sus minerales y el lugar como patrimonio cultural y religioso’, dijo al Alem.

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