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Discurso de Ehud Olmert ante la tumba de Ben Gurión

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Tres años atrás, Ehud Olmert, por entonces ministro de Industria, Comercio y Empleo y primer ministro alterno en el Gobierno de Ariel Sharón, eligió el mismo escenario de tiempo y lugar para explicar con claridad su credo favorable a la desconexión en forma unilateral. Ahora lo hizo para lanzar su invitación a los palestinos al diálogo y al acuerdo. Lo hizo cuando entraba en vigencia una muy frágil tregua, cuando se vislumbraba la posibilidad de un gobierno palestino de unidad, y cuando ya a todos resulta claro que ninguna de las partes cuenta con una solución militar a su problema. El discurso fue criticado por la derecha, en tanto que la izquierda prefiere juzgar los actos y no las declaraciones. Dada la importancia que ha cobrado, brindamos aquí el texto completo del discurso.

Tres años atrás pronuncié aquí un discurso en calidad de reemplazante del primer ministro de entonces, Ariel Sharón, y cité un pasaje del discurso de David Ben Gurión en el debate en la Knéset sobre los acuerdos de cese de fuego, en el cual decía:

«… Cuando la disyuntiva era la totalidad del territorio de Eretz Israel sin un estado judío, o un estado judío sin la totalidad del territorio, elegimos un estado judío sin la totalidad de Eretz Israel».

Esa histórica elección que hizo Ben Gurión en el final de la Guerra de Liberación fue dolorosa, pero valiente; desgarradora, pero realista. Territorios patrios queridos y añorados, cuna de nuestra historia, quedaron del otro lado de la frontera, pero al Estado de Israel se le aseguró una sólida mayoría judía.

Pasó el tiempo, la hostilidad y el terrorismo árabe engendraron otras guerras, y hace cuarenta años Israel estuvo una vez más frente al difícil dilema: muchos y buenos en Israel adherían al sueño de Eretz Israel indivisa.

David Ben Gurión, para entonces un estadista ya retirado, determinó que a cambio de una paz genuina Israel debiera renunciar a la gran mayoría de los territorios que conquistó en la Guerra de los Seis Días. Desde entonces hasta ahora corrió mucha agua, se fijaron hechos consumados en el terreno, se firmaron acuerdos, los escenarios regional e internacional cambiaron hasta lo irreconocible.

El sangrante conflicto con los palestinos no ha concluido. El principio de la fórmula bengurionista sigue vigente y es el que prevalece, con los cambios que se imponen, en la postura de los gobiernos de Israel y también en nuestra política de paz por estos días.

Ben Gurión extendió su mano de paz a los pueblos árabes ya en el momento del nacimiento mismo del Estado de Israel. Es cierto que no fue estrechada, pero tanto hoy como entonces la mano permaneció extendida. Yo extiendo mi mano de paz a nuestros vecinos palestinos, con la esperanza de que no quede sin ser estrechada.

Acerca del compromiso que pende sobre todo gobierno israelí de esforzarse para lograr la paz, Ben Gurión dijo las siguientes palabras, con las cuales me siento plenamente identificado: «Interpretaría como un gran pecado, no sólo para con nuestra generación sino también con las venideras, si no hiciéramos de nuestra parte todo lo posible para arribar a un entendimiento mutuo con nuestros vecinos árabes y si también las futuras generaciones pudieran llegar a acusar al gobierno de Israel de que desaprovechó alguna oportunidad de llegar a una paz».

Los días presentes no son fáciles para el Estado y para el pueblo de Israel. Precisamente en ellos, es natural que vengamos a este lugar, en el cual descansa el padre de nuestra renovada nación, para que nos inspire. Si pudiera asesorarme hoy con Ben Gurión, creo que me sugeriría decir lo que pienso decir a nuestros vecinos palestinos:

«Ustedes, pueblo palestino en el sur y en el este, en la Franja de Gaza, en Judea y Samaria, están en estos mismos días ante una encrucijada histórica. El terrorismo, la violencia, los asesinatos y los incesantes ataques a los ciudadanos del Estado de Israel pueden llevarnos a una nueva y dolorosa ola de terrible violencia.

El extremismo intransigente de vuestras organizaciones terroristas -Hamás, Yihad, Batallones de los Mártires de Al Aqsa y otras organizaciones- no los ha acercado al objetivo del que estoy convencido que muchos de ustedes anhelan: la creación de un Estado palestino que les asegure progreso y futuro y que conviva en buena vecindad al lado del Estado de Israel.

En vísperas de la toma de las decisiones que pueden conducirnos a una confrontación cada vez más dura, vengo hoy a proponerles, desde aquí, al lado de la tumba de David Ben Gurión, que transitemos por otro camino. Un camino que ofrece la posibilidad de un futuro diferente, para ustedes y también para nosotros.

Anteayer comenzamos a hacerlo. Iniciamos el camino que espero que nos conduzca a progresar y acercarnos al objetivo que todos queremos: la paz, la tranquilidad y la confianza mutua.

Estamos dispuestos y queremos transitar ese camino, y perseverar en él hasta llegar a la ansiada solución.

Si surgiera entre ustedes un nuevo gobierno que esté dispuesto a llevar a cabo los principios del Cuarteto, un gobierno que aplique la Hoja de Ruta y lleve a la liberación de Guilad Shalit, le propondría a Abu Mazen que nos encontráramos de inmediato para mantener un diálogo verdadero, abierto, sincero y serio entre nosotros.

En el marco del diálogo, y de acuerdo con la Hoja de Ruta, podrán crear un Estado palestino independiente, perdurable, con continuidad territorial en Judea y Samaria, un Estado que gozará de soberanía total y con fronteras definidas.

En ese marco se definirán las líneas limítrofes del Estado de Israel, en concordancia con lo expresado por el presidente (George W.) Bush en su carta al primer ministro Ariel Sharón del día 14 de abril de 2004: esos límites diferirán de los territorios que obran hoy en día en poder de Israel.

Yo entiendo la importancia que tiene para ustedes, en la sociedad palestina, el tema de los presos. Yo anuncio que con la liberación de Guilad Shalit sano y salvo y su reintegro a su marco familiar, el Gobierno de Israel estará dispuesto a liberar a muchos presos palestinos, incluidos quienes han sido sentenciados a largas condenas con el fin de acrecentar la mutua confianza y para demostrar que de verdad extendemos nuestra mano buscando una paz verdadera.

Lo dije antes del secuestro de Guilad Shalit y no cambié de idea. Sé que muchas familias palestinas esperan ese momento, en el cual retornen sus familiares a casa. Ese día puede estar muy cercano.

Creo que muchos de vosotros están cansados del terrible precio que pagan por el extremismo violento de las organizaciones terroristas que mandan en vuestras calles.

Creo que muchos de ustedes anhelan que abramos una nueva página en la sangrienta historia de nuestras relaciones.

El cese del terrorismo y de la violencia nos permitirá ofrecerles una larga serie de pasos que se llevarán a cabo en forma coordinada entre ambos, para aliviar las condiciones de la población palestina y mejorar su calidad de vida, tan perjudicada por nuestra necesidad de arbitrar los medios de defensa del terror que se activa desde vuestro lado.

Podemos ayudarlos a elaborar un programa de rehabilitación económica de la Franja de Gaza y territorios de Judea y Samaria. Podremos ayudarlos a construir zonas industriales en cooperación con la comunidad internacional, que crearán lugares de trabajo y de sustento digno sin que sigan dependiendo de la infraestructura de empleo en territorios de Israel.

Nos ayudarán a ello los países árabes vecinos que aspiran a una solución pacífica de nuestro conflicto, entre ellos el Reino de Jordania, Egipto, Arabia Saudita y los países del Golfo, respaldando nuestra negociación directa y brindando su propia experiencia.

Las voces que hemos escuchado de dichos países, acerca de la necesidad de reconocer al Estado de Israel y mantener con él relaciones normales, como por ejemplo algunas partes de la iniciativa de paz saudita, son positivas y tengo la intención de invertir esfuerzos para promover el vínculo con dichos países y fortalecer su apoyo a la negociación bilateral directa con los palestinos.

He asistido con admiración a los serios intentos de dichos países por llevar a un cese de la violencia en la región, y respeto su sincera voluntad de crear una nueva atmósfera entre ustedes y nosotros, con el fin de ayudar en la búsqueda de una solución al conflicto entre nosotros.

Las circunstancias internacionales que se han creado precisamente ahora, en este momento, permiten que tanto ustedes como nosotros demos un paso valiente que implica dolorosos compromisos, dejando atrás a los sueños que alimentaron el ethos nacional de ambos durante muchos años, para abrir un nuevo capítulo que tenga esperanzas de una vida mejor para todos nosotros.

Nosotros, el Estado de Israel, aceptaremos evacuar muchos territorios y asentamientos que levantamos en ellos. Es para nosotros una enorme dificultad hacerlo, es un trabajo hercúleo, pero seremos capaces de hacerlo a cambio de una paz verdadera.

Ustedes tienen que cesar la violencia y el terrorismo y el deseo de atacar a los ciudadanos del Estado de Israel en el sur, en el centro y en el norte, reconocer nuestro derecho a vivir en paz y con seguridad a vuestro lado y renunciar a la exigencia de concretar el derecho al retorno. Ese es un objetivo correcto, ese es un objetivo natural, ese es un objetivo factible.

Si manifiestan la decisión y la disciplina necesarias, nos encontrarán a nosotros bien dispuestos. El Estado de Israel es un país fuerte. No se dejen engañar por nuestras discusiones internas, nuestras rivalidades políticas y el clima de desasosiego que a veces presentamos.

En la lucha violenta, venceremos. Incluso si ésta se hiciera larga y exigiera muchas víctimas. Incluso si exigiera renunciar a comodidades y calidad de vida. El Estado de Israel ha demostrado su poder en el pasado y está dispuesto a demostrarlo también hoy. No nos pongan a prueba una vez más, lo que les ocasionaría a ustedes y a miles de víctimas una mayor destrucción y conduciría a la angustia y la desesperación.

No podemos cambiar el pasado, ni resucitar a las víctimas del conflicto a ambos lados de la frontera. Los dictados no ayudarán, y los intercambios de acusaciones no son sino juegos de palabras sin objetivo ni solución. No arreglaremos las cuentas históricas ni borraremos los resentimientos del pasado.

Todo lo que podemos hacer hoy es evitar nuevas tragedias y legar a la joven generación un horizonte claro y una esperanza de una vida distinta. Cambiemos el odio y el blandir de las espadas por el reconocimiento y el respeto mutuos, y por el diálogo directo.

Desde aquí, al borde del acantilado que asoma al panorama antiquísimo de Wadi Zin, el lugar que eligió David Ben Gurión para sí mismo y para su esposa Pola como eterno descanso, se hace oír con voz resuelta y clara el llamado del Estado de Israel a la paz. Ojalá que tenga esta vez una respuesta positiva.

Bendita sea la memoria de David y Pola Ben Gurión.
Aurora

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