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Gobierno rechazó un pedido de la ONU de enviar tropas al Líbano

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Walter Curia.-El Gobierno rechazó un pedido de las Naciones Unidas para que la Argentina integre la fuerza internacional encargada de hacer cumplir el frágil cese del fuego en el sur del Líbano. La decisión del presidente Kirchner fue informada anoche a Clarín por el vicecanciller Roberto García Moritán, después de una larga jornada de análisis en el más alto nivel del Gobierno. «Ya hemos respondido que no estamos en condiciones de participar de esa fuerza», dijo García Moritán a este diario. «Lo hicimos de inmediato, por los canales habituales de diálogo con las Naciones Unidas», dijo. Fuentes del Gobierno indicaron que Kirchner se inclinó desde el primer momento por el rechazo a la solicitud de la ONU dado «el delicado equilibrio del escenario en Oriente Medio». La Argentina participa actualmente en Haití y Chipre de dos misiones de mantenimiento de paz encabezadas por la ONU. Tiene desplegados en ambos destinos más de 750 efectivos. Ayer envió una misión de observadores a Sudán (ver página 4) El pedido de la ONU para actuar en Oriente Medio fue cursado el sábado en Nueva York, en el marco de una reunión del Departamento de Operaciones de Paz del organismo (DPKO, en sus siglas en inglés), y fue extendido a otras 19 naciones, entre ellas Brasil, principal socio estratégico de Argentina y con una fuerte comunidad en el Líbano. De ese encuentro en Nueva York participaron dos representantes de la misión argentina en la organización: el consejero Diego Demures y el agregado militar Osvaldo García. El lunes, la misión envió un cable a la Cancillería e informó al Ministerio de Defensa sobre el pedido. Así lo confirmó ante una consulta de este diario el embajador argentino ante la ONU, César Mayoral. El Consejo de Seguridad de la ONU aprobó el viernes por unanimidad la resolución 1071, impulsada por Francia y los Estados Unidos, que llama a un cese de fuego entre Israel y la milicia del Hezbollah en el Líbano. La medida entró en vigor el lunes a la mañana y significó una tregua para una guerra de 34 días que dejó más de 1.000 muertos, 1 , 4 m i l l ó n d e d e s p l a z a d o s y daños económicos en cerca de US$ 3.500 millones. La resolución dispone además el despliegue de fuerzas de las Naciones Unidas y del Ejército del Líbano, y el retiro de la Fuerza de Defensa israelíes en el sur de ese país. La ONU aspira a conformar en un período de tres meses una fuerza de unos 15.000 hombres para su tarea en ese delicado escenario. Es una cifra considerable, que demandará la contribuc i ó n d e u n b u e n n ú m e r o d e países de la organización. A la fuerza, que estará a cargo de un general francés ya habrían comprometido su participación Italia, Irlanda, España, Turquía, Indonesia y Malasia. uuu uuu Aunque el pedido cuenta con el indisimulable auspicio ­o presión­ de los Estados Unidos, hasta ayer no había definiciones entre los países latinoamericanos. Fuentes diplomáticas indicaron que Brasil analizaba ayer su respuesta. Trascendió que la voluntad del gobierno de Lula sería en favor de participar de la fuerza de mantenimiento de paz, según la nomenclatura. Sin embargo, esa decisión podría encontrar un difícil obstáculo en el Congreso. El Gobierno padeció ayer sus propias dificultades a la hora de transmitir su posición. Que, habrá que conceder, fue siempre contraria a participar de la expedición a Oriente Medio. La preocupación pareció centrada en el tenor de la respuesta. Fuentes del Gobierno consultadas por Clarín indicaron a primera hora del día que se «analizaba en el más alto nivel» la respuesta al pedido de la ONU. En el transcurso del día, la posición giró a la idea de un próximo rechazo, que se consumó finalmente a última hora en palabras del vicecanciller. Con el agregado de que la respuesta argentina ya había sido cursada a la organización por vías naturales. La posición de la Argentina responde a la desconfianza natural que despiertan en Kirchner la participación de soldados argentinos en zonas de alto riesgo. En 2003, recién asumido, el Presidente había mostrado escaso interés en que la Argentina contribuyera a la fuerza de paz en Haití, bajo órdenes brasileñas, hasta que fue convencido de la conveniencia de hacerlo. Difícilmente haya quien pueda cambiar su opinión sobre el delicado escenario de Oriente Medio. Ayer el Presidente dio una respuesta definitiva: «Al Líbano no quiero que vayan ni cascos blancos, ni azules ni negros». Cita de Garré por inteligencia La ministra de Defensa, Nilda Garré, afirmó ayer que «la idea central de este Gobierno es profundizar el control civil de los asuntos militares y, en esta perspectiva, construir una firme dirección de la institucionalidad política sobre los organismos de inteligencia castrense». Lo dijo tras reunirse, ayer por la mañana, con los integrantes de la Comisión Bicameral de Fiscalización de los Organismos y Actividades de Inteligencia para informarles acerca de las actividades de esa área en su jurisdicción. La reunión incluyó una exposición de Garré y también o t r a d e l s u b s e c r e t a r i o d e Asuntos Militares, Germán Montenegro. La información central estuvo a cargo de Carlos Aguilar, titular de la Dirección Nacional de Inteligencia Estratégica Militar. antecedentes Una contribución que disminuyó La imagen del helicóptero de la Fuerza Aérea que el 25 de julio trasladó al primer ministro libanés, Fouad Siniora, desde Beirut a Chipre cobró aquí una dimensión enorme que debe medirse en su contexto. El gesto de buena voluntad fue, en realidad, amplificado por la austera participación actual de la Argentina en las misiones internacionales de paz, que tuvieron su apogeo en la década del noventa. Hoy, las grandes participaciones de cascos azules se concentran en los casos de Haití y Chipre. Desde 1991, unos 13 mil efectivos, de las Fuerzas Armadas y de la Gendarmería, cumplieron tareas en el extranjero bajo misiones de la ONU. En tiempos del menemismo, y de una iniciativa internacional expansiva, se enviaron efectivos a El Salvador, Yugoslavia, Camboya, Ruanda, Haití, Croacia, Medio Oriente, Kuwait, Sahara Occidental, Eslavonia, Bosnia, Chipre y Kosovo. En cuanto al Líbano, en 1958 la Argentina participó de una misión con observadores. El envío masivo de tropas fue en 1991, llegando a superar los 2 mil hombres por año entre 1993 y 1995. En el `95 se creó el Centro de Entrenamiento Conjunto para Operaciones de Paz (Caecopaz), para capacitar personal militar. Tras la crisis económica y con e l e s c a s o e n t u s i a s m o q u e muestra el presidente Néstor Kirchner por ver a las tropas argentinas embarcadas en conflictos extranjeros, las misiones de paz se redujeron al máximo. La semana pasada, el Senado aprobó la permanencia de unos 450 efectivos que intervienen en la misión de paz de la ONU, en Haití, el mayor compromiso de paz en Latinoamérica de este país. La ley había sido aprobada por el Congreso en junio de 2004, tras un arduo debate en el que la oposición lanzó feroces críticas contra dicha misión. La lección del Golfo Fernando Gonzalez [email protected] Néstor Kirchner, como otros dirigentes argentinos, consideran que a la Argentina le basta con la lección de los dos atentados sufridos por el país en 1992 y en 1994. Primero fue contra la Embajada de Israel, con 22 muertos. Y después el ataque a la AMIA, con otros 86. Nunca habrá pruebas concluyentes para poder demostrarlo, pero el fantasma de la conexión entre los dos atentados y la participación de dos naves argentinas en la coalición que acompañó a George Bush padre a la guerra del Golfo en 1991 por iniciativa de Carlos Menem quedó instalada para siempre en la clase política argentina. Ni siquiera el hecho de que se trate de una fuerza de paz logró convencer al Presidente. Por eso no habrá cascos azules argentinos en el castigado sur del Líbano.

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