«Unimos nuestros esfuerzos a los de países influyentes en el mundo para que empujen a Israel a aplicar los acuerdos con los palestinos. Les dijimos que no habrá paz sin un Estado palestino independiente y es necesario establecer un calendario preciso para la implementación de ese Estado», dijo el monarca.
De todos modos, Abdalá II criticó a aquellos que «en medio de todos estos esfuerzos, llamaron a anular el tratado de paz jordano-israelí de 1994, a cerrar la embajada de Israel (en Ammán) y a expulsar al embajador».
«El tratado de paz es una garantía real para la protección de nuestros derechos, nuestros intereses y nuestras fronteras. También es una línea de defensa frente a las ideas expansionistas israelíes», agregó Abdalá II.
El rey jordano rechazó cualquier referencia a la «opción jordana», subrayando que su país «no sustituirá en ningún caso a la dirección palestina, no formará parte en la solución de la cuestión palestina y no hablará en nombre del pueblo palestino».