Aunque funcionarios argentinos consideraron posible una conexión iraní a comienzos de la investigación, Irán ha negado en reiteradas ocasiones tales cargos, y escasas pistas se han obtenido desde el atentado.
El ex jefe de gabinete de Menem, Alberto Kohan, negó las acusaciones indicando que habían sido formuladas con propósitos políticos.
«Cada agencia de inteligencia del mundo tiene vía libre en la Argentina para investigar el atentado», dijo Kohan a The New York Times. «Todos querríamos saber quien lo cometió».
Ochenta y cinco personas murieron y más de 200 resultaron heridas en el atentado del 18 de julio de 1994, cuando un vehículo cargado de explosivos destruyó la sede de la Asociación Mutual Israelita Argentina. Fue el segundo ataque de ese tipo. En marzo de 1992, otra explosión destruyó la embajada de Israel, matando a 28 personas. Dirigentes judíos han criticado a las autoridades por no capturar a los culpables.
Un desertor iraní que huyó a Alemania, e identificado como Abdolghassem Mesbahi, dijo en un testimonio secreto obtenido por The New York Times que la planificación del ataque contra la AMIA fue encabezado y supervisado por funcionarios de la inteligencia iraní y de su embajada en Buenos Aires.
Mesbahi alega que 10 millones de dólares fueron depositados por los iraníes en una cuenta bancaria de Menem «para formular declaraciones de que no había evidencias sobre la responsabilidad de Irán», dijo el diario.
En su testimonio dijo que Menem se benefició durante varios años de sus vínculos con funcionarios de la inteligencia iraní, indicó The New York Times. Las relaciones con Menem fueron cultivadas por los iraníes debido a su poder político, a sus ancestros musulmanes y a sus lazos con la pequeña pero influyente comunidad sirio-libanesa de Argentina, señala el matutino.
Fuente: AP y The New York Times
La Nacion