EFE.-El cambio de jefe de gobierno en Israel ha puesto contra las cuerdas al servicio secreto, que hace ya años reguló la normativa de que los escoltas del primer ministro deben de ser, sin excepción, más altos que él, a fin de garantizar su total cobertura en caso de un posible atentado.
Sin embargo, en los últimos años todos los primeros ministros israelíes, y en particular Sharón, no eran particularmente altos, regla en la que Olmert es la excepción con su 1,87 metros.
Los 16 agentes que custodiaban al anterior jefe de gobierno tenían todos una altura superior al 1,70 de Sharón, pero inferior a la de Olmert y por ello han tenido que ser sustituidos.
Los ‘bajos’ han pasado al llamado segundo círculo de seguridad y los ‘altos’ a su escolta más próxima, pero aún así, faltan agentes porque en estos momentos el Shabak debe custodiar a dos primeros ministros.
Otro de los problemas que acarrea Olmert es que vive en una calle estrecha unidireccional, que es cerrada cada vez que pasa por ella y en la que los vecinos no podían hasta ahora ni tirar la basura sin ser interrogados por los agentes.
Para resolver el problema de movimiento que causa a sus vecinos, el primer ministro sale de su casa todos los días antes de la siete de la mañana, mientras que la alcaldía ha colocado un nuevo contenedor de basura en un extremo de la calle, y hasta el que los vecinos deben desplazarse si no quieren ser interrogados.
Estos problemas logísticos se deben a que, a diferencia de sus predecesores, Olmert no reside en la residencia oficial reservada para el jefe del gobierno, que está aún ocupada por las pertenencias de Ariel Sharón.
Se cree que hasta las elecciones del 28 de marzo la residencia oficial seguirá a disposición de la familia de Sharón, a pesar de que está en coma.