El objetivo de las operaciones militares israelíes, que comenzaron esta madrugada en Jenín, Kalkilia y Naplusa, con la participación de efectivos de infantería mecanizada y del cuerpo de blindados apoyados por helicópteros, «es ponerle la mano encima a los terroristas antes de que lleguen al territorio israelí», explicó el portavoz de las Fuerzas Armadas, brigadier Ron Kitrey.
«En esencia, es lo mismo que venimos haciendo últimamente, noche tras noche» para detener a «los planificadores de los ataques terroristas» en localidades palestinas de Cisjordania, añadió Kitrey.
Por otra parte, la Policía Nacional israelí ha detenido hoy a 1.200 trabajadores palestinos ilegales, parte de los cuales fueron devueltos a sus lugares de origen en Cisjordania y un número indeterminado será juzgado, en una campaña emprendida hoy en todo el país.
También han sido detenidos 20 ciudadanos israelíes que ayudan habitualmente a estos obreros ilegales a entrar a trabajar en Israel. Todos los organismos de seguridad israelíes seguían hoy en estado de «alerta roja», especialmente en Jerusalén, tras el atentado cometido ayer por un integrista islámico de HAMAS, Mohamed al Ghul, quien causó la muerte a 19 israelíes y unos 70 heridos al inmolarse con una carga de explosivos en un autobús de línea.
Con el de la víspera se elevó a 120 el número de atentados de suicidas palestinos desde que comenzó el alzamiento o «Intifada de al Aksa» contra la ocupación israelí, a finales de septiembre del 2000.
Las autoridades israelíes responsabilizan automáticamente a Arafat -quien condenó el atentado- por los actos terroristas con el argumento de que «no hace nada para impedirlos», a pesar de contar con alrededor de 30.000 efectivos en sus organismos de seguridad.
«Esta situación se prolongará toda vez que continúe la ocupación israelí», declaró en Gaza el portavoz del Movimiento de la Resistencia Islámica (HAMAS), Mahmud al Zahar, opuesto a las negociaciones de paz con Israel. Fuentes del Gabinete de Seguridad israelí indicaron que, tras el sangriento atentado de la víspera en Jerusalén, la estancia de sus tropas en las zonas «A» de Cisjordania, las que controla la Autoridad Nacional Palestina (ANP), «será prolongada».
La re-ocupación de los territorios palestinos, que también puede extenderse a la franja de Gaza, de continuar los atentados de la resistencia islámica, es un objetivo cardinal de la derecha ultranacionalista y de los colonos judíos para impedir la creación de un Estado palestino soberano en esos territorios.
La ANP administra -y sus fuerzas de seguridad controlan total o parcialmente, junto con el Ejército israelí- sólo un 42 por ciento de los 5.400 kilómetros cuadrados de Cisjordania, y dos tercios en los 330 kilómetros cuadrados de la franja de Gaza a orillas del mar Mediterráneo.
Las fuentes israelíes no precisaron si la ocupación militar «prolongada» comprenderá la provisión de servicios a la población, como los que proporcionaba la «administración civil» a cargo del Ejército antes de adquirir esos territorios su autonomía en 1995.