JERUSALEN.- Tanques israelíes regresaron ayer a la periferia sur de Ramallah tras el ataque del miércoles a la noche contra el cuartel general de Yasser Arafat, que concluyó al alba después de seis horas de cañoneos y ráfagas de ametralladora. Pese a que uno de los proyectiles impactó en su propio dormitorio, el líder palestino salió ileso de la represalia de Israel por el atentado suicida de Meggido y, desafiante, acusó a Israel de buscar asesinarlo.
Tan pronto se retiraron los casi 50 tanques y tropas israelíes de su primera incursión en Ramallah, el líder palestino contempló los destrozos en su habitación, los orificios de bala en la pared, el polvo y los escombros sobre su cama.
«Yo debía dormir aquí, pero tuve trabajo que hacer abajo y no me fui a dormir. Ellos atacaron con proyectiles deseando que yo estuviera aquí», enfatizó Arafat, que perdió uno de sus custodios durante la ofensiva.
A pesar de las acusaciones del líder palestino, el ejército israelí negó que hubiese buscado hacer blanco sobre él.
De hecho, el gobierno de Ariel Sharon aseguró ayer a la Casa Blanca que Arafat no sufrirá ningún daño durante la represalia israelí al atentado suicida de Jihad Islámica que, el miércoles, mató a 16 israelíes, en su mayoría soldados, que viajaban en un ómnibus en Megiddo.
Durante la reciente operación Muro de Defensa, Washington había advertido a Israel que evitara derrocar o exiliar a Arafat. Pero tras el ataque suicida del miércoles -el más grave en meses- George W. Bush calificó al líder palestino de «ineficaz» y «poco confiable» para lograr una tregua a la violencia de 20 meses. Fte La Nacion