Itongadol.- Excelente en el campo, un poco menos en las previsiones, Edson Arantes do Nascimento mejor conocido como Pelé había dibujado un futuro de gloria para el equipo de Brasil. En la Copa Mundial de 1994 en Estados Unidos, que ganó Brasil, el mito carioca incluso lo había indicado como posible reclamante del título. Pero las cosas fueron muy diferentes: grupo desastroso, dos derrotas en los dos primeros partidos; eliminación inevitable y el milagro de Estados Unidos (segundo en el grupo) que perdió 2 a 1.
No hay un Mundial en el que Colombia no esté indicada como una posible sorpresa. En 2014 en Brasil, lo hizo bastante bien: los anfitriones también debían expulsarlo del torneo. Pero esta vez en los cuartos de final, al final de un partido equilibrado terminó 2 a 1. Una derrota, sin embargo, con un sabor muy diferente. A su regreso a Colombia, el equipo fue recibido por una multitud llena de gratitud.
Los veinte años transcurridos desde el \’94 al \’14 fueron sin embargo muy modestos. Solo una calificación para la fase final, en Francia en 1998, y también en este caso la eliminación en la primera ronda. Colombia no clasificó a las próximas tres ediciones. Un gran y sufrido vacío.
En Rusia, donde la vigésima primera edición del evento deportivo más querido y seguido tendrá lugar el 14 de junio, Colombia intentará desacreditar su tabú. Finalmente elevar el listón no solo de sus ambiciones sino también de los resultados realmente logrados en el campo. Una rosa llena de talento esperando a florecer en la etapa más esperada.
En el banco, la guía de un experto políglota: el argentino con un corazón asquenazi José Pekerman. Intentó en 2006 al frente de Argentina. Tenía que llevarla a la cumbre, o al menos eso esperaba su país. Argentina fue eliminada en los cuartos de final con Alemania (luego el oponente en las semifinales de la inolvidable Italia de Lippi) y abrió agria polémica por no llevar a algunos de los jugadores más destacados del momento. Incluyendo a Javier Zanetti, Walter Samuel, Martín Demichelis, Andrés D\’Alessandro y Juan Sebastián Verón.
Luego de una pausa para reflexionar, alguna experiencia con clubes de México, y luego aquí está de nuevo en el banquillo de un equipo nacional. Que Colombia, de hecho, que guía en 2012. Dos años más tarde, antes del partido contra Brasil, llevaba cuatro victorias de cuatro y el buen juego expresado por el equipo, era un milagro. Desde el corazón del hincha nació un grito: "presidente Pekerman". "Ellos son la historia, tenemos los talentos" reconoció el entrenador, previo al partido, el punto más alto, deportivamente hablando, para Colombia. El talento del técnico argentino con raíces de sangre judía (que se define no por casualidad "héroe judío del fútbol de Colombia") parece ser capaz de servir en esta ocasión. Realmente espero que el trabajo realizado y la consolidación del camino tomado por Pekerman, que cumplirá 69 años el próximo septiembre. Si no es la victoria final, aunque poco probable, al menos un lugar entre los primeros cuatro. Orgullo, por una vez, luchar por una final. Y paciencia si será el único que asignará el último lugar en el podio.
Por James Rodríguez y Falcao, por no hablar de la imprevisibilidad de una de las estrellas más brillantes de la Serie A: Cuadrado en la Juventus, siempre es complicado con su velocidad y parece imparable para el más experimentado de los defensores.
Nos señala con fuerza, y no deja nada al azar con el meticuloso Pekerman, nacido como futbolista en las filas de Macabi en Buenos Aires. Esto se demuestra con la decisión de contar con el apoyo de un colaborador, el campeón de la Champions, Esteban Cambiasso, cuya gran inteligencia táctica se mostró a todos incluso cuando estaba en pleno apogeo. El héroe del Inter parece listo para el nuevo desafío. En esta Copa del Mundo, cuya preparación para Colombia comenzó solo desde Milán, será el primer asistente del entrenador. Un vínculo entre Pekerman y Cambiasso, que nació en los días del Mundial Sub-20 de Argentina transportó a la victoria en la categoría en 1997. Desde hace varios años, su mundo era: lanzar talentos, construir una camada de jóvenes. Un papel jugado bien, antes del salto entre los "grandes" en el periodo 2004-2006.
Quién sabe cuántas veces se le recordará a él, el muchacho que tira las patadas con Macabi en Buenos Aires. Un jugador decente, el Pek, había sido establecido. Pero lo mejor de sí mismo siempre fue al costado del campo de juego. En Rusia, una nueva oportunidad para demostrarlo.
Por: Adam Smulevich, páginas hebreas de junio de 2018