Agencia AJN.- El secretario de Derechos Humanos, Claudio Avruj, mantuvo una entrevista con la Agencia AJN desde Israel, donde participará del sexto Foro Global de Combate contra el Antisemitismo que se llevará a cabo desde hoy y hasta el 21 de marzo. En ese sentido, afirmó que “la Argentina es un faro en la lucha contra el antisemitismo”, en comparación con los otros países de Latinoamérica y Europa.
El Foro reunirá a más de mil personalidades políticas, culturales, religiosas, expertos, activistas y líderes de todos los niveles de la sociedad civil del mundo.
-¿A qué se debe su visita al Estado de Israel?
-Estoy respondiendo con mucho agrado la invitación de Israel a participar del sexto Foro Global de Combate contra el Antisemitismo. Se realiza en Israel para tener en cuenta la amenaza real del antisemitismo en el mundo y qué estrategias se deben seguir en cada uno de los países. También es para tener en cuenta cuál es el compromiso de todos los países, fundamentalmente en las democracias del mundo, para combatir el antisemitismo. En mi rol de secretario de Derechos Humanos, el Estado de Israel vio importante mi participación en el segmento que tiene que ver con Latinoamérica por la historia que la Argentina tiene con la comunidad judía y su lucha contra el antisemitismo.
-¿Cómo analiza el tema del antisemitismo en la Argentina, en comparación con el resto de los países?
-La visión que tenemos en la Argentina es que hay una situación totalmente diferente a la que se está viviendo en muchos países de Europa. Si bien no podemos desconocer que el antisemitismo como flagelo instalado fundamentalmente en el prejuicio siga en la sociedad, no podemos decir que se esté sufriendo una ola de embates antisemitas ni mucho menos que la Argentina es un país donde el antisemitismo es una amenaza real y permanente. Sin embargo, sí tenemos que decir que tenemos que trabajar permanentemente en medidas concretas contra la discriminación en todo sentido. Es el lugar de la educación el que da respuestas fundamentales, formando a las nuevas generaciones en una cultura de convivencia, inclusión y respeto.
-La Argentina es un país que siempre abrió las puertas a nuestros abuelos. Vemos una Europa muy complicada en este sentido. ¿Cómo se unen las dos realidades y qué medidas toma la Argentina para prever esto?
-Hay una diferencia abismal, sobre todo en el momento actual que está viviendo la Argentina. Yo decía en el acto de conmemoración del atentado a la embajada de Israel que el Estado argentino se involucraba y que estamos viviendo un momento sumo respeto del gobierno nacional hacia la comunidad judía, al igual que a todas las comunidad que habitan nuestro país. Esto se ve en muchas acciones, como el respeto a las instituciones y en esta presencia en Israel. En ese sentido, es un mensaje muy fuerte contra cualquier discurso xenófobo, antisemita, antijudío o antiisraelí. Tiene que ver con el reconocimiento permanente al aporte que hizo la comunidad judía al desarrollo de la Argentina en momentos muy críticos, aportando soluciones y caminos para el bien de la sociedad. La Argentina tiene un recorrido legal de instituciones que levantan barreras contra el antisemitismo. Tiene una ley antidiscriminatoria desde el año ’86, que le pone un corte fuerte a cualquier acto antisemita. Tiene el Instituto Nacional contra la Discriminación que está muy activo y atento a las denuncias. Tiene un rol protagónico como país en Latinoamérica en la Alianza Internacional de Estudio e Investigación del Holocausto. Tiene posiciones muy claras con respecto al terrorismo internacional que dos veces golpeó a la Argentina. Tiene monumentos de recordación del Holocausto. Hay toda una serie desplegada que levanta barreras contra el antisemitismo. Y además, como fue y es un país de puertas abiertas, le ha permitido la integración. Hoy hay muchos judíos que ocupan cargos importantes en la función pública, que son vividos con naturalidad absoluta. Este integración, este respeto e intercambio también son señales muy claras para cualquiera que quiera levantar banderas de antisemitismo.
-¿Qué le falta a Latinoamérica para entender esto? ¿Cómo marca Argentina el camino?
-La Argentina es un ejemplo para todos los latinoamericanos en su política de Derechos Humanos. Esto es así desde la llegada de la democracia en el ’83, desde la adhesión a la Convención de los Derechos Humanos con carácter constitucional y desde los juicios por crímenes de Lesa Humanidad. La Argentina es un faro y va mostrando el camino a distintos países y nosotros bregamos permanentemente para que los otros países vayas incorporándose. Ahí hay un trabajo muy importante del Congreso Judío Latinoamericano (CJL), para que las comunidades puedan trabajar al respecto. Cada país tiene sus tiempos, sus formas, pero creo a medida que va consolidándose la democracia en toda la región, todos los países van a tomar en este sentido el camino adecuado.
-¿Cómo fue el encuentro que tuvo con el embajador argentino en Israel? ¿Existe la posibilidad de Macri viaje a Israel?
-La reunión con el embajador Mariano Caucino fue muy cordial, para intercambiar la agenda que tengo prevista aquí, con las visitas a la cancillería de Israel y al Ministerio de Justicia, a donde el embajador me va a acompañar. También estaré de visita en el Yad Vashem (Museo del Holocausto). Intercambiamos opiniones e información para transmitir al gobierno nacional. La visita del presidente está todavía en un plano de construcción, como posible, así que esto se definirá en las próximas semanas. Para agregar, quiero mencionar que desde la Secretaría de Derechos Humanos , con el apoyo del embajador Caucino, estamos llevando la propuesta del gobierno argentino para que el señor Alberto Grimoldi sea reconocido como hombre Justo entre las Naciones, por el gesto humanitario que ha tenido con la familia Leiser. Esperamos que pronto vaya de visita al Estado de Israel para honrar la memoria de Liselotte Leiser de Nesviginsky y la importante tarea que hizo la familia Grimoldi. Incluso el hijo de Liselotte Leiser, que se encuentra en Canadá, viajará para participar del homenaje.