AJN.- Por Roxana Levinson, corresponsal en Israel. Arabia Saudita, Egipto, Bahréin y Emiratos Árabes Unidos anunciaron que suspenden sus relaciones diplomáticas con Qatar, y acusan a sus autoridades de apoyar el terrorismo y crear inestabilidad en la región. Ésta no es la primera crisis entre estos países, pero sí la más grave, y podría tener consecuencias para toda la región.
Tras varias semanas de creciente tensión, Arabia Saudita, Egipto, Bahréin y Emiratos Árabes Unidos decidieron cortar relaciones con Qatar, país al que acusan de apoyar a grupos terroristas.
Esta medida coordinada agrava dramáticamente la disputa sobre el apoyo de Qatar a la Hermandad Musulmana, el movimiento islámico más antiguo del mundo, y se suma a las acusaciones de que Doha aún respalda la agenda regional de Irán.
De acuerdo con la agencia de noticias estatal saudita SPA, Arabia Saudita cerró sus fronteras, y a partir de ahora impide todo ingreso terrestre, marítimo y aéreo. Funcionarios gubernamentales citados por la agencia explicaron que la medida responde a la necesidad de "proteger la seguridad nacional contra los peligros del terrorismo y el extremismo".
El Ministerio de Relaciones Exteriores egipcio anunció también la decisión de su gobierno de cerrar su espacio aéreo y puertos para todo el transporte de Qatar.
Los tres estados del Golfo dieron a los visitantes y residentes de Qatar dos semanas para dejar sus países. Qatar también fue expulsado de la coalición liderada por Arabia Saudita que combate en Yemen contra los rebeldes hutíes apoyados por Irán. Emiratos Árabes Unidos dieron a los diplomáticos qataríes 48 horas para abandonar el país.
Estas medidas son mucho más severas que las que tomaron los países del Golfo en la crisis anterior en 2014 – que duró 8 meses – cuando Arabia Saudita, Bahrein y los Emiratos Árabes Unidos retiraron a sus embajadores de Doha. En ese momento, no hubo restricciones para viajes entre los países y los qataríes no fueron expulsados.
La división entre Doha y sus aliados más cercanos puede tener repercusiones en Oriente Medio, donde los estados del Golfo han utilizado su poder financiero y político para influir en los acontecimientos en Libia, Egipto, Siria, Irak y Yemen.