Los iraníes comenzaron a votar este viernes en las elecciones presidenciales que enfrentan al aspirante a un segundo mandato, el moderado Hassan Rouhani y el religioso conservador Ebrahim Raissi. Las elecciones determinarán si el reencuentro de Teherán con el mundo se detiene o se acelera aunque, cualquiera que sea el resultado, no se espera ningún cambio en el sistema revolucionario de gobierno clerical conservador.
Unos 63.500 colegios electorales abrieron a las 3.30 GMT para que ás de 56,4 millones de iraníes elijan a su duodécimo presidente desde la revolución de 1979. La votación se desarrolla también en 310 mesas electorales en el extranjero, finalizando a las 13.30 GMT.
Buscando un segundo término, el presidente pragmático Hassan Rouhani, de 68 años, sigue siendo el favorito estrecho, pero los rivales de línea dura lo han golpeado por su fracaso para impulsar una economía debilitada por décadas de sanciones.
El clérigo, de mentalidad moderada, busca aferrarse a la oficina despidiendo a votantes reformistas que quieren menos confrontación en el extranjero y más libertad social y económica en casa.
En los últimos días ha adoptado una sólida retórica, empujando los límites de lo que está permitido en Irán. Ha acusado a sus opositores conservadores de abusar de los derechos humanos, abusando de la autoridad religiosa para obtener el poder y representar los intereses económicos de las fuerzas de seguridad.
El principal rival de Rouhani es el clérigo de línea de 56 años, quien dice que Irán no necesita ayuda extranjera y promete un resurgimiento de los valores de la Revolución Islámica de 1979. Está respaldado por la élite de la Guardia Revolucionaria de Irán, la principal fuerza de seguridad del país, su afiliada milicia Basij, clérigos de línea dura y dos influyentes grupos clericales.
Otro prominente conservador, el alcalde de Teherán, Mohammad Baqer Qalibaf, se retiró de la carrera el lunes y respaldó a Raisi, uniendo a la facción de línea dura y dando a las oportunidades de Raisi un impulso.
Bajo el sistema de Irán, los poderes del presidente electo están circunscritos por los del líder supremo conservador, el ayatolá Ali Khamenei, que ha estado en el poder desde 1989. Todos los candidatos deben ser examinados por un organismo de línea dura. Sin embargo, las elecciones son duramente disputadas y pueden provocar cambios dentro del sistema de gobierno supervisado por clérigos musulmanes chiítas.
Una alta participación podría aumentar las posibilidades de Rouhani, que fue llevado al poder en 2013 en promesas de reducir el aislamiento internacional de Irán y otorgar más libertades en el país. La mayor amenaza a su reelección es la apatía de los votantes decepcionados que sienten que no entregar las mejoras que esperaban.
Si ninguno de los pretendientes consigue más del 50% de los votos, los dos mejores candidatos celebrarán una segunda vuelta dentro de una semana.
Desde 1981, ninguno de los presidentes en ejercicio perdió la reválida en Irán.