Itongadol/AJN (Por Lic. Claudio Gustavo Goldman, desde Tribunales).- Una de las declaraciones más esperadas del juicio oral y público por encubrimiento de autores o cómplices del atentado a la AMIA era la del periodista Román Lejtman, quien en el debate anterior, sustanciado entre 2001 y 2004, se había negado a identificar al funcionario menemista que le habría ofrecido pagar un libro a través del cual el último poseedor conocido de la camioneta usada como coche-bomba, Carlos Telleldín, contaría su versión de los hechos.
La esperanza era que el Tribunal Oral Federal N° 2 no fuera tan condescendiente con él como el TOF3 y lo obligara a revelar el nombre del mismo, pero ello no ocurrió hoy, jueves, ya que los jueces difirieron la resolución del dilema, ante el descontento de querellantes y defensores, inusualmente alineados en el rechazo a la argucia del testigo de investir al “miembro del Gobierno que pertenecía a la Presidencia de la Nación” del carácter de fuente e invocar el derecho constitucional a su confidencialidad.
Éste habría ofrecido una “coima” de 400.000 dólares “para que inventáramos algo que le sirviera a [el entonces mandatario y hoy imputado, Carlos] Menem” para presentar en una reunión con dirigentes del American Jewish Committee en Nueva York, a mediados de 1995, relató.
Ese monto se dividiría en partes iguales entre Telleldín, su abogado de la época, Víctor Stinfale, Lejtman y su colega Raúl Kollmann, pero el testigo aseguró que rechazó la propuesta “ilícita” contra la opinión de sus futuros socios.
Ello habría ocurrido después que fracasara una iniciativa suya para publicar un libro que incluyera una “entrevista larga” con el acusado, prologada por algunos capítulos contextuales donde los autores explicaran qué sabían sobre Telleldín y el atentado, debido a las pretensiones económicas del imputado, que había reclamado exactamente ese monto a la editorial Sudamericana través de su letrado.
“A Gabriel García Márquez le pagaban muchísimo menos”, ejemplificó Lejtman.
En otro sentido, “no me consta que la comunidad judía haya ofrecido colaboración para el pago a Telleldín, pero quería que declarase y avaló las negociaciones; puntualmente, [el ex presidente de la DAIA Rubén] Beraja”, precisó.
El periodista contó que el mecánico y “empleado automotriz” de Telleldín Ariel “Nitzcaner dijo que la Trafic se armó con partes de varias” camionetas y aseveró que “el Gobierno buscaba desviar la atención sobre su responsabilidad y enfocarla en la Policía bonaerense para perjudicar al gobernador Eduardo Duhalde”.
De todos modos, “que manipularan la pista no significaba que no mereciera seguirse; escribimos al respecto porque teníamos información chequeada”, aclaró.
“Menem no quería que se supiese que a cambio de dinero para su campaña presidencial les había ofrecido centrales nucleares a Irán y Siria y el misil Cóndor a Libia, que no cumplió y que en esos años hubo dos atentados”, pero sobre todo que se apuntase contra Damasco o su amigo Nassib Hadad, dueño de la empresa Santa Rita, cuyos volquetes aparecieron el día del atentado frente a la AMIA y cerca de los domicilios del imputado empresario descendiente de sirios Alberto Jacinto Kanoore Edul, especificó Lejtman.
“En la Casa Rosada me confió: ‘Dije que no lo investigaran porque era un “perejil” [inocente inculpado falsamente]’; en ese momento no le di importancia, me pareció una nota de color…”, reconoció.
Finalmente, “a las pocas semanas Telleldín nos dijo que le entregó la Trafic a policías bonaerenses como parte de pago por una extorsión, pero no recuerdo si identificó a alguien en particular”, subrayó el periodista.
La jornada se abrió con la breve testimonial de Anselmo Galeano, quien fue jefe de la División Judicial de la Unidad Nº 2 del Servicio Penitenciario Federal, más conocida como “la cárcel de Devoto”, cuando allí estuvo alojado Telleldín.
El juicio se reanudará el jueves 13 de octubre, con la declaración de sus ex colegas Mauregui, Cid y Moreno.