Por Martín Klajnberg
Itongadol/Agencia AJN (Especial desde Israel).- El 1 de septiembre se dará inicio al nuevo año escolar en Israel, finalizado el receso de verano y las vacaciones estudiantiles. Sin embargo, la reanudación de las actividades educativas no significa una plena vuelta a las aulas, ya que el minucioso plan que han diseñado en conjunto los ministerios de Educación y Finanzas determinó que sean solo los más pequeños los que asistan a clases presenciales durante la primera etapa para evitar el riesgo de propagación de coronavirus.
El retorno de las escuelas reaviva los fantasmas y temores que dejó la anterior vuelta a clases de principios de mayo, cuando, de manera gradual, se autorizó la reapertura de las escuelas para acompañar la reactivación de buena parte de las actividades del país. La urgencia de poner en marcha la economía llevó a las autoridades a suspender el gradualismo inicial para devolver a todos los estudiantes a las aulas y así permitir que sus padres y madres puedan volver a sus trabajos.
Sin embargo, la pronta reanudación de la jornada completa derivó en una serie de rebrotes en todo el país que terminó derivando en la segunda ola de contagios de COVID-19 en el país. Tras un mes de tranquilidad , con casos diarios que no pasaban las pocas docenas, el bachillerato Gymnasia Rehavia, en Jerusalem, reportó más de 150 miembros contagiados, enviando a todos los estudiantes, docentes y empleados del establecimiento a aislarse de manera preventiva, al igual que sus familias.
Pocos días después, diferentes colegios a lo largo y ancho del país reportaron casos similares, en una escalada que derivó en más de 140 establecimientos clausurados, más de mil estudiantes contagiados y decenas de miles de personas enviadas a cuarentena preventiva. A pesar de la clara evidencia que señalaba a las escuelas como focos de infección, el gobierno decidió continuar con las clases hasta la segunda semana de julio, permitiendo la culminación del año escolar.
Por su parte, las comunidades ultraortodoxas están dando mayor cumplimiento a las medidas para evitar la propagación de los contagios, incluyendo las «yeshivot», que se habían señalado inicialmente como riesgosas.
Del triunfo del sistema de «cápsulas» al «gran fracaso»
La determinación del gobierno de volver a las aulas, apresurado ante la impresión de haber ganado la batalla contra el virus e intentando morigerar los efectos de la crisis económica, fue el “gran fracaso” de Israel, según señalan los expertos.
Después de haber sido reconocido en el mundo por el buen manejo de la pandemia, una nota del New York Times del 6 de agosto cita al profesor Eli Waxman, presidente del equipo asesor en materia de coronavirus del Consejo de Seguridad Nacional de Israel, con un mensaje contundente: “Definitivamente no deben hacer lo que hicimos nosotros”. De haber sido venerado por la comunidad internacional, Israel se transformó en el ejemplo de cómo dormirse en los laureles puede tirar todos los esfuerzos por la borda.
La advertencia de Waxman incluyó también una parte de la historia que adquiere relevancia de cara al nuevo comienzo escolar: las primeras decisiones que tomó el gobierno fueron eficientes y mantuvieron bajo control la tasa de infecciones. Fue la propia ansiedad de volver a la (nueva) normalidad la que conspiró contra las medidas inicialmente exitosas.
La “cápsula”, el sistema creado en Israel de hasta 18 alumnos con docentes particulares y aislados del resto de la comunidad educativa, probó su efectividad durante las primeras semanas de mayo. Los lineamientos sanitarios establecidos, que incluían el uso permanente de máscaras, la higienización y desinfección constante, la exigencia de muchos establecimientos de una constancia firmada por los padres responsabilizándose por la sanidad de sus hijos y el mantenimiento de la distancia entre los alumnos, permitieron la finalización del año escolar 2019-2020.
Aprender de los errores
El gradualismo planteado en los primeros pasos post-cuarentena es la receta elegida por las autoridades para la reanudación del 1 de septiembre.
El nuevo plan, elaborado conjuntamente por los ministerios de Educación, Salud y Finanzas, estará enfocado en la enseñanza virtual y en clases para grupos reducidos. Con un presupuesto de 4.200 millones de NIS (1.200 millones de dólares), se dividirá al alumnado en tres.
Los jardines de infantes, las guarderías y los alumnos de primero y segundo grado tendrán un programa regular completo y en las aulas. En cambio, los alumnos de tercero y cuarto grado estarán divididos en “cápsulas”. Finalmente, las edades superiores tendrán clases a distancia y de manera virtual, pudiendo asistir al colegio dos veces por semana y divididos en grupos reducidos.
El oneroso presupuesto del estará destinado a cumplir con tres objetivos que determinarán el resultado del plan. Más de la mitad de los fondos se destinarán a cubrir el costo de aumentar el personal en las escuelas y permitir que las clases se dividan según sea necesario. En la primera etapa, la falta de mano de obra docente causó que las clases no puedan dividirse en grupos pequeños que permitan mantener la distancia de dos metros requerida por las autoridades de la salud.
Del presupuesto restante, la mayor parte se utilizará para mejorar la infraestructura de aprendizaje a distancia. La necesidad de plataformas seguras y de herramientas que permitan suplantar lo mayor posible la experiencia del aula se sumó a una realidad devastadora: una minoritaria pero significativa proporción de estudiantes israelíes carecen de computadoras o conexión a internet permanente.
El resto de los fondos se destinará a aliviar la carga económica de las escuelas, proporcionando la dotación necesaria de elementos de higiene, como máscaras para alumnos y docentes, desinfectantes y artículos de limpieza.
El éxito del plan determinará el futuro de la vida y de la economía israelí. “El comienzo del año escolar es una condición para el buen funcionamiento de la economía nacional. Debemos permitir que los padres salgan a trabajar y que la economía vuelva a funcionar lo más ampliamente posible”, expresó el ministro de Finanzas, Israel Katz, en el anuncio del plan a finales de julio.
Mientras tanto, los docentes y las familias se preparan para la vuelta de las clases y para un nuevo año escolar. Con los temores, las incertidumbres y los desafíos de cualquier comienzo, en esta ocasión magnificados por ese feroz enemigo llamado COVID-19.