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FACCMA: Finalizó la edición de Bekeff más grande de la historia

Por Iton Gadol
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Itongadol.- Durante enero, los jóvenes que egresaron de la Escuela de Madrijim de FACCMA y las escuelas de madrijim de las instituciones sociodeportivas afiliadas a la Federación, participaron de Bekeff Hadrajá, un viaje por Israel de 24 días con múltiples experiencias. Ariel Krengel, director de Cultura y Educación de FACCMA y Director del Programa, mantuvo una entrevista con ItonGadol para conocer los detalles de este desafío que forma más y mejores líderes comunitarios.

-¿Cómo finalizó la última edición de Bekeff?
-La última edición de Bekeff terminó con la sensación del objetivo cumplido. Era un desafío muy grande a nivel logístico, ya que fue el Bekeff más grande de la historia, con 450 participantes, contando el equipo de trabajo. Esto daba una cantidad de nueve micros, durmiendo todos en los mismos lugares todo el tiempo. Y el objetivo se cumplió no solamente desde la parte cuantitativa, sino especialmente desde la parte cualitativa y la vivencia de los chicos.

-¿Qué experiencias vivieron los jóvenes que participaron durante el último mes?
-Dentro de lo que son los viajes cortos, Bekeff es un viaje extenso de 24 días en Israel. Por lo tanto, la cantidad de experiencias que tienen los chicos es múltiple, variada y tiene para todas las motivaciones, gustos y expectativas de los janijim. Hay experiencias mucho más educativas; otras que tiene que ver con el liderazgo; varias que tienen que ver con la realidad de Israel, con la historia, la actualidad, la política, con la relación con las minorías, la relación con sus vecinos. Incluso incorporamos cuestiones que tienen que ver con lo deportivo. El año pasado incorporamos el Comité Olímpico Israelí y este año le agregamos la experiencia de ir a ver un partido de liga femenina de básquet, algo que fue muy disfrutado por los chicos. Así que las experiencias son múltiples y diversas en cada uno de los ámbitos que Israel nos propone y nosotros tratamos de aprovechar.

-¿Qué les aportó a su formación como madrijim?
-Bekeff es una etapa de cierre en una formación de dos años, donde cada uno de los chicos tiene su propia experiencia en las Escuelas de Madrijim. Están las instituciones que tienen su propia escuela y está FACCMA, que ofrece una escuela que agrupa a ocho instituciones, donde hay una impronta de la Federación y, por supuesto, el imput de cada una de las instituciones que forman parte de ésta escuela. Por lo tanto, lo que aporta Bekeff en este cierre, es una mirada compartida, es entender que no importa en qué institución cada uno de los chicos haya hecho la escuela de Madrijim, sino que todos tuvieron una experiencia similar. Cuando se encuentran en Israel compartiendo y teniendo las mismas vivencias, las fronteras y las barreras que puede haber a veces en Buenos Aires entre instituciones hermanas, en Israel no se vive así. Se vive desde el lado del compartir, del disfrute, del conocerse y desde el lado de borrar estas diferencias que en la realidad no existen, y que nos hermana a todos, no solamente dentro de las instituciones socio-deportivas, sino también como un ejemplo para la comunidad judía. Es lo que nosotros intentamos trasmitir a la juventud a las nuevas generaciones que serán los futuros líderes comunitarios.

-¿Qué se puede destacar del equipo que los acompañó?
-Un proyecto como Bekeff es imposible pensarlo sin un equipo de trabajo que acompañe. Desde los mejanjim, que se vienen preparando en Argentina con capacitaciones varios meses previos al viaje; desde el equipo israelí, que es un equipo de lujo, con gente de logística, con gente ocupada exclusivamente en asuntos médicos, con gente en la coordinación; y por supuesto con los coordinadores que nosotros llevamos desde la Federación, un coordinador para cada uno de los recorridos, que este año fueron tres. Y con nuestros pares de Macabi Mundial, lo que hace un equipo sólido, donde prima la confianza, el conocimiento y el profesionalismo. Eso nos da la tranquilidad de poder llevar adelante un proyecto de esta magnitud y este nivel de dificultad. A la larga, cuando termina, parece que todo fue sencillo, pero claramente no fue así, sino que se pudo pasar y sortear cada uno de los obstáculos y desafíos, en gran parte por el gran equipo de trabajo que formamos año a año.

-¿En qué aspectos crees que el programa creció o mejoró?
-El programa creció muchísimo a nivel cuantitativo, cada año más chicos quieren tener la experiencia de la escuela de Madrjim, porque saben que al final de esos dos años de experiencia tienen un viaje increíble de cierre, lleno de diversión y buenos momentos, pero no deja de ser un viaje educativo desde el día uno hasta el día final. Lo principal para nosotros, y en lo que estamos mejorando, es en la calidad educativa de cada una de las experiencias del viaje. Por ejemplo, el año pasado incorporamos un lugar muy importante en Jerusalem: Givat Hatajmoshet, La Colina de las Municiones, que es donde tuvo lugar una de las batallas principales de la Guerra de los Seis Días, previa a la liberación del Kotel. Este año, a ese museo le agregamos la charla con Eli Hamui, argentino que hizo aliá en la década del ‘60, un veterano de guerra que peleó en ese lugar, cuerpo a cuerpo contra el ejército jordano. Esto les permite a los chicos poder vivenciar en el lugar algo completamente distinto a sólo recorrer un museo. La historia viviente se para delante de los chicos y ellos pueden interactuar con esa historia, que es presente, que es el Estado de Israel. También hacer preguntas, debatir, consultar… la experiencia cobra un sentido distinto, con un valor agregado. Eso es lo que trabajamos en Bekeff, en cada uno de los lugares. Otro ejemplo es lo que incorporamos con el KKL, desde la plantación el primer día dejando una huella en Israel, hasta un recorrido por la frontera norte, por el Valle de Hula, en bicicleta durante varios kilómetros. Esto les da a los chicos una perspectiva de lo que significa el territorio y ese lugar para Israel. Son innumerables los ejemplos que tenemos en cada uno de los viajes y la visión que esto le da a cada uno de los chicos al volver a Buenos Aires y encarar el comienzo de su vida de Hadrajá, de su vida como futuros líderes comunitarios, que es lo que siempre apuntamos en la Federación: a formar más y mejores líderes comunitarios.

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