Itongadol/AJN.- (Por Roxana Levinson, desde Israel) Un grupo de emprendedores, pertenecientes a la comunidad judía en La Victoria, en el sur de Ecuador, están en pleno proceso de establecimiento de un kibutz en el país. En diálogo con AJN, describen el estar lejos de Israel en la geografía, pero muy cerca en el modelo productivo y la cooperación mutua.
Un grupo de integrantes de una pequeña comunidad judía en el sur de Ecuador decidió importar el modelo de producción y vida del kibutz israelí. Con proyectos productivos y ansias de recibir con los brazos abiertos a todo israelí que desee visitar ese rincón de América Latina. Desde Jerusalem, uno de los líderes de la iniciativa, el ecuatoriano-israelí Samuel Alvarado, dialogó con la Agencia Judía de Noticias sobre su realidad y perspectivas.
Alvarado, director de Proyectos de Kibuz Sefarad, describió cómo funcionará la idea, en la práctica.
Usted, junto a un grupo de emprendedores, están gestionando el establecimiento de un kibutz en Ecuador. ¿Podría darnos más detalles de esta iniciativa?
La idea de construir un kibutz en Ecuador, adoptando el formato israelí, lleva una previsión de futuro para que ese lugar que estamos construyendo sirva como un sitio de encuentro entre los dos países. Lo que más carece América Latina, especialmente el pueblo que está conectado con Israel sólo espiritualmente o a través de la religión, es un contacto real entre pueblo y pueblo. Nosotros queremos cumplir este objetivo.
La razón para ello es, entre otras, que Israel posee dentro de sus tesoros el nivel intelectual y de estudios de su gente. Hay muchas personas que terminan su vida laboral en Israel y quisieran ayudar al mundo, “Tikún Olam”. Nosotros pretendemos canalizar un lugar pequeño en el Ecuador para que no solamente profesionales puedan venir a Ecuador a darnos instrucción y ayudar al pueblo del Ecuador, sino también para que los soldados israelíes que finalizan el ejército y generalmente hacen un paseo por Latinoamérica, tengan un lugar conocido donde llegar, tal como conocen cualquier kibutz en Israel. Somos parte de una comunidad judía pequeña en el sur del país, y en ese marco forjamos ese proyecto.
¿En qué situación está el proyecto, en qué etapa?
En este momento, el proyecto ya está en la etapa de compra de tierras. Tenemos, en principio, dos proyectos productivos. Uno es un proyecto de siembra de flores. Para eso nos relacionamos con una empresa israelí, que se encuentra en el kibutz Neveh Ilan, cerca de Jerusalem. El otro proyecto es el de fabricar ladrillos o bloques para la construcción. No lo tradicional que se hace en el Ecuador, sino con tecnología más de avanzada. Inclusive una de las materias primas las compramos en una fábrica de polímeros ubicada en el sur de Israel.
¿Cómo recibió la gente en Ecuador esta idea, le pareció extraña, positiva?
En Ecuador, la idea todavía no termina de generalizarse, porque hay mucho escepticismo. Aunque parecería que todo el mundo conoce Israel, sólo lo conocen en forma referencial. Saben que hay buenas cosas en Israel, pero no saben ni cuántas ni cómo son, ni siquiera cómo es la gente. Hay un desconocimiento total. De tal manera que el kibutz es algo innovador allá, pero de absoluto desconocimiento para el pueblo del Ecuador. Ellos no saben cómo estamos organizados, qué es la productividad comunitaria. No conocen cómo se puede repartir, sin ser totalmente socialista ni completamente capitalistas, cómo puede coexistir una comunidad productiva. Por eso, también intentamos ser una especie de fuente de enseñanza para ese ámbito.
Lo que más se conoce en Latinoamérica es el cooperativismo, que es el sistema que se importó desde Europa. La gente pone un poco de esfuerzo en un lugar determinado, pero cada uno va a vivir su buena o mala vida en sus casas. Existen, por ejemplo, muchas cooperativas de ahorro y crédito, que sustituyen en parte a los bancos. Pero trabajan con el mismo sentido capitalista. Nosotros queremos darle el otro sentido, aquel con el que se puede crear progreso. Igual como sucedió en Israel, fueron los kibutzim los que realmente hicieron nacer el Estado. Cuando ya dejaron de servir para crear las políticas de defensa y producción, pasaron a ser una fuente más de producción.
¿Cómo reaccionaron las autoridades en la etapa de los permisos y cuestiones formales? ¿Les fue fácil, tuvieron dificultades?
Las autoridades colaboraron con nosotros. Nacimos dentro del marco de una cooperativa. Nuestro nombre es “Cooperativa de Producción Kibutz Sefarad”. El marco de las cooperativas sí es muy cercano a un kibutz israelí, pero lo que se diferencia mucho es el reglamento interno. Nosotros tomamos el reglamento interno de un elemento nacional israelí y lo trasladamos a Ecuador.
Sé que este proyecto es algo innovador en Ecuador, pero no tengo dudas de que es un buen paso por la unión de dos pueblos. Que vale la pena acercarnos, no solamente en la parte dialéctica, sino también en lo real, en lo productivo. Y, al mismo tiempo, cuando algún israelí quiera ir a pasear al Ecuador, o quiera ir a Galápagos, ir a estudiar o lo que fuera, allí tienen una casa, y es una casa conocida.