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DAIA/Elecciones. Tannenbaum: Pluralidad de pensamiento e intención de representar a todos los factores

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Itongadol.- Mario Tannenbaum, presidente del Centro Comunitario Guesher y candidato a prosecretario 1º de la lista Por una DAIA unida, que encabeza Ariel Cohen Sabban, en las elecciones del 19 de noviembre, conversó con la Agencia Judía de Noticias (AJN) sobre su postulación, trayectoria, experiencia y expectativas.

MT- Me encuentran con mucho entusiasmo, un gran espíritu voluntario y muchos deseos de encaminar definitivamente al pensamiento de la comunidad judía por el camino correcto, por lo menos como yo lo interpreto.

-¿Qué particularidades tiene vuestra lista?

-Creo que la principal particularidad es la pluralidad de pensamiento, la intención de representar a todos los factores y actores de la comunidad, de forma tal que la tan mentada representatividad finalmente sea el reflejo de la realidad comunitaria.

-Sos un hombre que viene de las sociodeportivas, ¿qué opinas de que puedan estar comprometidas en la política de la comunidad judía?

– Como un hombre que siempre perteneció a instituciones sociodeportivas creo que éstas son un factor muy dinámico dentro de la vida comunitaria, albergan a una porción importante de nuestra población institucional y siempre han buscado integrarse a la vida del órgano político de la comunidad, que es la DAIA. En este momento y después del trabajo de muchos compañeros que me han precedido, eso se está logrando. Las instituciones sociodeportivas tienen que estar presentes en cualquier instancia de gobierno de la comunidad.

– Tu propia gente habla permanentemente de la presencia ortodoxa en vuestra lista como un factor que está generando ruido y es parte de esa cuestión plural. ¿Cuál es tu opinión?

– Mi opinión al respecto es muy clara: el desarrollo de los sectores ortodoxos dentro de nuestra comunidad siempre fue mancillado desde algún punto de vista, y seguramente no debo de haber estado ajeno a esa cuestión hace muchos años; sin embargo, hoy en día mi visión ha cambiado y respeto y valoro enormemente su dinámica, entusiasmo y compromiso con los valores quizá más profundos y ancestrales de nuestra religión. Obviamente sin pertenecer a ese movimiento, creo que ya es hora de romper con esas barreras y lograr que el esfuerzo de cada uno pueda canalizarse positivamente y no mancillando al otro porque me imagino que éste ha sido un camino de ida y vuelta también para con quienes integramos dentro de la comunidad a aquellos que así lo quieran, aunque no lo hagan con una vida más observante. Mi esperanza es que de este “mix” surja un concepto unitario, de una comunidad completa.

No sos un hombre tan conocido en la comunidad, pero presidís una institución importante. ¿Cómo trasciende la vida comunitaria en Guesher?

– El Centro Comunitario Guesher es una institución joven, que surge de la fusión de ACIBA, la Asociación Cultural Israelita de Buenos Aires, una entidad centroeuropea fundada en el año ’37, y Oriente, una sefaradí también muy conocida y de mucha antigüedad. Con lo cual, todos aquellos que hoy estamos participando en niveles de conducción de Guesher de alguna forma hemos sido parte de esa historia muy rica. Guesher es algo distinto y quizá nuestro conocimiento no sea tan público como el de otras instituciones, pero nuestra preocupación es que sus integrantes, imbuidos de la historia que conformaron, tengan la capacidad de proyectarse hacia un futuro de integración porque si no, no habremos terminado nuestra tarea. Obviamente que tenemos que tomar las experiencias, pero no podemos quedarnos anclados.

– Está terminando el gobierno de Cristina Kirchner y coincide con el cambio de gobierno en la DAIA, ¿cómo ves a la comunidad, sus asignaturas pendientes, y los difíciles tiempos que atravesaron juntos?

– Comencé a trabajar en la DAIA con David Goldberg, con lo cual ya son unos cuantos años… He participado en las comisiones directivas de las cuales fueron presidentes Rubén Beraja, (Rogelio) Cichowolski, Gilbert Lewi y Aldo Donzis. Quiere decir que he hecho dentro de la DAIA lo que puede llamarse una escuelita, que comenzó como un simple vocal suplente, integrando la comisión de temas políticos, integrada por grandes dirigentes de la comunidad, que fueron mis referentes, y después fui viviendo varios procesos, algunos muy polémicos; en lo personal, algunos muy positivos y otros no tanto. Con lo cual traté de hacer un aporte a esta cuestión casi errática de la institución, pero en el balance final no estoy conforme: con todo respeto por las individualidades que siempre han puesto lo mejor de sí, desde mi perspectiva la DAIA no ha tenido un camino en el cual hoy podamos decir claramente que todos se sienten incluidos y partícipes. Si no, no habría tanto cuestionamiento o crítica. Por supuesto que se han hecho cosas muy buenas, y en estos últimos seis años que no participé en la conducción -mi última participación fue en el primer mandato de Donzis- la Argentina ha sufrido una transformación que nos obliga a ser sumamente cautelosos e inteligentes para reencauzar el relacionamiento con la política y la sociedad de la cual somos parte. En algunas de esas cadencias que mencioné trabajamos con un grupo de gente muy valiosa, que no tenía posiciones de relevancia dentro de la Comisión Directiva, en un proyecto de reforma estatutaria que no tenía que ver, como en la actualidad, con el conteo de votos, el ballotage, “60 y 40”, que realmente me parece poco serio, aunque son las reglas de juego y con ellas hay que jugar. Planteábamos un proyecto que en algún cajón estará guardado: un sistema de gobierno comunitario que pudiera ser mucho más representativo no solo de quienes siempre estuvieron institucionalizados, sino básicamente de aquellos que por una razón u otra no se acercan a la vida judía institucional y para mí son sumamente valiosos, para que tengan voz y opinión. Quizás era un proyecto un poquito ambicioso, quizá planteamos una realidad superior a la práctica, pero siempre dije que no alcanza con la crítica y he hecho propuestas concretas para ver si con ellas se podían modificar las cosas. En lo institucional, la fusión de ACIBA y Oriente es un claro ejemplo de hacia dónde van intencionados mis pensamientos: juntarse y sumar fuerzas, cosas elementales de cualquier comunidad organizada. Creo que nos falta mucho de eso…

– Sos testigo de esa época tan importante de la comunidad judía y de esa DAIA calidad política se ha ido lavando un poco con el tiempo, ¿sos optimista de que eso se pueda recuperar?

– Si no creyera en que es recuperable, no estaría en esta compulsa electoral. Desde ya, creo tener experiencia para hacer un aporte positivo. Es muy difícil, una tarea enorme, que va a requerir mucha generosidad, inteligencia y análisis, pero si ése no fuera mi pensamiento, pasaría alguna noche más con mis nietos, que se lo merecen: siempre me bancaron y lo van a seguir haciendo.

– ¡Cuánto necesita la comunidad judía de la protección política que estás planteando…!

– No cabe la menor duda que no siempre las buenas intenciones son suficientes, más allá de alguna circunstancia de dirigentes que hayan direccionado a la comunidad hacia uno u otro lado con mala fe. Hay que tener mucho pensamiento, discusión y elaboración. En el día a día y el cubrir lo urgente a veces te queda de lado lo importante, y a veces juegan egos que, en mi caso, ya no tiene relevancia, tratando de decir: “acá estamos para hacer nuestro aporte”, obviamente con el resto de la lista a la cual pertenezco.

– ¿Tenés alguna sugerencia que creas que puede ayudar al gobierno nacional que viene?

– En alguna cadencia (de la DAIA) todavía estaba en la universidad, corriéndome algunos uniformados por la calle, con lo cual tengo posiciones y opinión: creo que la Argentina necesita un contexto político mucho más amigable, mucho menos agresivo, y espero y deseo que quien resulte ganador entienda que nos debemos a nuestros hijos y nietos. Esto vale para todos los judíos y todos los argentinos. Alguien que ha tenido mi experiencia desea y promueve fervientemente, con todo mi corazón y esperanza, que el próximo gobierno sepa leer cuál es la responsabilidad que le toca emprender.

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