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«Los prejuicios son absolutamente infundados», aseguró Borger

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«Los prejuicios son absolutamente infundados», aseguró Borger

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A horas de su inédito cambio de autoridades, el quinto piso de la AMIA está modificando su fisonomía. "Las cosas son blancas o negras. O se es más o menos observante. Es una cuestión no opinable, no divisible", dice Guillermo Borger mientras dos asesores con una kipá negra en la cabeza similar a la suya intentan organizar su nutrida agenda.

Entre visitas a distintos departamentos de la entidad, y mientras los empleados de la antigua gestión ordenan sus papeles para la eventual despedida, Borger comienza a hacerse dueño del espacio que ocupará por los próximos tres años. Un cambio que ya trajo y traerá polémicas.

"¿ El conflicto con el campo? No sé cómo se soluciona, si lo supiera sería presidente, o el Mashiaj (Mesías, en hebreo)", contesta Borger, que mañana asumirá la presidencia de la entidad mutual a la cabeza del Bloque Unido Religioso. Un bloque que reunió a sectores de la ortodoxia judía, derrotó en las elecciones del 13 de abril último a laboristas y conservadores y que asumirá hoy el cargo gracias al sorpresivo apoyo del rabino liberal Sergio Bergman.

Durante la entrevista con LA NACION, Borger (59 años, casado y tres hijos) intenta mostrarse como un hombre "dialoguista y abierto", que dará lugar a todos los sectores en la AMIA. De todos modos, de sus palabras se desprende que intentará dotar a la entidad, hasta hoy ejemplo de pluralismo y apertura, de "más judaísmo".

¿Cómo toma su nuevo cargo?

-No lo esperaba, y fue sorpresivo. Pero me gusta el desafío, siempre fui activo en la comunidad judía, y todo lo que pueda aportar activamente a la comunidad lo haré.

-¿Qué va a cambiar en la comunidad judía con su gestión?

-Vamos a reforzar la AMIA como comunidad, vamos a trabajar por una constante y mayor educación judía, sin impedimentos económicos como barrera para estudiar. La política comunitaria y la relación con el Gobierno las manejará la DAIA.

-Hay un temor instalado: se dice que la ortodoxia intentará cambiar las costumbres, imponer ritos a los judíos laicos…

-(interrumpe) Acá no hay ortodoxia, es el judío observante regido por la Torá, algo que no inventamos nosotros y que persiste hace miles de años. Tengo una kipá en la cabeza, eso significa que voy a seguir los lineamientos de ese libro, dialogando con todo el mundo, con el que tiene una kipá y con el que no la tiene. Los prejuicios son absolutamente infundados.

-¿Cómo explica que los rabinos liberales lo hayan apoyado?

-Y… recapacitaron (se ríe). Entiendo que se manifiestan como un órgano judío, y ésta es la mejor forma de llegar a una comunidad más integrada y con mejores servicios.

Por Jaime Rosemberg
De la Redacción de LA NACION

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