Shimon Peres asumió el domingo como el noveno presidente de Israel a los 83 años, con la promesa de dedicar los siete años de su mandato a cumplir su sueño de toda la vida: conseguir la paz entre israelíes y palestinos, a pesar de las limitaciones de su cargo, netamente ceremonial.
Peres ingresó al parlamento caminando entre una guardia de honor y se detuvo a dialogar con algunos de los soldados. Juramentó y habló de sus objetivos de paz e incluso de un proyecto ambicioso de dragar un canal y lagos artificiales en el desierto entre Israel y Jordania.
La carrera política de seis décadas de Peres ha incluido aclamaciones internacionales y un Premio Nobel de la paz, pero también una serie de derrotas electorales en el país.
En una entrevista con la AP, Peres dijo que no se sentirá limitado por el estatus ceremonial de su nuevo cargo, ni por su edad. «¿Qué hay de malo si me siento bien y con la mente clara? No tengo prisa por pasar a mejor vida», manifestó Peres. «El día llegará en que pasaré a mejor vida, pero hasta entonces, no voy a perder el tiempo».
Peres heredó una oficina deslustrada por un escándalo sexual que forzó la renuncia de su antecesor, y su llegada a la presidencia ha sido ampliamente acogida por un público cansado del escándalo.
Durante el diálogo de casi 30 minutos, Peres _ elogiado por sus partidarios como un visionario, pero ridiculizado por sus detractores como un ingenuo soñador_ prometió combatir la pobreza y el calentamiento global, e incluso expresó su esperanza de llegar a la paz con un archienemigo de Israel: Irán.
«Después de una carrera tan larga, déjeme decir algo: Mi ambición por administrar es menor, mi ambición por soñar es mayor», manifestó.
Peres sucede a Moshe Katsav, que dejó su puesto en medio de un escándalo, después que una de sus ex empleadas lo acusara de una serie de delitos sexuales, entre ellos violación, asalto y acoso sexual.