Hernrique Cymermann.
La franja de Gaza ha vivido uno de los peores días de su historia reciente. Diez miembros de la guardia presidencial y dos miembros de Hamas han muerto en enfrentamientos entre facciones. Lo peor es que el Gobierno de Unidad palestino es incapaz de controlar a las milicias que a esta hora claman venganza.
Cada cruce, cada calle de Gaza es el escenario de la nueva fitna, la guerra fratricida palestina. Todo está cerrado. En medio del caos, de la anarquía y de combates callejeros, Hamas y Al Fatah, luchan por la hegemonía. El balance, 11 muertos.
Ha sido la jornada más sangrienta desde la formación del Gobierno de Unidad Nacional hace dos meses. El Ejecutivo de dos cabezas, Al Fatah y Hamas, parece moribundo. El presidente Abbas exige poner fin de inmediato a la Guerra Civil, pero por ahora, los tiroteos continúan.
El ataque más grave tuvo lugar por la mañana. Nueve policías fieles a Abbas fueron ejecutados a sangre fría por milicianos de Hamas. Primero dispararon con morteros y granadas y luego ejecutaron a quemarropa a los agentes que aún estaban vivos.
«Hay que frenar el caos. Hoy más que nunca añoramos a Arafat, que fue un líder irrepetible», aseguraba Azam El Ajmad, viceprimer ministro palestino.
Se cumplen 59 años de la fundación de Israel, en un desfile de Ramala lo definen como la nacba, o la tragedia. Mientras, en Gaza, continúan amontonando cadáveres en una guerra entre hermanos.
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