Itongadol.- El Cuerpo de Antropología Forense informó oficialmente que lograron ser identificados los restos de Jorge Mario Roitman, secuestrado a manos de la última dictadura militar argentina, y desaparecido desde hace más de 40 años. Los familiares de Roitman decidieron darle sepultura en el cementerio comunitario de Tablada. Los restos estarán el jueves 28 en la sala velatoria de AMIA en la calle Loyola y el viernes 29, a las 10hs, partirá el cortejo hacia el cementerio.
Al momento de su secuestro, Roitman tenía 32 años, estaba casado, era médico y trabajaba en el Hospital Posadas. Fue violentamente llevado de su domicilio de la Calle Espora 1060, dto. 2, en la localidad de Ramos Mejía, en la madrugada del 2 de diciembre de 1976. Jorge fue trasladado al centro clandestino de detención que funcionaba en el propio Hospital Posadas y, desde ese entonces, figuraba como desaparecido. Está probado que más de 30 médicos, enfermeras y trabajadores de ese centro de salud fueron secuestrados y torturados.
Precisamente, de los expedientes judiciales surge que allí "funcionó un centro clandestino de detención, en el cual, lejos de velarse por la vida y por la integridad física de las personas, se sometió a los cautivos a un régimen de terror que no difirió, en ese aspecto, de otros centros clandestinos de detención que han funcionado bajo el mando del Primer Cuerpo del Ejército”.
En coincidencia con la reciente identificación de los restos de Roitman, a principios de diciembre se realizó en AMIA el acto en memoria de los 1.900 judíos desaparecidos durante la dictadura, organizado en conjunto con la Asociación de Familiares de Desaparecidos Judíos.
En el homenaje, una de las oradoras fue Zulema Chester, hija de Jacobo, quien fue secuestrado el 27 de noviembre de 1976 y luego asesinado. Chester y Roitman fueron compañeros de trabajo en el mismo Hospital Posadas.
Mandato sagrado
Desde hace más de 120 años, AMIA cumple con el mandato sagrado de brindar Kever Israel, sepultura judía a perpetuidad, a todos los integrantes de la comunidad, de acuerdo con la Halajá (Ley Judía).
Según la tradición, el entierro de una persona judía, junto con los miembros de su comunidad, le otorga al alma del fallecido gran consuelo y le provee la transición necesaria para ingresar al mundo espiritual.
A través de su Jevra Kadisha, AMIA es el máximo garante de la continuidad de la tradición, y cumple con el mandato de cuidar el cuerpo y el alma de todos aquellos que descansan en los cementerios comunitarios de la institución.
La misión fundacional que tuvieron los pioneros que llegaron a la Argentina con la intención de preservar la tradición judía en esta tierra, se mantiene hasta nuestros días como una prioridad indelegable.