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Itongadol.- Por Ayelet Frish. Un año sin usted y aún no puedo creer que se fue y sigo esperando que vuelva. Un año sin usted y cada mañana llego al lugar de trabajo que usted tanto amó, su segunda casa, el Centro Peres por la Paz e Innovación.
Cada mañana no puedo resistir y lo saludo en voz alta: “Buenos días, señor presidente”, y continúo hasta su oficina en el tercer piso, ingreso, siempre de manera cuidadosa, como si usted estuviera sentado en su escritorio escribiendo algo importante y en cualquier momento levantara su vista y se viera sorprendido de mi ingreso silencioso para no molestarlo.
La oficina está vacía, los libros que usted leyó descansan en su biblioteca, pero usted está tan presente. Si nos sorprendiera y volviese por un momento, se sentaría en su silla, aflojara su corbata y observara hacia los costados, sentiría que está en la casa que nunca ha dejado.
Usted está presente en mi vida todos los días, cada minuto y así es también en la vida de sus asistentes que lo acompañaron durante tantos años con tanto amor y dedicación. Todos estamos contigo, querido presidente, cada mañana en su oficina, seguimos trabajando para usted, intentamos modestamente hacer avanzar la gran visión que nos dejó. Un gran líder como usted nunca se va, sino que nos deja como legado un gran y claro camino para continuar sobre él. El cual nos conduzca a un mejor futuro para las nuevas generaciones del Estado de Israel que usted tanto amó y admiró.
Un camino de innovación, paz, valores y moralidad. Un camino que puede cambiar el destino de todos. Tu camino, el de Shimon Peres, siempre vivirá en mi corazón. Un año sin usted y lo extraño tanto, pero también estoy tan agradecida por el gran privilegio de aún continuar trabajando para usted, todos los días.
איילת פריש