¿La clave de este fenómeno? Puro humor judío, autoburlón y agudo, que usa a la moda como portador de mensajes. Es fashion llevar colgantes tamaño pomelo con un jay (símbolo que significa «vida» en hebreo). O usar ropa con el sello de pertenencia bien visible: jeans con etiqueta «Jewish Jeans», remeras de algodón con lemas provocativos como «Shalom Motherfucker» (Hola hijo de p…) -que es la más vendida- o «Make Bagels Not War» (Hacé bagels no la guerra) y bombachas con logo Jewcy o palabras en idish para lucir en pubis y cola.
«Esta actitud rompe con los complejos persecutorios y diluye el efecto psicológico que hizo mella en tantos judíos tras la Segunda Guerra Mundial, quienes al haber sido obligados por los nazis a diferenciarse, sentían aversión a llevar símbolos que revelaran su identidad», analiza Adán Levy, responsable de Radio Sefarad.com de España. Y más allá de lo fashion la cosa sigue: hay un cine joven que ilustra esta forma de vida y también literatura, revistas y música.
Algo de esta movida está por empezar a verse por acá. En el último Festival de Cine Independiente de Buenos Aires (BAFICI) se presentó la sección «Algo judío» con una selección de películas jóvenes y provocadoras. Ahí presentó ‘Judíos en el espacio» el director Gabriel Lichtmann. «Lo positivo no pasa por la reivindicación, sino en tratar de pensar lo judío con ojos modernos. Más que una marca de ropa, lo interesante es qué les pasa a las personas con su pertenencia a lo judío. Yo soy argentino -dice el director- y no me identifico con el Estado de Israel, ni con la religión, que está en una época de poca credibilidad. A mí me movilizaron personajes de la cultura, el arte y la música, como Bob Dylan, los Bestie Boys o Woody Allen.».
La sección del BAFICI formó parte del proyecto YOK que lleva adelante un grupo de argentinos que busca «resignificar los valores judíos» a través de una revista trimestral (el primer número saldrá en mayo) y una
serie de actividades artísticas y cultura les que incluyen participaciones en la nueva edición de ArteBA y el próximo
Festival Internacional de Teatro.
¿Por qué surge este movimiento ahora? «Forma parte de un estudio que muestra que un 61 por ciento de la población judía que vive en Capital y Gran Buenos Aires no participa en organizaciones. Viven su judaísmo de una forma más abierta, sin pasar por lo religioso o lo institucional. Pero hoy no tienen muchas opciones. Por eso, quisimos crear un espacio para todo lo judío que atraviesa a la sociedad porteña», explica Diego Freedman, director de proyecto YOK.
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