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LOS JUDÍOS DE VENECIA-VERONA y PADUA. Por Alicia Benmergui

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 Itongadol.- Esta es la historia de los judíos de Venecia, Verona y Padua. En este años se han cumplido los 500 años de la creación del primer gueto en Europa. El gueto de Venecia. Allí los judíos se vieron obligados a residir en pésimas condiciones de encierro y hacinamiento, con puertas que se abrían por la  mañana y se cerraban de noche y del cual había que tener una autorización para poder salir. El gueto era algo muy diferente de las antiguas aljamas, calls, juderías donde los judíos residían desde épocas muy antiguas pero donde podían circular, entrar y salir libremente. Este es un recuerdo de un mundo desparecido en algunos casos, donde los judíos fueron asesinados en plenos siglo XX, durante la Shoa, el genocidio judío más grande que ha tenido lugar durante toda su existencia.

 Piove di Sacco es una localidad  de Padua, donde viven menos de veinte mil almas. Allí hay una pequeña calle lateral de la vía Garibladi, es el corazón histórico donde surgen los palacios de la aristocracia veneciana, se llama Calle de la Imprenta. Aquí, Rabí Meshullam Cusì, designado para la recolección de fondos para los judíos que vivían en la tierra de Israel a mediados del Siglo XV, fundó la primera tipografía hebrea del Véneto. Según los historiadores es donde  fue producida una de las primeras obras del mundo (algunos dicen que fue la primera) escrita con caracteres hebreos: el Arba\’ah Turim (Los Cuatro Ordenes), de Jacob ben Asher, en cuatro volúmenes, que se halla guardada en la Biblioteca Universitaria de Torino, en copia digital, en Piove de Sacco. Este es uno de los tantos hechos que tuvieron lugar en la comunidad judía del Véneto, y que a pesar del pequeño número de residentes judíos de la comunidad actual, cerca de mil personas entre Verona, Padua y Venecia- tiene raíces profundas. Se descubren letras escritas sobre las piedras, narraciones en los libros o a través de las personas: un itinerario en el Véneto y en Venecia, implica el deseo de mirar más allá de lo que aún es visible, para entender los muchos vínculos que subyacen entre los judíos y el territorio donde viven.

Los orígenes de estos asentamientos de los judíos en la Alta Edad Media, son imprecisos pues lo que hoy en día es la isla de la Giudecca, anteriormente se llamaba Spinalonga. Parece que el nombre actual no está relacionado con una fuerte presencia judía en el Siglo XII,  lo que sí está muy bien documentada es la fuerte inmigración que llegó en el Siglo XIII al rico territorio veneciano, desde el Sacro Imperio Germánico, desde la Península Ibérica, y desde otros sitios de Europa. Eran individuos y familias que llegaban para hacer negocios o huyendo de las persecuciones. Existen documentos de la primera “condotte”, las concesiones de las autoridades locales que ejercían el control de la actividad de los prestamistas de dinero a tasas de interés reglamentado. Están documentadas las severas condenas de los judíos en Portobuffolé y Marostica en el Siglo XVI como consecuencia de la vergonzosa acusación de infanticidio ritual. Del mismo modo se han hallado descripciones de las bellas sinagogas de Conegliano y Ceneda, un distrito de Vittorio Véneto, luego reconstruido con su mobiliario original en Jerusalem. Ciertamente, Venecia unificó una serie de prohibiciones (por ejemplo en aquello de poseer bienes inmobiliarios) y prescripciones (la actividad de préstamos) que reglamentaban la vida judía

 VENECIA

Por un extraño giro de la historia de Venecia, el 29 de marzo de 1516 comenzaba el inicio efectivo de la segregación de los judíos en los guetos. Esto sucedía en una “ciudad sin judíos”. La palabra gueto viene de allí, nace entre las calles y se expande tristemente por toda Europa.  Los orígenes de la comunidad en Venecia son bastante inciertos y sus relaciones con el senado poco definidos. Luego de que se estableció el Gueto ha aparecido una historiografía inmensa sobre la comunidad, constituida al principio por los alemanes que huían de los mercenarios que en el Gueto Nuevo ejercían una gran violencia.

La segunda oleada, de ricos mercaderes levantinos que vestían y oraban  “allá turchesca (a la turca)”, se establecieron en el Gueto Vecchio. Con la última oleada de ponentini (sefardíes marranos) la configuración del gueto asume las características actuales, con las casas muy altas que construyen nuevos pisos y las sinagogas, una por nación, invisibles desde el exterior pero ricamente decoradas en su interior. La más antigua, es la a Scuola Tedesca de 1528, se llega hasta ella desde la escalera del Museo de Arte Judío que conserva una rica colección de telas de tapicería; copas y vasos de Shabat, candelabros del Siglo XVIII, especieros del Siglo XIX, diversos shofar, platos de plata y piedras duras para Pesaj o para Purim. El templo alemán, con su sala trapezoidal, tiene una galería femenina elegantemente dorada, así como el Aron y la Bimá.  Cerca, hay una estructura única con una cúpula situada entre los edificios que conduce a la Scuola Cantón, que debe su nombre al hecho de estar en una esquina (Cantón), o tal vez a la familia Cantoni que eran prestamistas. Es un ambiente armónico y elegante, revestido de madera de nogal finamente esculpido, con la Bimà en un nicho hexagonal derivado del Liagò, elemento de la arquitectura veneciana de origen árabe.

La tercera scuola , italiana de fines del siglo XVI, con vistas al Campo del Gueto Vecchio, desde cuya pequeña  plaza se accede a la Sinagoga Española. Esta  impresiona por su fastuosidad y dimensiones, más allá de su fachada austera – y levantina, considerada el edificio más elegante del gueto, extraordinariamente decorada y conectada con la Yeshivá Luzzatto, que conserva un precioso Arca  (Aron Hakodesh).

“El Siglo XVII fue muy rico culturalmente”, cuenta Gadi Luzzatto Voghera, director de la biblioteca de la comunidad judía de Venecia. “Al ir al cementerio en el Lido, que se abrió en 1386, se puede visitar las tumbas de personalidades  que marcaron la época como Leone da Modena, rabino, autor de la Historia de los Ritos Judíos, de Elías Levita Bahur, estudioso del Talmud, de la poetisa Sara Copia Sullam que vivió entre 1592-164, judía veneciana que se dedicó a una práctica insólita para las mujeres de ese tiempo y que fue famosa por su salón literario. ”

La Comunidad de Venecia mantiene viva su cultura y sus tradiciones, que se pueden respirar entrando por la  antigua puerta del canal de Cannaregio y paseando luego por la calle del Gueto viejo con el restaurante y las tiendas de alimentos kosher y las dos casas de estudio (Beit Hamidrash) de Leone da Modena y Vivante, hasta al campo de las Scuolas y luego otra vez en la calle del Huerto, donde había una superficie cultivada por la Comunidad. Llegando al gran campo del Gueto Nuevo se encuentran tiendas de anticuarios y Alef, la gran biblioteca judaica unida al museo.  A la derecha vemos el pórtico que albergaba a tres casas de empeño, llamados banco rojo, verde y amarillo, dependiendo del color que tenían los billetes. Hoy en día, el Banco Rosso es una tienda que vende vino kosher, pero también es un pequeño museo que reconstruye el taller del préstamo como lo fue durante la Serenísima. Copias de archivo, objetos, y un video que cuenta la historia

Pero Venecia es también una comunidad que mira hacia el futuro y se halla dispuesta a mejorar su identidad local: así fue la planificación de la Expo de 2015, para recuperar algunos jardines internos, recuperarlos en sus funciones de jardín y replantar los árboles bíblicos que forman parte de la tradición de festividades.

VERONA

Bajo la República de Venecia Verona también tuvo su distrito, en  San Sebastiano y más tarde en la zona de la Piazza delle Erbe llamada “bajo los techos”.  Incluso hoy en día, en el lado izquierdo de la plaza se puede ver algunas antiguas casas, torres altas de ventanas dobles, que podían llegar a tener hasta siete pisos que fueron salvados de la destrucción que tuvo lugar entre 1926 y 1928. En otro tiempo, en el quinto piso de uno de estos edificios había una sinagoga de rito español, en la que  permanece su mobiliario de lo que es ahora una sinagoga de rito alemán. Se llega a ella desde la Vía Mazzini, en el pavimento puede verse una placa de bronce donde se halla escrita la palabra “gueto”, pero en la fachada en estilo art deco hay una placa en donde se halla escrito un pasaje de la Biblia: “ Muchas mujeres se han comportado valerosamente, pero tú las superaste a todas” La placa recuerda el sacrificio de Rita Rosani Rosenzweig, una joven partisana judía que murió luchando, salvando algunos compañeros, fue la única mujer condecorada con una medalla de oro al valor militar.  El interior es grandioso, el Arón es del Siglo XVII dominado por una gran ventana semicircular, así como es particularmente monumental el cementerio veronés de Borgo Venezia, que conserva las lápidas del siglo XVIII

PADUA

En Padua la libertad de los judíos tenía límites paradójicos: podían asistir a la escuela de medicina, pero debían pagar el  doble por las tasas de las matrículas escolares que los no judíos. Esta posibilidad causó una gran inmigración, mucho más aun cuando se creó el primer teatro anatómico en el mundo, en 1595, lo que por otra parte dio lugar a una odiosa caza de  cadáveres por parte de los  estudiantes de anatomía que robaban a los muertos del cementerio de la Comunidad, aunque esta pagase por su cuidado y preservación.

La comunidad de Padua tuvo hasta siete cementerios, uno de los cuales data del Siglo XIV. Puede ser visitado, con una cita previa, la mitad de los visitantes son peregrinos que llegan a saltar el muro para poder rezar sobre la lápida de (sobre la lápida hay una imagen de un gato agazapado) el llamado Ma ha-Ram de Padua, célebre talmudista considerado santo. Aquí se encuentra también la sepultura de Asher Levi Meshullam, Anselmo del Banco, el banquero que en 1513 trató con la República Serenísima por la residencia de los judíos en el gueto. En el “Prado de los Judíos” en vía Codalonga, yace sepultado Don Itzjak Abrabanel, gran erudito y ministro de finanzas que luchó hasta el final, inútilmente para la salvar a la Comunidad Española de las expulsión de España en 1492, en otra página negra de la historia europea: ni Isabel La Católica ni Fernando de Aragón quisieron escucharlo, rehusándole la posibilidad de hablar con ellos y negándole audiencia…

En el corazón histórico de la ciudad, donde el distrito todavía se halla bien definido, los habitantes del gueto de Padua, se dedicaban al préstamo, las antigüedades, las ventas de metales preciosos y gemas. Llegaron a ser tan ricos que pudieron comprar tierras y casas en el campo, como en Piove di Sacco (el primero en recibirlos), Este y Montagnana. En el gueto de Padua, en Vía San Martino y Solferino, se hallan las oficinas de la Comunidad y la única sinagoga activa, de rito italiano. En la cercana Vía delle Pizze había una sinagoga alemana, quemada por los fascistas en 1943, que ahora ha renacido como centro cultural.

Tampoco existe más la sinagoga española y su mobiliario,  se hallan ahora colocados en la sede del Gran Rabinato de Jerusalem.  No obstante existe un recuerdo todavía palpitante de los acontecimientos que siguieron a las leyes raciales de 1938. De hecho, en el callejón Aganoor (ex Vía Leopardi), hay un pequeño jardín escondido donde estaba la sede de la escuela judía privada, construida para que los estudiantes y los profesores expulsados pudieran continuar con el programa de estudios. “Hoy en día un monumento con la forma de una rueda, construida con durmientes de ferrocarril, recuerda a esos niños”, dice Antonio Sorrenti, presidente del Centro de Estudios sobre el Holocausto Trivéneto.

El rector fue Alberto Goldbacher, Director General de la Empresa de Energía Veneciana y profesor de la Facultad de ingeniería de la Universidad de Padua, luego expulsado, quien trabajó para el establecimiento de escuelas a nivel nacional. Detenido en 1943 después de que la escuela de Padua fue quemada, escapado desde el campo de concentración de Vò Euganeo con la ayuda de las hermanas isabelinas, detenido una segunda vez en Piove di Sacco murió en Auschwitz. En memoria de Godlbacher hay un jardín que lo recuerda en  Salboro, cerca de Padua y una placa en la plaza donde se encuentra la biblioteca de Piove di Sacco

«Los habitantes de Piove», recuerda Sorrenti, «protegieron 18 judíos polacos, alemanes, serbios de quienes el archivo histórico comunal conserva documentos y diarios” Con análogo espíritu humanitario los ferroviarios y enfermeras de la Cruz Roja detuvieron en Padua el convoy que el 18 de octubre de 1943 deportaba a Auschwitz a los judíos romanos del Portico d’Ottavia: obligaron a los nazis a abrir los vagones, ofrecieron comida y agua y ayudaron al parto de una mujer.  En las  colinas Euganeas se halla la Villa Contarini Venier Giovanelli Vo Euganeo (www.museovillavenier.it) del Siglo XVI,  fue requisada en 1943 por los republicanos de Saló y fue utilizado como un campo de concentración. 120 ciudadanos de Padua y otros alemanes fueron internados allí, solo volvieron tres mujeres: “Cuando llegué a Auschwitz tenía trece años y me salvé de la cámara de gas, ya que parecía a una mujer adulta, por lo que podría trabajar”, recordó recientemente Sylva Sabbadini, conejillo de indias de Mengele, sobrevivieron con su madre, Esther Hammer. Todavía se conservan en la colina de Euganeas, en la imponente abadía benedictina de Praglia, perfectamente restaurados, diez paneles de madera pintados con temas bíblicos y graffiti hebreos. Probablemente pertenezcan al siglo XVIII, parecen ser las decoraciones de las partes móviles de una Sucá. Todas estas cosas son testimonios de una vida judía que ya no existe,  que fue asesinada en las llamas de la Shoá.

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