Agencia AJN.- “La dirigencia comunitaria merece apoyo: ha hecho un gran esfuerzo y malabarismos para adaptarse a las nuevas circunstancias y ha logrado mantener las instituciones funcionando” en Venezuela, destacó Sammy Eppel (foto), miembro de la Junta de Gobernadores de la B’nai B’rith Internacional en representación del distrito que incluye a ese país, en diálogo con la Agencia AJN.
– Hubo un enorme exilio en la comunidad venezolana, ¿puede sostener su funcionamiento?
– Cuando la comunidad era próspera y numerosa construimos instituciones pesadas: colegios, clubes, sinagogas, cementerios, hospitalitos, etc. Hoy en día está tan disminuida -no solamente porque ha bajado el número de personas que pertenecen a ella, sino porque ya no tiene la ayuda que antes la soportaba- que al no haber una masa crítica para afrontar el mantenimiento y la manutención obviamente se crea una crisis. Entonces, claro que está sufriendo…
– ¿Cuántos miembros había en la “época de oro” de la comunidad y cuántos hay hoy?
– En la “época de oro” estábamos cerca de 30 mil y ahora estamos en seis mil.
– ¿Es difícil ser un dirigente judío? No por las dificultades externas, sino por sostener una comunidad con las pocas almas que quedan…
– No pertenezco a la dirigencia comunitaria, pero merece un gran apoyo: ha hecho “de tripas corazón” y ha logrado mantener las instituciones funcionando… Los cementerios, los rabinos, la comunidad funcionan… a su nivel. Esto se debe a que la dirigencia ha hecho un gran esfuerzo por adaptarse a las nuevas circunstancias. No simplemente a la social del país, sino a la real: no hay dinero. Entonces, ve cómo ahorrar aquí y poner allá; o sea, básicamente ha hecho malabarismo.
– ¿Y está unida, más allá de las internas que siempre hay entre dirigentes?
– Creo que la comunidad está más unida que nunca porque por la situación de inseguridad que vivió el país ahora va a Hebraica mucha gente que antes no lo hacía porque es un sitio seguro; o sea, puedes ir con tus niños y la familia y pasar el día entero allá: hay diversión, comida, películas… Entonces vas al club y dices: “¡Qué bueno! Hay mucha gente”. Mucha gente ha optado por hacer sus eventos en Hebraica porque tiene un estacionamiento grande. También se han cambiado los horarios: ya no se hacen cosas para terminar a las tres de la mañana, ahora es de tarde, para evitarle a la gente una circunstancia peligrosa en la calle porque -vamos a ser claros- a las ocho de la noche parece que Venezuela tuviera toque de queda y nadie hay en la calle.
– ¿La crisis nacional corrió el eje las dificultades que tenía la comunidad por el antisemitismo? ¿La comunidad está en un momento de más tranquilidad en comparación con lo que sufría desde que asumió la presidencia Hugo Chávez hasta hace poco tiempo?
– Las cuestiones antisemitas siguen estando ahí. Lo que ha pasado es que ellos mismos tienen ahora un foco también de supervivencia, de ver cómo se mantienen, entonces están en otra cosa… Tenemos personas que tienen un férreo mantenimiento de su antisemitismo, pero -por lo menos- no se les da cabida en los medios principales del gobierno, como era la situación anterior. Ahora están ocupados en la defensa del gobierno, pero esto no quiere decir que no pueda revertirse. El antisemitismo no es el mayor problema comunitario de hoy en día simplemente porque hay cosas muchos más urgentes de las cuales ocuparse: enfermos, ancianos, gente que ha bajado muy drásticamente su nivel [de vida], al punto que hay que colaborar con su mantenimiento… La parte de acción social la centralizan las mujeres. Tiene un grupo que se encarga de la comida y están apoyadas por el grupo del ropero comunitario, un sitio donde la gente lleva ropa para ser vendida y ese dinero sirve para ayudar a la comunidad. La comunidad se ha portado muy bien respecto a los necesitados internos y eso hay que reconocerlo.
– Hace recordar a la crisis de 2001 que sufrió la Argentina…
– En Venezuela hay personas en situaciones muy críticas… Ojalá que pronto se consiga una solución pacífica. Nadie quiere un derramamiento de sangre. Sería el absurdo del absurdo después de tanta crisis y sufrimiento…
– ¿Cómo está transcurriendo la educación judía?
– La única escuela que queda funcionando está en Hebraica e incluye la educación religiosa. Para ahorrar recursos se utiliza la misma sede, el mismo aparato acondicionado, el mismo filtro de agua o el mismo hombre de seguridad en la puerta. Es una prioridad número uno que esa locación siga funcionando para toda la comunidad. Ahí se están haciendo todos los esfuerzos para que la educación judía continúe en Venezuela.