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Opinión | La sociedad israelí debe recordar su asociación con los judíos de la Diáspora

Por M S
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Itongadol.- (Por Oded Revivi* – The Jerusalem Post) A lo largo de la historia, hubo momentos cruciales para el pueblo judío que trascendieron la geografía, acontecimientos tan significativos que todo judío, independientemente de su ubicación física, se sintió parte de ellos.

Me vienen a la mente el Éxodo de Egipto, la Revelación en el Monte Sinaí, la conquista de la Tierra de Israel y la decisión de establecer un hogar nacional para el pueblo judío en Israel tras 2.000 años de exilio.

El 29 de noviembre de 1947 fue un punto de inflexión en la historia judía y marcó un punto álgido en la asociación entre los judíos de la diáspora y la comunidad judía de la Tierra de Israel.

¿Qué sabemos de lo que ocurrió detrás de escena? Y, lo que quizás sea más importante, ¿qué lecciones podemos extraer de ello para nuestro tiempo?

El miércoles 26 de noviembre de 1947 estaba prevista una votación en la Asamblea General de la ONU sobre la partición de Palestina. Aunque la mayoría estaba a favor de la partición, no era seguro que se alcanzara la aprobación de dos tercios de los Estados miembros.

Los representantes de la Agencia Judía, encabezados por Moshe Sharett, se sorprendieron al ver que países con fuertes vínculos con Estados Unidos respondían tibiamente a las peticiones de apoyo, y algunos preferían abstenerse o incluso oponerse a la resolución.

Sharett consultó rápidamente con Abba Hillel Silver y Nahum Goldmann, tras lo cual decidieron retrasar la votación con el pretexto de las vacaciones de Acción de Gracias. La idea tuvo éxito y se aplazó la votación, creando un margen de 48 horas para conseguir el apoyo de 30 naciones, ya que 15 ya habían declarado su oposición al regreso de los judíos a su patria histórica.

Una vez que se dieron cuenta de que tenían el tiempo necesario para cambiar las posturas diplomáticas, la Agencia Judía se puso en acción en múltiples frentes. Consiguieron que Bernard Baruch, un hombre de negocios de origen judío, persuadiera a The New York Times, también de propiedad judía, para que publicara un editorial inequívoco instando a las naciones indecisas a apoyar la partición sugerida.

Se pidió a los judíos cercanos a la administración Truman que se dirigieran al presidente estadounidense para que trabajara activamente, buscando conseguir la mayoría necesaria.

Empresarios judíos y aliados del gobierno se pusieron en contacto con Harvey Firestone, jefe de una empresa de fabricación de caucho y ruedas de autos, para persuadir al presidente de Liberia de que diera instrucciones a sus delegados en la ONU para que votaran a favor.

Filipinas, que inicialmente había expresado su oposición, también fue identificado como un país sobre el que se podía influir. La Agencia Judía se contactó con Julius Edelstein, judío y amigo del presidente filipino. Edelstein, convencido de la necesidad de la votación, actuó en su nombre y persuadió al presidente filipino, que también se encontraba bajo la presión de la Casa Blanca.

Puede que muchos no reconozcan el nombre de León Blum, pero fue un judío francés que ocupó el cargo de primer ministro de Francia en tres ocasiones. Al igual que otros judíos influyentes de todo el mundo, Blum fue reclutado para asegurar el voto de Francia, dado su importante estatus. Recibió un telegrama firmado por Chaim Weizmann y trabajó para influir en Francia, que finalmente votó a favor.

También se hicieron esfuerzos similares en Bélgica y en muchos otros países, con el objetivo de cambiar los votos de la abstención al apoyo, de la oposición a la abstención, y asegurar el compromiso de los que ya apoyaban, especialmente porque la parte árabe estaba presionando intensamente.

Unidos en una alianza histórica

En vísperas de la dramática decisión, los judíos de Israel y de la Diáspora estaban unidos en una colaboración histórica. Sin esta cooperación, como demuestra la historia, no se habría logrado la mayoría necesaria para la partición y el establecimiento de un hogar nacional tras 2.000 años de exilio.

Pasaron 77 años desde entonces y la sociedad israelí debe recordar esta colaboración. La diáspora desempeñó un papel crucial en nuestro renacimiento, tanto los inmigrantes como los que permanecieron en el extranjero.

Incluso hoy, estamos obligados a identificar objetivos compartidos para la cooperación entre israelíes y nuestros hermanos y hermanas de la Diáspora. Sólo mediante esfuerzos conjuntos podremos combatir con éxito el antisemitismo, el terrorismo y los desafíos legales internacionales.

Imaginemos lo que podría ocurrir si actuáramos hoy como lo hacíamos hace 77 años, abordando las decisiones tomadas en foros internacionales como La Haya.

En el 77 aniversario de la dramática decisión del 29 de noviembre, debemos volver a las raíces de nuestro renacimiento. Israel y la Diáspora unidos, juntos.

*Oded Revivi es el flamante director del Museo del Pueblo Judío (ANU), situado en Tel Aviv.

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