Itongadol.- Corría el inolvidable julio de 1938 y en la conferencia de Evian que se dio del 6 al 15 (Francia), 32 países se reunían en una famosa conferencia para tratar el “problema judío”. ¿En qué consistía? Tan sencillo como premonitorio: Alemania ya había comenzado institucionalmente con la promulgación de las leyes de Núremberg de 1935 a legislar sobre la quita de derechos a los judíos, comenzaron por cercenarles la ciudadanía por su condición de tales, el mundo se expresaba cerrándole oficialmente las puertas de sus países y terminaron prohibiéndoles vivir. Sí, así como leen, la ejecución de la shoá estuvo a cargo de Alemania, pero la responsabilidad de esa locura fue definitivamente compartida por el mundo.
Haim Weitzman -quién luego sería el primer presidente de Israel diez años después- dijo en ese momento respecto de la conferencia: “El mundo se dividió entre quienes desean echar a los judíos y quienes no quieren recibirlos”. Los hechos se desencadenarían de manera trágicamente vertiginosa:
-El 30 de setiembre de ese año se firmaba el Pacto de Múnich. Las potencias europeas de Francia, Italia e Inglaterra le “permitían” a Alemania la anexión de la región de los Sudetes (Checoslovaquia) y entre los cuatro firmaban ese convenio vergonzoso en que el nazismo mentía afirmando que no invadiría ningún otro país y que fue la vía libre que el mundo le dio para lo que vendría después: la Kristallnacht, el holocausto y la Segunda Guerra Mundial.
-Tras la firma del pacto, Chamberlain volvió a Londres e inmortalizó la famosa frase: “Paz para nuestros tiempos” (peace for our times) en el aeropuerto de Heathrow, Londres, ante una ovación de los ingleses que envejecería ridícula poco tiempo después con el devenir de los acontecimientos que traerían todo lo contrario. Solito, en la cámara de los Lords, Churchill (quien menos de un año después sería elegido primer ministro transformándose en uno de los estadistas más grandes del siglo pasado) predecía el futuro diciendo “pudo elegir entre la deshonra y la guerra. Eligió la deshonra y tendrá la guerra”.
-El 9 de noviembre de ese mismo año las hordas nazis perpetrarían la tristemente célebre “Noche de los cristales rotos (la kristallnacht)” quemando más de mil sinagogas en Alemania y Austria, asesinando centenas de judíos y destruyendo las vidrieras de sus comercios (de ahí el nombre de ese tristemente célebre pogrom). Comenzaba formalmente la shoá, el holocausto judío.
-El 1° de setiembre de 1939, menos de un año después del Pacto de Múnich, las palabras que en soledad había pronunciado Churchill el 30 de setiembre del año anterior sobre la deshonra y la guerra, Alemania invadía Polonia y comenzaba la Segunda guerra mundial.
Este reciente 7 de octubre -en el que el grupo terrorista Hamas asesinó, secuestro y desapareció civiles por su condición de judíos- pudo haber sido el comienzo del punto final al terrorismo. El Mundo libre lo está transformando en un punto de partida a dimensiones desconocidas, o no tanto. Pudo condenar de manera enérgica, colectiva y contundente a Hamas a ser tratado como criminales de lesa humanidad y gran parte lo equipara a una democracia establecida entre las naciones donde imperan los derechos universales y el debido proceso: Evian, Múnich, la Kristallnacht, la invasión a Polonia, la Segunda guerra mundial y la shoá se pasean este fin de 2023 todas juntas comentadas por políticos y medios convencionales con una naturalidad nauseabunda que somatiza en las entrañas de muchos de nosotros.
OTRA VEZ VENDRÁN TIEMPOS TERRIBLES.
Pudieron elegir entre la deshonra y la guerra, eligieron justificar los secuestros y asesinatos de civiles por ser judíos y tendrán la guerra que ya vivieron.
A Sir Winston Leonard Spencer Churchill no le llego ni a la suela de los zapatos, pero me atrevo a vaticinar que el 7 de octubre no es el fin. Lamentablemente es solo el comienzo. Mientras pululan Chamberlains que hablan de paz y se vienen Kristallnachts, matanzas de civiles y más guerras.
¿Comprenden que el grupo terrorista Hamas tiene establecido en su estatuto la aniquilación del Estado de Israel y de todos los judíos sobre la faz de la tierra?
¿Vieron las imágenes de civiles de todos los sexos y edades masacrados, violados y secuestrados de sus hogares una apacible mañana de un sábado solo por ser judíos?
¿Cuánto falta para que nuevamente, en Europa, en nombre de quien sabe qué Dios, alguien reedite Lockerbie (volaron un 747 con civiles sobre Escocia) o Bataclan o en Estados Unidos ocurra un nuevo 11 de setiembre? ¿Cuánto?
Con el aval político que el mundo le dio a Hamas, es solo cuestión de tiempo.
Es la tercera vez en este artículo que vaticino que OTRA VEZ VENDRÁN TIEMPOS TERRIBLES.
Deseo equivocarme no sin antes ensayar un final de esta columna con la ilusión de atravesar esos tiempos que ya empezaron con una indispensable épica que garantizará, una vez más, el éxito de la civilización aunque con enormes costos humanos.
Pertenezco a una cultura, la judía, cuna de la civilización occidental, pueblo del libro y madre del ordenamiento institucional a través del simbolismo de las tablas de la ley.
Nunca vi en estos años a tantos tan juntos en la comprensión de este conflicto sin grises, sin medias tintas, sin fisuras. Aquellos que justifican a Hamas ya no tienen lugar entre nosotros, no los queremos, no son parte nuestra, son tan enemigos como ese grupo terrorista. Se ha trazado una línea en la arena y está muy claro quién está de cada lado. Es tan ridículo que ciertos sectores del mundo occidental se pongan del lado de quienes van a atentar contra ellos (y nosotros) por occidentales, que si no fuese una inexplicable patología autodestructiva signada por una judeofobia atávica pasional sería solo ridícula.
Así como tuve la insoportable obligación de analizar el pasado y dar mi crudo análisis del presente, deseo transmitir que, así y todo, y a pesar del enorme costo humano presente y venidero, sé que seguiremos ganando esta guerra sin fin. No tengo dudas de ello. Sencillamente porque es por nuestra supervivencia, como lo fue a lo largo de la historia. No podemos darnos el lujo de perderla porque desapareceríamos.
Y acá estamos los judíos muy tristes, pero aun así, mejor que nunca. Hay un Estado judío entre 197 -el judío de las naciones- garante de nuestra existencia en medio de un mundo tan tibio como el de aquellos años 30 que precedieron los tiempos donde se institucionalizó la suma del mal.
Sepan que no nos olvidaremos de quienes nos acompañan, pero tampoco de los neutros. Hace 85 años íbamos a las cámaras de gas ante el silencio de gran parte del mundo. Apoyando a un Israel que se va defender como un León ratificamos que “nunca más es ahora”. Tantos como yo elegimos estar del lado de la línea de los que defienden su existencia y derecho a defenderse sin peros, y no tenemos nada para hablar de este tema con quienes se paran del otro.
Entiendo que experimento el mismo shock al ver a quienes justifican a Hamas intercambiando rehenes civiles ante el relato neutro de esta aberración por parte de relatores de esta locura con adjetivaciones inocuas como seguramente otros quedaron atónitos ante la pasividad internacional mientras ocurrían la conferencia de Evian y el Pacto de Múnich.
Como decía el escritor Amoz Oz: “Allí donde persigan un judío por su condición de tal, yo me doy por perseguido”.
Que estos TIEMPOS TERRIBLES nos encuentren con la mente lúcida, nuestros valores más nobles como lo hicimos siempre para, le moleste a quien le moleste, sencillamente, seguir viviendo.
Nunca más es ahora.