Itongadol/AJN. Un fenómeno culinario reciente ha llamado la atención de muchos: el avance firme de la panceta kosher, un producto de carne que parece y sabe como el verdadero. Lo extraño es que ningún tipo de escándalo haya acompañado al fenómeno.
Probablemente se trate, en medida, de cuánto ha cambiado el judaísmo americano a través de los años. Tanto es así que la última vez que se presentó este producto en la prensa judía americana, en 1949, se desató el infierno. En ese entonces el escritor Isaac Rosenfeld publicó en la revista Commentary una columna que lo posicionó como héroe cultural para algunos y traidor para otros.
En el artículo titulado “Adam y Eva en la calle Delancey” él ofreció su propia interpretación de las leyes dietarias y argumentó que eran un tabú sexual. Según su arecer, la función del kashrut era regular la conducta sexual y supervisar el apetito. Los viejos permisos y prohibiciones culinarias era una represión más que una celebración de la alianza.
Tras su publicación el escrito dio que hablar y todos tenían algo para decir sobre él. Algunos pensaban que violaba los cánones del buen gusto, otros pensaban que era una repetición de nociones psicoanalíticas sobre el sexo. El escándalo fue tal que muchas personas incluso cancelaron sus suscripciones a Commentary.
Hoy en día es difícil imaginar que un artículo como este se convierta en algo célebre. Las personas se sorprenden menos fácilmente que sus predecesores. Además, algunos mantienen su dieta kosher mientras comen panceta (kosher).