Introducción
Sucesivamente, a través de una serie de referencias en los textos del Magisterio, trazaremos la transmisión del pensamiento de Maimónides. Desde la Dei Verbum a santo Tomás de Aquino. El parágrafo en el cual encontramos el pensamiento del rabino Maimónides en la Constitución del Concilio Vaticano II retoma en sustancia aquel presente en la Constitución dogmática Dei Filius (1870) del Concilio Vaticano I sobre la fe católica, esto es, el parágrafo del segundo capítulo titulado De revelatione. Confrontemos a continuación ambos textos, comenzando con el segundo de los concilios vaticanos: El santo sínodo profesa que el hombre «puede conocer ciertamente a Dios con la razón natural, por medio de las cosas creadas» [cf. Rom 1,20]; y enseña que, gracias a dicha revelación, «todos los hombres, en la condición presente de la humanidad, pueden conocer fácilmente, con absoluta certeza y sin error, las realidades divinas, que en sí no son inaccesibles a la razón humana».
El texto de la Dei Filius atestigua:
A esta divina revelación hay ciertamente que atribuir que aquello que en las cosas divinas no es de suyo inaccesible a la razón humana, pueda ser conocida por todos, aun en las condición presente del género humano, de modo fácil, con
firme certeza y sin mezcla de error alguno. Sin embargo, no por ello ha de decirseque la revelación sea absolutamente necesaria, sino porque Dios, por su infinita bondad, ordenó al hombre a un fin sobrenatural, es decir, a participar de bienes divinos que sobrepujan totalmente la inteligencia de la mente humana; pues a la verdad «ni el ojo vio, ni el oído oyó, ni ha probado el corazón del hombre lo
que Dios ha preparado para los que le aman» [1 Cor 2,9; Can 2 y 3].
Es de tener presente la parte del texto en cursiva, porque es en ella donde se encuentra la herencia del pensamiento de Maimónides. Los dos parágrafos afirman que de parte de todos los hombres pueden ser conocidas, en la condición presente, las cosas sobre Dios que no superan la razón del hombre, esto con firme certeza y sin error. Notemos que el segundo parágrafo citado reporta entre paréntesis cuadrado una citación de santo Tomás de Aquino. La referencia es al primer artículo de la primera cuestión de la Summa Theologiae.
Hasta este punto no encontramos alusión alguna al hecho que detrás de tales textos hay una idea de Maimónides. El descubrimiento de este particular nos es es dado gracias a un artículo de Paul Synave: La révélation des vérités divines naturelles d\’après saint Thomas d\’Aquin, en Mélanges Mandonnet 1, Paris 1930, pp. 327-370, calificado como excelente por parte de
algunos estudiosos.
Desde santo Tomás de Aquino a la Dux neutrorum de Maimónides. Paul Synave en el artículo citado consigna que santo Tomás ha sostenido la necesidad de la revelación de las verdades divinas naturales.
Prescindamos del argumento de su artículo y concentrémonos más bien en su método a la hora de reconstruir los textos, porque es esto lo que nos interesa. Él pone en contraste dos grupos de textos de santo Tomás. Para simplificar los podemos llamar textos con citación implícita de Maimónides y textos con citación explícita de Maimónides. Paul Synave inicia la comparación entre ambos grupos a partir de los textos maduros de santo Tomás, que son aquellos con la citación implícita. Se trata de dos parágrafos de la Summa theologiae, un parágrafo de la Summa Contra Gentiles y un pequeño parágrafo del Compendium theologiae, del cual el autor no da cuenta en detalle.
A partir de estos textos el autor deduce en un esquema tres expresiones: pauci, post multum tempus, cum admixtione multorum errorum, tratando de decir cual era la expresión más madura de santo Tomás sobre el argumento analizado. Por ahora notemos que el texto de la Dei Filius contiene tres expresiones opuestas a estas. Sucesivamente examina el segundo grupo de textos, aquellos con la citación
explícita de Maimónides. En ellos santo Tomás reconoce a quien debe la formulación de su argumento. Se trata de parágrafos del 3 Sententiarum, De Trinitate e De veritate.
En ellos, el Aquinate reporta cinco motivos de Maimónides por los cuales uno no debe iniciar estudios de metafísica. En realidad, los motivos presentes en el conjunto de todos los textos de santo Tomás son más de cinco, y podemos suponer que esto se debe a la variedad de expresiones usadas por Tomás, y a su relectura de la traducción latina – Dux neutrorum – del original árabe de la Guía de los perplejos de Maimónides.
En la Guía de los perplejos el rabino aduce los siguientes motivos en virtud de los cuales es prohibido el estudio de la metafísica. El primero consiste en la dificultad, sutileza, profundidad y oscuridad del argumento. Esto quiere decir que los argumentos propios de la metafísica son tales. Es más, debemos notar que la misma Guía de los perplejos fue escrita para un hombre perplejo de frente a tales dificultades, surgidas luego de haber rechazado y destruido las propias creencias religiosas.11 Es la perplejidad de un hombre “en cuya alma está anclada la verdad de la nuestra Ley” y que “ha estudiado las ciencias filosóficas y conoce sus secretos”.
El segundo motivo se basa sobre la distinción entre acto y potencia. El hombre, cuando nace, está privado del conocimiento, pero posee ya la posibilidad de conocer, de perfeccionar el propio intelecto. “Ahora bien, el hecho de poseer algo en potencia no implica necesariamente su paso al acto; a veces se queda en su primera fase imperfecta, bien por determinados obstáculos, o por falta de ejercitación en aquello que transforma la potencia en acto (…), dice Maimónides. El tercer motivo de Maimónides está caracterizado por la necesidad de los estudios preliminares a la metafísica, estudios largos y fatigosos.14 No solo la mayoría de los hombres comunes desiste de ellos sino también gran parte de los estudiosos comete un vicio metodológico: “(…) inquirir los últimos términos y poner en cátedra sobre ellos, sin preocuparse de los estudios preparatorios”.15 Maimónides en esta sección hace referencia a una cierta gradualidad de las ciencias, donde es más que evidente la influencia de Aristóteles. En la cadena de los estudios la metafísica es la última de las ciencias a estudiar.
El cuarto motivo está representado por las predisposiciones naturales caracteriales, las cuales a su vez dependen de una disposición corporal. Quien es cálido de corazón se angustia, quien tiene testículos cálidos y húmedos difícilmente será casto, los movimientos desordenados del cuerpo indican su corrupción, la naturaleza de los jóvenes es ardiente y confusa.Entre aquellos que presentan tales aspectos hay algunos cuyo cualquier esfuerzo es inútil y otros que con el tiempo se aquietan. El telón de fondo de este discurso es la enseñanza de los secretos de la Ley. Para quienes no están ejercitados en las virtudes éticas, que a su vez son premisas de las virtudes dianoéticas, rige una prohibición sobre la transmisión de ciertas cosas.
El núcleo del quinto motivo se concentra sobre las necesidades corporales, en otras palabras, sobre las necesidades de la vida que representan la primera perfección. Maimónides subraya como impedimento para el estudio no solo las necesidades de la vida, sino también aquello que viene como consecuencia: la esposa, los hijos, la búsqueda de las cosas superfluas que se convierte en hábito. Un hombre perfecto, en estas condiciones, se expone a percibir las cosas en una manera confusa o derechamente no percibirlas.
Por el hecho que se trata de una prohibición, de una negativa al estudio para aquellos que presentan tales características o impedimentos, podemos llamar estos argumentos de Maimónides ‘negativos’. Santo Tomás conoce estas razones y las cita en varios textos reportando diversas expresiones que, luego, usará a lo largo de su argumentación: profundidad del objeto de la metafísica, incapacidad del intelecto para pasar por sí mismo de la potencia al acto, necesidad de muchas ciencias preparatorias, y que por lo tanto sólo algunos pocos pueden conocer, a causa de las indisposiciones corporales, ocupaciones de la vida, debilidad del intelecto en sus inicios, que además requieren largo tiempo en los estudios preparatorios de la metafísica. Tomás, citando a nuestro rabino, fielmente repropone en varios textos estos motivos. Sin embargo, usa los argumentos de Maimónides para sostener su propia tesis, esto es: es conveniente proponer el aceptar por medio de la fe las mismas cosas sobre Dios que algunos pueden demostrar también con la razón.
Por medio de la demostración metafísica se puede obtener un cierto conocimiento sobre Dios, pero del que pocos hombres son capaces. Por esa razón santo Tomás enuncia la propuesta de creer, por parte de todos, algo sobre Dios que algunos hombres están en grado de demostrar. Llevando a cabo esta propuesta transforma, entonces, el argumento negativo de Maimónides en uno ‘positivo’ a favor de la revelación: el conocimiento sobre Dios a través de la fe es más fácil de obtener, más general y más cierto, porque adquirido como si fuese dicho por Dios.
Curiosamente, el texto de santo Tomás en el cual nos encontramos con estas tres expresiones (Summa theologiae, IIª IIae, q. 2, a. 4), y que después serán reproducidas en los documentos del magisterio católico, no es el texto citado por dichos documentos (Summa
theologiae, Ia , q. 1, a. 1 co.). Los documentos del magisterio reenvían al texto de santo Tomás en el cual todavía no está transformado el pensamiento ‘negativo’ de Maimónides en uno ‘positivo’.21 O sea, los textos del Magisterio reenvían a las citas implícitas de Maimónides, a su pensamiento, y no al pensamiento que es propio de santo Tomás.
La Dei Verbum y Moisés Maimónides
Volvamos al parágrafo de la constitución Dei Verbum, en el cual hemos afirmado la presencia, en un cierto sentido, del pensamiento de Maimónides gracias a la mediación de Tomás. El texto reconoce la dificultad de la razón y por eso sostiene que gracias a la
revelación sobrenatural “(…) aquello que en las cosas divinas no es de suyo inaccesible a la razón humana, pueda ser conocida por todos, aun en las condición presente del género humano, de modo fácil, con firme certeza y sin mezcla de error alguno.”22 Tal pensamiento, como hemos, visto, es atribuido en otros textos doctrinales católicos a santo Tomás de Aquino, lo que no sucede en la Dei Verbum, que en este caso no menciona ninguna autoridad medieval. En las lineas precedentes hemos demostrado que el frate dominicano formula sus ideas gracias a la lectura de la Guía de los perplejos de Moisés Maimónides. He aquí el lugar preciso de la Constitución dogmática en el cual encontramos el pensamiento de Maimónides, transformado positivamente a favor de la revelación:
Maimónides Dei Verbum
pocos todos
después de un largo tiempo fácilmente
incapacidad o debilidad intelectual con absoluta certeza y sin error
Con esta esquematización pensamos haber demostrado en manera suficiente la génesis de un pensamiento y, así, haber desvelado algo más sobre sus orígenes. Ciertamente, observando la transmisión del pensamiento de Maimónides y el texto de la constitución Dei Verbum, no podemos atribuir de manera tajante una cierta afirmación de la Constitución a una idea del rabino Maimónides. Pero hemos visto que la Dei Filius reenvía al texto en el cual está presente implícitamente el pensamiento de Maimónides, al primer artículo de la Summa, y sobre el cual apoya una cierta doctrina de revelación. Creemos correcto sostener que el justo reconocimiento del origen de aquel pensamiento pone los tres textos del Magisterio católico, esto es, la Dei Verbum, la Humani generis y la Dei Filius, bajo otra luz.
Hemos visto que también Tomás reconoce la autoridad de Maimónides y lo cita explícitamente. Además, el hecho que el pensamiento de Maimónides se encuentre al interior de un tema tan importante para la teología católica – la Revelación – no es una cosa de poca importancia. De este modo y gracias a este estudio es reconocida la paternidad de una cierta idea, que justamente puede ser llamada inter religiosa, porque pertenece sea a Maimónides que a Tomás. Con esto se espera también evitar en el futuro su sucesiva
transmisión sin el debido reconocimiento.
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