La Nacion.-Los familiares de las víctimas del ataque terrorista siguieron casi el mismo camino. Primero acompañaron la pesquisa casi sin cuestionamientos, y luego, desencantados, criticaron al juez federal Juan José Galeano y al gobierno de Carlos Saúl Menem.
Sólo los familiares agrupados en torno de Memoria Activa y de Laura Ginsberg, que también se separó de este grupo, tuvieron desde el inicio de la causa una postura crítica de la investigación.
La DAIA, brazo político de la comunidad judía, apoyó decidida la causa de Galeano. Eran los tiempos de Rubén Beraja, de excelentes relaciones con el menemismo. La AMIA, con sus propios abogados, también suscribió esa línea de investigación.
Los disidentes eran las minoría.
Pero desde 1997, cuando en el acto por el aniversario del atentado fueron silbados los funcionarios del gobierno de Menem, todo cambió.
Desde que se inició el juicio, los querellantes llegaron divididos: Memoria Activa, por un lado, y AMIA/DAIA junto con familiares, por el otro.
Críticas y choques
Pero con el correr de las audiencias los familiares se mostraron más críticos y hasta chocaron con la posición de las instituciones.
Estas discrepancias que salieron a la luz tuvieron su reflejo en la vida comunitaria. Sobre el final del proceso judicial, con Rubén Beraja preso, las elecciones en la DAIA llevaron a la presidencia a un opositor: Gilbert Lewi.
La AMIA, con Abraham Kaul en la presidencia, ya se había diferenciado de la vieja línea y estaba más cerca de los críticos. Pero Lewi no pudo dar batalla. Una enfermedad lo obligó a alejarse, y hoy está al frente el vicepresidente a cargo, Jorge Kirshenbaum . La abogada de la DAIA, Marta Nersellas, es una de las firmes sostenedoras de que hay indicios contra los acusados.
El final del juicio encontró a las instituciones y a los familiares de las víctimas en pleno debate. Aunque, con sus diferencias, sostienen que es preferible que se haga justicia, antes que reclamar condenas a cualquier precio.