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Siria, un país desintegrado que poco o nada podrá volver a unir

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 Itongadol.- EL CAIRO.- Después de más de dos años de conflicto, Siria empieza a desmembrarse. Una constelación de grupos de milicias que lucha por imponer su propia agenda está efectivamente separando al país en distintos feudos armados. A medida que la guerra crece en su alcance y su brutalidad, la víctima principal parece ser la integridad del Estado sirio.

 
Mientras se acumulan las evidencias de masacres y el uso de armas químicas, los expertos y los propios sirios dicen que al poner el énfasis en un cambio en la cúpula del país, Estados Unidos ignora las profundas fracturas que se están produciendo en el seno de la sociedad siria. Es cada vez más evidente que Siria está tan desmembrada que ninguna autoridad única podría ser capaz de reunir los pedazos, al menos en lo inmediato.
 
De hecho, ya están surgiendo tres Sirias diferentes: una leal al gobierno, a Irán y a Hezbollah; una dominada por los kurdos y vinculada a los separatistas kurdos de Turquía e Irak, y una de mayoría sunnita influenciada por los islamistas y jihadistas.
 
"No es que Siria se esté desintegrando? Ya se desintegró", dijo Andrew J. Tabler, del Instituto Washington de Política de Cercano Oriente y autor del libro En la cueva del león: un testigo presencial cuenta la batalla de Washington con Siria . "Es tanto lo que ha cambiado entre las partes involucradas que no puedo imaginar cómo podría volver a juntarse todo de nuevo", dijo Tabler.
 
La fragmentación del país se alimenta de la creciente brutalidad de los combatientes de todos los bandos, y la naturaleza cada vez más sectaria de la violencia. Los ejemplos recientes abundan. Las milicias del gobierno atacaron las comunidades costeras, con la mira puesta en los civiles sunnitas. Los rebeldes sunnitas atacaron, a su vez, los santuarios religiosos de otras sectas. Esta semana, circuló un video que muestra cómo un comandante rebelde de Homs le arranca el corazón y el hígado a un enemigo y le muerde el corazón.
 
Los analistas dicen que este violento giro tendrá mayores efectos sobre el futuro del país que las eventuales ganancias territoriales de uno y otro bando, ya que dificultará aún más que la miríada de grupos étnicos y religiosos para quienes Siria es su hogar desde hace mucho acepten vivir lado a lado nuevamente.
 
Tras haber perdido terreno a manos de los rebeldes durante los dos primeros años de conflicto, durante las últimas dos semanas, las fuerzas del gobierno avanzaron en algunos frentes cruciales, desplazando a las fuerzas rebeldes en el sur de la provincia de Dara\’a, en las afueras de Damasco y en la ciudad central de Homs y sus aldeas circundantes.
 
Esas victorias no sólo reflejan un cambio estratégico de las fuerzas del gobierno, sino que también podrían consolidar las fracturas del país. Como la deserción masiva de la mayoría de los soldados conscriptos agotó las fuerzas oficiales al principio del conflicto, el gobierno ya abandonó su pretensión de recuperar los territorios lejanos a la capital, dijo Joseph Holliday, miembro del Instituto para el Estudio de la Guerra, de Washington. En cambio, el gobierno ahora se aboca a consolidar su control sobre la franja de tierra que se extiende desde Damasco, en el Sur, hasta Homs, en el centro del país, y el Oeste, una zona costera densamente poblada por los alauitas, secta a la que pertenece Al-Assad.
 
El perfil de las fuerzas de Al-Assad también cambió. Cuando los reclutados desertaron, quedaron los convencidos. "Básicamente, lo que produjeron todas esas defecciones y deserciones fue un núcleo duro, más leal y fácil de desplegar", dijo Emile Hokayem, analista del Instituto Internacional de Estudios Estratégicos, con sede en Dubai.
 
En ese vacío dejado por el gobierno en el norte y este del país, los grupos rebeldes capturaron pedazos del territorio y luchan por establecer administraciones locales.
 
Aunque el gobierno de Obama y sus aliados comparten el objetivo de los rebeldes de derrocar a Al-Assad, poco tienen en común con muchas de esas brigadas que definen su lucha en términos islámicos y que buscan establecer un Estado islamista.
 
La duración de la guerra y la competencia por los recursos fracturaron profundamente al movimiento rebelde. Esas fisuras cada vez más extendidas dejan poco lugar para el optimismo, y será difícil que Siria pueda ser enmendada nuevamente bajo un único liderazgo. "El único resultado real que veo para los próximos 5 o 10 años es una serie de cantones que acuerden treguas tácticas cuando se cansen del derramamiento de sangre", dijo Holliday. "El curso ya está fijado, con Al-Assad o sin él."
 
Traducción de Jaime Arrambide. La Nación.

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