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Comité Judío Americano: El viaje de Obama a Israel solo decepcionará a los detractores

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 Itongadol.- La próxima visita del Presidente de Estados Unidos Barack Obama a Israel ha cobrado vida propia.

Quizás porque el líder norteamericano no viajó al Estado judío en su primer período, aun cuando visitó varios países cercanos, entre ellos Egipto, Arabia Saudita y Turquía, o porque se ha dedicado tanta atención mediática a la supuesta falta de química entre Obama y el Primer Ministro israelí Benjamín Netanyahu, se especula descontroladamente sobre qué traerá el futuro inmediato.
Haciendo caso omiso del famoso dicho, "Nunca hagas predicciones, especialmente sobre el futuro", he aquí mi pronóstico. Quienes esperan alguna confrontación dramática durante la visita del presidente se sentirán enormemente decepcionados. Éste seguramente será un viaje animado y exitoso que resaltará lo que Obama ha dado en llamar el compromiso "invulnerable" de Estados Unidos con Israel y la singular asociación de Israel con Estados Unidos.
Después de todo, hoy día poco importa si cada uno de ellos hubiera votado por el otro. Ambos fueron elegidos y seguramente seguirán interactuando durante los próximos cuatro años. Como políticos experimentados, reconocen que la prueba decisiva no tiene que ver con la química personal, independientemente de la importancia que pueda tener, sino de valores e intereses compartidos.
Los valores compartidos son claros. Para Washington, tener un aliado democrático comprometido con el imperio de la ley, elecciones libres y justas, una fuerte sociedad civil y la protección de las minorías no es algo que se pueda dar por sentado, especialmente en estos momentos en un Medio Oriente cada vez más turbulento. Para Jerusalén, contar con el apoyo de la democracia más poderosa del mundo no es poca cosa. Y saber que, año tras año, grandes mayorías del pueblo norteamericano se identifican con el Israel democrático sólo resalta aquello que genera la singularidad de este vínculo bilateral.
Pero hay más. Ambos países siempre han tenido intereses compartidos. Incluso aunque algunos norteamericanos hayan cuestionado si, en la era post-Guerra fría, Israel sigue siendo un gran activo para los objetivos estratégicos de Washington, actualmente la respuesta no podría ser más clara.
Ambos países ven una región que presenta desafíos profundos, de hecho crecientes, para sus objetivos compartidos: impedir la proliferación nuclear, detener la diseminación de armas biológicas y químicas, y menoscabar la ascendencia de las fuerzas islamistas antidemocráticas e intolerantes que surgen de la agitación árabe – sin mencionar la esperanza omnipresente de promover perspectivas tendientes a una resolución pacífica del conflicto.
Por ende cuando se reúnan Obama y Netanyahu tendrán mucho para conversar. Dado el alto grado de acuerdo con el que llegan a las reuniones en relación con lo que Obama ha descrito como "tumulto" en el vecindario de Israel, se puede esperar aún más coordinación y alineamiento en asuntos que van desde Irán a Siria. Lo mismo ocurrirá con la cooperación entre Estados Unidos e Israel para la defensa, ejemplificada por proyectos conjuntos como el sistema para interceptar misiles Cúpula de Hierro. Probablemente el presidente reafirme el apoyo inquebrantable de Washington a la seguridad de Israel, aún cuando persistan los problemas presupuestarios en su país, y se asegure de que no sólo el pueblo israelí, sino también sus vecinos, reciban el mensaje.
El presidente también buscará conectarse con el público israelí. Lo hizo con efectividad cuando era candidato presidencial en 2008, especialmente durante su visita a Sderot. Sabe que necesita reanudar el vínculo y, haciéndolo, superar algunas sospechas residuales sobre si realmente comprende a Israel y tiene en suskishkes(entrañas) el interés de Israel.
Esto significa identificarse con el deseo de Israel de paz, seguridad y normalidad, y comprender sus temores en relación con las fuerzas malévolas de la región empezando por Irán, la campaña global para deslegitimar el derecho de Israel a la existencia, y los persistentes esfuerzos por aislar al país en el escenario internacional.
También significa hacer hincapié en la conexión del pueblo judío con la tierra desde tiempo inmemorial y resaltar qué es realmente el sionismo, y no lo que algunos, como el Primer Ministro turco Erdogan pretenden que sea. Y requiere ver a Israel más allá del conflicto, como un país que es una poderosa incubadora tecnológica, con una cultura vibrante, un espíritu humanista, una población resistente, y logros innovadores -de defensa a medicina- que contribuyen directamente al bienestar de Norteamérica.
¿Qué dirá el presidente sobre el proceso de paz? Muy probablemente, insistirá con su visión de dos estados para dos pueblos, recalcando que no se trata de castillos en el aire, independientemente de cuán remota aparezca la perspectiva hoy, y que es parte de los intereses de largo plazo de israelíes y palestinos por igual. Si bien no lanzará un nuevo plan de paz en este viaje, Obama sin duda hará un llamamiento a los legisladores de Jerusalén y Ramallah para que estén dispuestos a correr riesgos, demostrar coraje, generar confianza y evitar pasos unilaterales mientras trabajan para crear nuevos horizontes para un acuerdo, con Estados Unidos dispuesto a apoyar a los conciliadores.
Con ambas partes ansiosas por convertir la visita en un resonante éxito, el viaje de Obama a Israel podría en realidad resultar otro paso importante en la relación bilateral. No se trata meramente de una expresión de deseo, sino de una apuesta probable!
 
David Harris es director ejecutivo del American Jewish Committee (AJC)
 

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