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Se publicó la Evaluación Anual 2012 del Foro Coordinador para la Lucha contra el Antisemitismo.
Según el informe, el año 2012 se caracterizó por la continuación del crecimiento del nivel de peligro físico para las comunidades judías, especialmente las de Europa, por parte de elementos musulmanes radicales, aunque también por parte de activistas de la extrema derecha. De hecho, el año 2012 fue uno de los peores años, ya que durante su transcurso murieron seis judíos (en Francia, Iran y Yemen) y tuvieron lugar más de 170 incidentes violentos.
En el epicentro de los actos de violencia se encuentran las comunidades judías de Francia, que experimentaron durante este año un aumento de más del 20 por ciento en el número de incidentes, dentro de los cuales se registró un aumento del 51 por ciento en el número de los casos violentos. En ese sentido, Francia experimentó dos atentados: el de Toulouse (19/03) en el que murieron 4 judíos y otro joven resultó gravemente herido; y el atentado en el que se arrojó una granada en Sarcelles (19/09), en el que no hubo que lamentar víctimas y como consecuencia del mismo se descubrió una organización terrorista islámica en cinco ciudades francesas.
La escalada en Francia demostró en forma inequívoca que el antisemitismo musulmán no necesita de algún disparador externo, tal como podría serlo una escalada en el conflicto árabe – israelí en el Medio Oriente para estallar, sino que se transformó en un fenómeno auto – nutriente. De este modo, el atentado de Toulouse se produjo durante un período en el que no se registraron incidentes especiales en el Medio Oriente. Eso y más: los horrores de ese atentado no produjeron ningún examen de conciencia sino que por el contrario, despertaron inspiración y sentimientos de identificación que se expresaron en una ola de violencia especialmente contra jóvenes judíos en las cercanías de escuelas o sinagogas. Durante el mes y medio subsiguiente al atentado se registraron 148 incidentes, de los cuales unos 90 se llevaron a cabo durante los diez días subsiguientes al lamentable hecho.
Junto con los acontecimientos en Francia fuimos testigos de la violencia musulmana en otras ciudades de Europa. El número de incidentes en los otros países es significativamente menor pero es probable que estas cifras reflejen una expansión de la tendencia. En este marco, es dable señalar a la ciudad de Malmö, en Suecia; conatos de atentado en Milán, y hechos de violencia en Dinamarca, Milán y Alemania. Y ello, contrariamente al pasado donde las dos últimas se caracterizaron por un antisemitismo exclusivamente de derecha.
A raíz de la crisis económica la extrema derecha continúa progresando políticamente. En ese marco se destacó este año el ingreso en el Parlamento griego del partido neonazi “aurora dorada” con aproximadamente un 6,7 por ciento de los votos. Este partido no trepidó en echar mano a una retórica antisemita y provocativa que incluyó la lectura de un capítulo de los “protocolos de los sabios de Sión” en el Parlamento y la negación del Holocausto. Paralelamente, en Ucrania el partido “svoboda” logró ingresar en el parlamento con un diez por ciento de los votos.
En Hungría se destacó un aumento de las diatribas antisemitas por parte de la agrupación “Jobbik”, cuyos miembros destacaron la importancia de la “pureza de la raza” y exigieron contar a los judíos en el país, por constituir un “riesgo para la seguridad nacional”.
El fortalecimiento político de la extrema derecha también ejerció una influencia directa también sobre los acontecimientos en el terreno. Este año se destacó por un aumento en los hechos y en su gravedad especialmente en Hungría y en Ucrania (incluyendo hechos violentos), así como también en Austria, Italia y otros países.
En el Medio Oriente se afianzó aún más el diálogo antisemita. Es de subrayar a este respecto que dos personas de origen judío fueron asesinadas por su origen, uno de ellas en el Yemen y la otra en Iran.
Las actividades tendientes a la deslegitimación contra Israel no tuvieron este año el mismo éxito en el terrenos de los boicots o actividades de provocación frente a las fronteras de Israel, y por ello no influyeron en forma significativa sobra las comunidades judías del orbe. Con ello, es de subrayar que tales actividades provocan en gran medida una sensación de “luz verde” con respecto a la actividad antisemita.