Fuentes militares que cita la prensa local dicen que el lanzamiento contra un misil del tipo Scud, aprehendido por el Ejército estadounidense en Irak, es inminente y que del resultado dependerá el futuro de esas baterías montadas por la Industria Aeronáutica de Israel (IAI) en sociedad con la Compañía Boeing con sede en Chicago, un proyecto de 1.000 millones de dólares.
El punto del impacto, allí donde el misil israelí ha de interceptar al Scud, estará a «decenas de kilómetros de altura», distancia que aparentemente se mantiene en secreto. Hasta la fecha, todos las pruebas «en seco» y los simulacros por medio de ordenadores, han sido exitosos, y este misil anti-misiles, se perfila como el mejor del mundo en su tipo para interceptar los veloces cohetes balísticos, según los expertos israelíes.
El disparo se hará mediante una batería de cohetes «Jetz» trasladada a los EEUU para examinar su eficacia.
Israel instaló algunas en su territorio para el caso de ser atacado con misiles balísticos por Irán o Siria, su mayores enemigos potenciales.
El proyecto del «Jetz» comenzó tras la guerra de 1991 emprendida por EEUU y sus aliados contra Irak como consecuencia de su invasión a Kuwait. Durante esa contienda, y a pesar de no intervenir Israel, el derrocado presidente Sadam Husein ordenó el disparo de 42 de sus cohetes Scud que en cuatro minutos, desde una distancia de 500 kilómetros, llegaban a Tel Aviv y Haifa, entre otros objetivos.
En el último experimento, que data de diciembre del 2003, el «Jetz» interceptó y destruyó un misil bautizado «Flecha Negra» y montado especialmente para llevar a cabo esa prueba por Rafael, la compañía estatal para el desarrollo de armamento.
Según expertos castrenses, el misil, que puede convertirse en una gran fuente de ingresos para las IAI y Boeing, proporcionará una «respuesta adecuada» si Israel fuese atacado. El hecho de que el «examen final» se realice en los EEUU es un reconocimiento de la tecnología militar israelí, añadieron los expertos.
Fte El Mundo