El de Santiago Kaplún es un caso verdaderamente atípico: con 38 años y tres hijos es el secretario general de la Organización Hebrea Argentina Macabi, pero también es un abogado especialista en derecho ambiental, en virtud de lo cual asesora a más de 40 ONG nacionales e internacionales y fue el autor del fallo por el saneamiento del Riachuelo y el “caso Mendoza”.
En esta entrevista con la Agencia Judía de Noticias, el joven dirigente cuenta acerca de la actualidad de la institución de toda su vida, pero también se refiere a su nuevo desafío: es el candidato del Nuevo Modelo Comunitario a prosecretario 1º de la DAIA en las elecciones del lunes próximo.
P- No suele verse gente muy joven en la dirigencia judía, y si hay algo que te distingue es que lo sos y que hace años estás en la actividad comunitaria. ¿Cómo es tu vida macabea?
SK- En Macabi nací. Mi abuelo fue uno de los socios primigenios de la institución y lo siguieron mis padres y yo con mis hijos. En la dirigencia me involucré antes de los 30 años y fue una carrera desde una vocalía suplente hasta la secretaría general. La verdad que el crecimiento de la institución en cuanto a cantidad de socios y calidad de trabajo fue notable. En las últimas tres cadencias se notó una renovación generacional y por eso creo que, de alguna manera, los jóvenes van copando los cargos ejecutivos. Con mucha pasión, profesionalismo y esfuerzo pudimos sostener lo que venían haciendo nuestros antecesores.
P- ¿Ganándose su confianza para llegar a esos lugares?
SK- Absolutamente, y fue uno de los trabajos más complejos porque venimos de nuestras casas, con hijos chicos. Somos casi todos trabajadores independientes o profesionales en relación de dependencia en grandes empresas, y quizá pudimos bajar la experiencia de la calle a la institución. La verdad que nos fue muy bien. Hoy, Macabi es una institución pujante, con una importantísima renovación de socios. Lo más importante es que pudimos aumentar su cantidad dándoles calidad y profundizando el modelo de educación no formal y deportiva que tenemos. También acomodando, como corresponde, las finanzas con austeridad y haciendo una institución sustentable en el futuro, para que cuando dejemos la gestión puedan seguir construyendo arriba de las bases que nos dejaron y que mantuvimos.
P- Desde hace años en Macabi hay un presidente joven, con vos acompañándolo, y otras instituciones podrían copiar este modelo. ¿Es algo que va a venir sí o sí o a algunos les cuesta?
SK- Ser dirigente comunitario voluntario es una tarea muy compleja. Generalmente está relacionada con la situación económica de cada uno porque se necesita tiempo para dedicarle a la gestión, pero hemos demostrado que muchas veces el tiempo de calidad es mucho más valioso. Entonces, hoy el mundo gira en torno de los medios electrónicos, todo se puede hacer rápidamente y el tiempo que uno tiene para dedicarse tal vez vale el quíntuple que antes porque todo es mucho más instantáneo. Hemos demostrado que con una gestión dinámica y compuesta por gente comprometida se puede hacer.
P- Hoy también estás compartiendo el escenario político de la DAIA, a través del Nuevo Modelo Comunitario. ¿Cómo llegaste ahí?
SK- Todo gira en torno de lo que venimos hablando: la necesidad de trasladar el modelo de nuestras instituciones, que ha sido exitoso en cuanto a gestión y juventud, a las instituciones centrales. Es la base del Nuevo Modelo Comunitario. En Macabi, quienes nos antecedieron en la gestión tuvieron la visión de incluir jóvenes en el día a día y está visto que las renovaciones son interesantes. Esto es lo que queremos y lo que me motivó a involucrarme en las entidades centrales. No concibo la política comunitaria como una contienda, y más cuando uno se desenvuelve como voluntario. Y esto fue lo que nos motivó a acercarnos a contarle el modelo al otro candidato (Julio Schlosser) cuando iba a haber un escenario de bipartidismo en la DAIA. Porque, de hecho, hace un año y medio que venimos trabajando en los contenidos: cómo queremos que funcione la DAIA y qué queremos de los voluntarios que trabajen en ella, y Julio adoptó como propios los conceptos que veníamos trabajando. Entonces, hoy hay una elección en la cual se propone más de lo mismo, el viejo modelo, frente al nuevo modelo, como lo indica el nombre de nuestra agrupación. La verdad que parece ridículo ponerse a pensar… O sea, no tenemos afiliación partidaria alguna, ni vocación hacia algún sector de la política nacional. Lo único que queremos es trasladar el modelo de nuestras instituciones a una entidad central de la importancia que reviste la DAIA para la comunidad, de forma absolutamente transparente y sin prebenda o compromiso con algún sector que no sea nuestra propia comunidad. Una muestra cabal del modelo que pregonamos es que, teniendo la posibilidad de proponernos para diversos cargos con el único fin de entrar a la institución, no la tomamos: cada uno se ha propuesto en un solo cargo. Quiero decir: no tenemos una especulación política eleccionaria. Ésta es y va a ser nuestra línea de conducta cuando tengamos que ocupar la gestión. Para nosotros, los cargos están porque estatutariamente hay que ponerlos. Somos un equipo y trabajaría de la misma manera en cualquier lugar que me tocara. Tenemos clara la idea: somos un grupo de jóvenes profesionales que venimos de la gestión, no somos caídos del catre ni improvisados. Venimos trabajando hace muchos años y la juventud la tenemos como un valor, no como un peso o un impedimento para gestionar correctamente.
P- Ya metiéndonos en la política, ¿cómo estás viendo el escenario?
SK- El escenario de la DAIA me asusta un poco porque desde el principio fogoneamos la trasparencia y el juego limpio, ya que no concebimos, repito, la política comunitaria como una pelea. Eso es lo que nos movió a intentar hacer una lista única, para que la comunidad judía no pasara los papelones que hubo en la última elección de la AMIA. Y en esa línea nos seguimos manejando: no contestamos agravios. Nos han dicho que somos ‘K’, que tenemos fondos que provienen de cualquier lado… Lo único que nos mueve es la pasión por la comunidad. Me asusta el escenario porque cuando no concebís la política como una contienda, la verdad que lo que se viene es un poco estresante, pero más allá de todo estamos tranquilos: nuestra fuerza está puesta en el 6 de noviembre, no en el 5 (NdR: día de la elección). El 6 de noviembre va a ser el día en que, si nos tenemos que poner a trabajar, lo vamos a hacer porque nos venimos preparando hace mucho tiempo para esto. Particularmente tengo la experiencia de gestión no sólo en Macabi, sino en mi vida profesional, con lo cual no me asusta el trabajo; al contrario, me motiva.
P- ¿Qué mensaje podés darles a los jóvenes que quieran involucrarse en el futuro de la vida política comunitaria de la manera que vos lo hiciste?
SK- Esto es un desafío. Uno a veces no entiende de dónde surgen las ganas y la pasión de hacer cosas por los otros. El involucramiento tiene que empezar desde abajo, desde las instituciones a las que uno pertenece, y se tiene que sentir la necesidad de avanzar en la carrera política comunitaria trascendiendo esas instituciones. Eso fue lo que nos motivó: prestigiar a la institución que debe ser la más representativa y prestigiosa de la comunidad. Tiene que ser un desafío por sí mismo, con lo cual siempre se encuentran los lugares y las fuerzas para capacitarse todo el tiempo y ejercer las funciones, por más compromisos extracomunitarios que uno tenga. Dentro de nuestro modelo tenemos una gran cantidad de jóvenes, que venimos trabajando y no somos nuevos en esto. No venimos a ver de qué se trata, sabemos lo que queremos hacer y estamos preparados para trabajar.
P- ¿Te imaginaste el día después de asumir, entendiendo lo que es la DAIA y sabiendo lo que implica fijar posiciones y defender a la comunidad judía en la realidad de la política nacional?
SK- El día que nos toque asumir caeremos con nuestra computadora y nuestros proyectos, respetando absolutamente la historia y la tradición de la institución, escuchando a los consultores, que no son otros que quienes nos antecedieron en la gestión, para tratar de mejorar, prestigiar y dignificar a la comunidad judía con nuestra gestión.
P- Ustedes en Macabi tienen esta ingeniería, que aquellos que los antecedieron les han permitido crecer, entonces para vos es algo normal, pero en la DAIA, la AMIA u otras instituciones tal vez no, o lo es menos…
SK- … De eso se trata: no concibo otra forma de hacer crecer a las instituciones. O sea, si los antiguos dirigentes no tienen la visión de rodearse de nuevas generaciones, se terminan quedando en el tiempo. Y Julio, en este punto, tuvo la humildad de saberse rodear y permitir que podamos mechar nuestras ideas en su gestión. Está convencido de que nos va a ir bien y yo también.
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