Existen alrededor de 200 museos, 60 pertenecen al Estado y el resto son privados. Cada ciudad tiene su museo y cada Kibbutz también tiene el suyo. Los asentamientos (Moshavim), las villas y las localidades más pequeñas no se quedan afuera y cuentan con su propio museo, aunque más no sea uno pequeño.
Muchos de los privados fueron construidos recientemente. Un ejemplo es el Ziman Le´Omanut (Tiempo para el arte), ubicado en la calle Montefiore en Tel Aviv y perteneciente a una pareja de millonarios de Jerusalem que querían tener su propio museo de arte.
Yisrael Hirschberg, director del museo arqueológico del Kibbutz Nahsholim, aseguró que es «un símbolo de honor y no de pobreza. A lo largo de toda la historia la gente recolectó y preservó objetos artísticos y arqueológicos. Es algo cultural, universal».
Casi todo puede convertirse en museo: una galería de arte, un restaurante familiar, una bodega familiar, etc. La lista se vuelve más bizarra: museo del petróleo, de la historia del tractor, de la imprenta, del correo, del diamante. Parece ser una tendencia artística israelí la de «hacer-tu-propio museo».
Traducción: Leila Mesyngier