Nuestro Presidente hizo mención de nuestro antepasado Moisés; los Diez Mandamientos y el hecho que, Churchill, pensaba que la legislación no había mejorado desde entonces.
Lamento decir que también pienso que la burocracia legal no mejoro desde entonces, porque en la porción semanal de la Torá, Mishpatim (Éxodo 18:21), Jethro trazó una sola idea. Dijo: “… deberán designar los líderes de miles, líderes de cientos…”, y ellos juzgarán las pequeñas cuestiones y, Usted, Presidente del Tribunal, juzgará los asuntos importantes.
Acá, en nuestra Corte Suprema, la justicia es tan grande como un contrayente. Tiene mucho trabajo; tiene un enorme trabajo tanto en términos de importancia como en su alcance; y nosotros estamos tenemos consideración y aprecio por la tremenda labor, por la posición, por el sentido de misión y por la importancia de la Corte Suprema y el sistema legal en cualquier democracia pero, en especial, en la nuestra.
Podemos obtener un buen indicador de su importancia mirando las vicisitudes y la experiencia de nuestra región. No es algo menor que, por primera vez, decenas de millones de personas, pronto tal vez cientos de millones de personas alrededor nuestro obtengan el derecho a votar en elecciones libres y elegir a sus líderes. La capacidad de voto para el liderazgo de un país, en repetidas elecciones libres, justas, limpias y confidenciales es un cimiento fundamental en la construcción de la democracia. Enfatizo el tema de elecciones reiteradas porque no puede ser que, la primera elección libre, sea, también, la última elección libre y, por tanto, veremos cómo esto se desarrolla en nuestra región. Sólo podemos desear a nuestros vecinos un continuado camino de libertad- libertad genuina. Ese cimiento, elecciones libres, es necesario para toda democracia pero, por si solo, no es suficiente. Una sociedad democrática debe preservar las mismas libertades y derechos esenciales para la existencia de la vida libre; libertades tales como libertad de conciencia, libertad de expresión, libertad de religión, defensa de la propiedad privada, defensa de los derechos de los trabajadores y defensa de la credibilidad de contratos. Hay otras pero esas son las bases que dan significado a una vida libre.
Estas libertades y derechos pueden ser promovidos por muchos organismos: a través de parlamentos que legislan buenas leyes, a través de autoridades que las hacen cumplir, a través de la prensa que expone las violaciones a esas normas. Sin embargo creo que, de todos los organismos de un país democrático, son las cortes las que defienden y preservan esas libertades y derechos. Los romanos tenían un dicho: la gente distinguida tiene muchas cualidades, pero la valentía es una cualidad única que defiende a otras cualidades únicas; las garantiza.
En una democracia hay muchas instituciones importantes por su funcionamiento pero creo que un sistema judicial fuerte e independiente es lo que permite la existencia de todas las otras instituciones. Es fácil verlo. Todos sabemos que hay regímenes no-democráticos que aprobaron leyes y constituciones y aun continúan haciéndolo, que están muy bien escritas. Hablan de manera considerada de los derechos humanos, pero ¿son los derechos humanos respetados en esos países? La respuesta es no.
Les pido que me muestren un dictador, una sociedad no-democrática donde haya un sistema judicial fuerte e independiente. No hay tal cosa. Donde no haya un sistema judicial fuerte e independiente, los derechos no pueden ser defendidos. De hecho, la diferencia entre países en los que hay derechos sobre el papel y los que hay derechos de hecho es un fuerte e independiente sistema judicial. Esta es la razón por la que hice, y continuaré haciendo, todo lo que esté en mis manos para salvaguardar un sistema judicial fuerte e independiente. Es la razón por la que aprecio todo lo que hizo, Juez Beinish.
Honorable Presidente del Tribunal, Dorit Benish, primero y principal estamos reunidos aquí para agradecerle y desearle buena suerte. Algunos me han cuchicheado que hoy es su cumpleaños. El Presidente reveló ese feliz acontecimiento. Durante cinco años y medio, se desempeñó, con orgullo, al mando de la autoridad judicial en Israel. Fue un periodo difícil. El sistema judicial estuvo, mas de una vez, asediado y, por momentos, las flechas estaban dirigidas hacia Ud. Esos ataques fueron infructuosos, tanto contra Ud. como contra la Corte. La Corte es fuerte y estable. Nada fue permitido para dañarla. Incluso, durante los últimos meses, dejé de lado toda ley que amenazaba la independencia del sistema: desde el intento de mantener audiencias para los jueces en la Knesset, hasta el de limitar las peticiones o cambiar la composición del Comité para la Selección de Jueces. Continuaré actuando de esta manera, y toda vez que algo atraviese mi mesa de trabajo que pudiera dañar la independencia de las cortes en Israel, lo quitaremos.
Hace poco, el ex Presidente del Tribunal Supremo, Meir Shamgar, dijo: “Lo bueno perdurará, en tanto aquello que no es bueno está destinado a caer”. “Quisiera agregar: las cosas que no son buenas caerán de inmediato”.
Todos sabemos que hay un fuerte debate respecto del rol de las cortes en Israel. No creo que desaparezca. Y esto es anterior al ejercicio de Dorit Beinish. Hay debate, y el debate es natural en toda sociedad democrática. Los debates tienen lugar en las grandes democracias en las que, con frecuencia, varios sectores del gobierno intentan cambiar, a su favor, el equilibrio de poder. Eso ocurre en todas partes, y no hay nada ilegítimo sobre ese debate, pero debe tener lugar dentro de límites aceptable; límites en los que una persona puede estar en desacuerdo con un veredicto, pero debe obedecerlo; límites en los que la crítica de una decisión de la corte nunca será usada para socavar su misma legitimidad o el gobierno de la ley; límites en los que los ataques personales contra jueces nunca sean parte de las reglas de juego.
Encontrar el equilibrio justo entre las facciones del gobierno es un desafío democrático que se debe enfrentar. En esto, Israel no es diferente de EEUU o Gran Bretaña u otros países europeos. Sin embargo, creo que Israel es diferente a la luz de la clase de desafíos que nuestros jueces enfrentan cuando encuentran el equilibrio justo entre derechos que competen, el uno con el otro.
Durante 63 años, los jueces en Israel tuvieron que balancear entre derechos individuales y derechos de minorías y el derecho que es tal vez el más importante: el derecho de un país a auto-defenderse. Dije, en otra oportunidad, que había un solo derecho, una característica única que defendió a todo el resto y es el derecho a la auto-defensa, porque si no hay país no puede haber, en su interior, derecho alguno.
Hallar el equilibrio entre estos dos polos es la tarea más difícil de la democracia. Creo que es muy difícil. En tiempos dificultosos y de desafío, en épocas durante las que se amenazò la seguridad nacional, otras sociedades democráticas tomaron medidas extremas que dejaron, de lado, los derechos individuales. Nosotros no lo hicimos, pero en EEUU durante la época de Lincoln, cuando Roosvelt estableció los campos de detención, con las medidas que Churchill tomó en Gran Bretaña durante la Segunda Guerra Mundial, lo hicieron; lo hicieron para ayudar, no en todos los casos, al sistema judicial. Pero, a veces, algo mas ocurre. A pesar del flagelo del terrorismo y las nuevas amenazas a la seguridad nacional en algunos de esos países, el equilibrio se inclino hacia otro lado y la seguridad nacional fue dejada de lado, como si no tuviera importancia. Eso es demasiado peligroso. Varias décadas atrás, el juez americano Robert Jackson advirtió contra el peligro de inclinar, en exceso, las escalas en la dirección descripta. Dijo, “Si la Corte no atenúa su lógica doctrinaria con un poco de sabiduría práctica, convertirá la Carta Constitucional de Derechos Humanos en un pacto suicida”. La gente hace referencia a eso todo el tiempo, pero creo que, de hecho, la Corte Suprema del Estado de Israel tiene un registro del que puede enorgullecerse encontrando ese adecuado equilibrio. Tal vez, la razón por la que somos tan buenos para encontrar la justa proporción es que, desafortunadamente, somos ricos en experiencia, por no haber tenido, siquiera un solo día, de calma y paz.
Creo que Israel sirve como un modelo de rol para el mundo entero respecto al modo en que esos derechos pueden equilibrarse. Desde el día en que el Estado de Israel fue establecido, y durante los últimos años bajo su liderazgo Juez Beinish, la corte defendió los derechos individuales proveyendo al Estado de los medios para su autodefensa. Este es un gran logro para el Estado de Israel pero, creo, es un logro mayor para el mundo democrático; el hecho que Israel sirva de modelo, quisiera incluso aventurarme a decir “una solución de libro” a un problema que es complejo y no puede ser resuelto por los textos sino, más bien, por las experiencias de vida y la sabiduría de los jueces.
Dorit Beinish; abrió el camino cuando fue designada como primera mujer Presidente del Tribunal de la Corte Suprema.
Es, también, la primera israelí nativa en ocupar este cargo.
Conozco el maravilloso hogar en el que creció, el sionismo de sus padres inculcado en usted, los valores que aprendió en lo relativo a la contribución al país. Como nieta de víctimas del Holocausto, está familiarizada con el profundo valor del pueblo judío de establecer un hogar. Más aun, valoro su especial personalidad, su inteligencia, su perspicacia, tanto intelectual como emocional, su racionalidad junto con su humanidad, y aprendí algo de cada conversación que tuvimos y lo hicimos en numerosas oportunidades.
Pienso que traté de impresionarla de manera que viera lo comprometido que estoy durante mi última – y muy movilizadora- visita a la Corte Suprema.
Pienso que la democracia israelí está comprometida para servir como muro protector para la Corte Suprema, que es guardiana de nuestra democracia y su desarrollada cosmovisión.
Lo hizo en el pasado; lo hace en el presente y continuará haciéndolo en el futuro.
Hace poco dijo que piensa que nuestra democracia es más fuerte de lo que la gente piensa, y que cree, con todo su corazón, que nuestra democracia será preservada y que la Corte la resguardará. Bien, acuerdo, de todo corazón, en este tema.
Aprecio todo lo que hizo en la Corte Suprema para preservar un sistema judicial fuerte e independiente, y continuaremos trabajando para garantizar que permanezca de este modo. Somos responsables de asegurar que no haya amenaza a la independencia de las cortes en Israel. Eso continuará durante el ejercicio del nuevo Presidente del Tribunal Supremo.
Presidente del Tribunal, Grunis, permítame felicitarlo.
Espero que avive la llama de la democracia y la expanda.
Sé que tiene todas las condiciones necesarias para liderar, en este momento importante, la Corte y el sistema judicial israelí.
De mi parte y del gobierno de Israel, le deseo gran éxito.
Le prometo toda ayuda que pueda necesitar.
Nosotros ayudamos a la burocracia con todas las fuentes de material a su disposición. Estoy seguro que, bajo su liderazgo, la Corte Suprema de Israel continuará funcionando como faro de libertad para el resto del mundo, del que el Estado de Israel – y aquellos que santifican la justicia y la libertad- puedan estar orgullosos. Felicitaciones.