El organismo de control nuclear de las Naciones Unidas, una vez más expresó su preocupación sobre los posibles aspectos militares de las actividades nucleares de Irán.
Lo hizo a través de su último informe trimestral, que será presentado a los Estados miembros de la ONU en los próximos días.
"Espero que sea un poco más duro que el anterior. Sin embargo hay una serie de cuestiones pendientes relacionadas con el PMD (posibles dimensiones militares) de que Irán se niega a responder", indicó un diplomático.
En tanto, el gobierno de la república islámica hace un raro esfuerzo para mostrarse abierto sobre su disputado programa nuclear y, en consecuencia, hace muy poco para disipar las sospechas de Occidente sobre las ambiciones atómicas de Teherán.
Otro diplomático describió un cuadro similar al afirmar que Teherán no había abordado las preocupaciones del Organismo Internacional de Energía Atómica (OIEA).
Las naciones occidentales sospechan que Irán está tratando de usar su programa nuclear para desarrollar armas atómicas. La República Islámica rechazó la acusación, diciendo que quiere producir energía nuclear.
Por su parte, la OIEA se quejó en forma reiterada por la falta de cooperación de Irán ante las acusaciones de militares vinculados a su programa nuclear.
En informes anteriores, el organismo dependiente de la ONU instó en vano a que Teherán proporcione un acceso rápido a los lugares, equipos, documentos y personas relevantes para su investigación.
Irán respondió que mostraron que el país es “ciento por ciento transparente y abierto", e incluso permitió que un alto inspector del OIEA visite las instalaciones atómicas del Estado islámico.
El OIEA trató desde 2008 obtener acceso a sitios vinculados a la fabricación de centrífugas para refinar uranio – un material que puede tener propósitos tanto civiles como militares -, pero Irán ha ignorado hasta ahora las solicitudes.
Teherán la semana pasada también mostró una cierta flexibilidad para responder a las preguntas del OIEA.
Pero lo diplomáticos saben que se trata de una vieja táctica para evitar cualquier presión internacional más duras sobre el país, mientras sigue adelante con su programa nuclear.
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