Muchos alegan que existe una completa distinción entre el sentimiento antijudío y el sentimiento antiisraelí. Otros creen que los dos están íntimamente relacionados. Como comunidad judía y como miembros de la comunidad en general tenemos que preguntarnos dónde está la verdad.
Hecho: En 1992, la embajada israelí en la Argentina fue bombardeada. La Organización Jihad Islámica, vinculada con Irán y Hezbollah, se lo atribuyó.
Veinte y nueve personas fueron asesinadas, 242 resultaron heridas. Se podría decir que bombardear una embajada israelí equivale a bombardear a Israel y que, por lo tanto, este acto en particular fue de naturaleza antiisraelí. De hecho, algunos han argumentado que nada tenía que ver con el antisemitismo.
Hecho: El 18 de julio de 1994, el Centro Comunitario Judío AMIA de Buenos Aires fue bombardeado. Ochenta y cinco personas fueron asesinadas. Más de 300 resultaron heridas. El edificio, que había sido un centro para la vida cultural judía, fue destruido. No puede haber dudas de que éste fue un acto contra el pueblo judío (a pesar de que algunos trabajadores y transeúntes no judíos estuvieron entre las víctimas). Nadie ha sido llevado a la Justicia.
Sin embargo, es bien sabido que se trató de un ataque terrorista organizado y llevado a cabo por Hezbollah.
Hezbollah les apuntó a judíos en una institución judía. ¿Y por qué atacar a judíos? ¿Porque el Estado de Israel es judío? A lo largo de la historia del antisemitismo ha existido un profundo odio de los judíos.
Cuando los primeros cargos de deicidio fueron instalados, los judíos fueron representados como malvados porque habían “matado a Dios”. Esta caracterización del judío vio diversas manifestaciones: el judío como satánico, participante de rituales demoníacos, como libelos de sangre; el judío como envenenador de pozos y profanador de la hostia (por lo tanto, matando a Cristo otra vez); el judío como acaparador de dinero.
Mientras Europa se modernizaba, las calumnias antijudías, que habían sido de naturaleza religiosa, se volvieron más sofisticadas: los judíos eran malvados porque eran genéticamente defectuosos, racialmente inferiores, “Untermenschen” -infrahumanos que necesitaban ser eliminados de la sociedad-, y más tarde, fueron erradicados como indeseables en campos de exterminio.
Una vez que fue creado Israel se produjo la transferencia de la calumnia a personas y un pueblo a un Estado: el Estado es intrínsecamente malvado porque está poblado por malvados.
Basta con mirar la prevalencia del antisemitismo en Medio Oriente para ver que a veces es imposible separar la retórica antijudía de la antiisraelí. La sabiduría convencional dice incorrectamente que el antisemitismo se desarrolló con el advenimiento del sionismo. De hecho, es una interesante mezcla de los dos, una combinación de elementos del antisemitismo medieval y moderno con el fervor antiisraelí.
Sea cual fuera la razón, los judíos, y ahora Israel, han sido y siguen siendo los chivos expiatorios.
Al centrarse en los judíos y el Estado-nación judío, regímenes nefastos avivan “el odio más extendido” y así pueden desviar la atención de sí mismos.
Por consiguiente, resulta más importante que nunca recordar. Debemos recordar a las 85 víctimas del atentado a la AMIA. Debemos recordar a sus familias y amigos que han sufrido. Debemos recordar a los más de 300 heridos. Y debemos decir las cosas como son: todas estas personas inocentes fueron intencionalmente dañados por los terroristas que ignoran las leyes básicas y sencillas de la humanidad.
El atentado al centro AMIA fue un malvado acto de terrorismo antisemita. Fue, sin duda, perpetrado por Hezbollah, el representante de la República Islámica de Irán. No nos permitamos olvidar que Irán se refiere a Israel como “el régimen sionista”, el “enemigo del islam”, el “pequeño Satán” y el “tumor canceroso que debería ser removido de la región”. Debemos recordar que nadie ha sido llevado a la Justicia y dar rienda suelta a todo el poder que podamos reunir como individuos, pueblo y nación, para poner en juego a la justicia en el escenario mundial. No permitamos que alguien olvide lo que pasó el 18 de julio de 1994 porque si lo hacemos, caemos en las manos del mal.
* Directora de Relaciones Comunitarias de la Federación Judía de Winnipeg, Canadá.