Nos encontramos conmemorando un nuevo aniversario de la desgarradora tragedia individual y colectiva que constituyó el ataque terrorista contra AMIA, un aniversario en el que aún persisten muchas preguntas en necesidad de respuestas contundentes. No cabe duda que en el último año se han dado desarrollos sumamente alentadores en cuanto a avances en la conexión local gracias a los esfuerzos del Juez Federal Ariel Lijo quien ha logrado imputar a aquellos sospechosos de haber colaborado en el encubrimiento de este crimen de lesa humanidad. Así mismo se ha reabierto el expediente en contra del traficante de autos Carlos Alberto Telledin y el juicio oral está en vías de iniciarse. Y aun así perdura la sensación de inmovilidad y un silencio ensordecedor por los que callan la verdad esperando que el paso del tiempo, el hastío y el olvido hagan lo suyo.
Para nosotros, como el pueblo de la memoria, este episodio nos presenta de nueva cuenta con desafíos enfocados en la reflexión sobre sus complejas implicaciones tanto para el mundo judío como para Argentina, el Hemisferio y la comunidad internacional toda. Pero también nos exige una toma de conciencia sobre la necesidad de articular acciones para dilucidar sus ejes y actuar en consecuencia.
El ataque terrorista contra la sede de AMIA en 1994, considerado el peor ataque antisemita desde la Segunda Guerra Mundial, tiene un significado especial para el Comité Judío Americano. Nuestra organización cuenta con una larga y descollante trayectoria de más de 5 décadas de colaboración con la Argentina y su comunidad judía. Desde los primeros momentos, AJC ha acompañado y apoyado a AMIA, a Memoria Activa y a los Amigos y Familiares de las Victimas, al judaísmo y a la nación argentina en su conjunto. Se ha pronunciado, en forma contundente y consistente, por la búsqueda de verdad y justicia. Así mismo ha dejado en claro que esta tarea no corresponde únicamente al pueblo argentino sino que todas las naciones del Hemisferio Occidental y del mundo en su totalidad tienen la obligación, tanto por solidaridad como por interés propio, de jugar un rol mucho más activo para esclarecer los hechos, castigar a los culpables y sentar las bases para su futura prevención.
Con suma preocupación e indignación atestiguamos y denunciamos en las últimas semanas la visita del Ministro de Defensa iraní Ahmed Vahidi a La Paz. Vino y se fue y después de disculpas de un lado y del otro permanece impune al igual que el resto de aquellos sobre los que penden las alertas rojas de Interpol. El que Bolivia sea parte de dicha red o la trascendencia de fluidas y críticas relaciones entre Bolivia y Argentina o el que hayan muerto en el ataque ciudadanos bolivianos, no fueron suficientes argumentos de peso para contrarrestar la inmunidad diplomática de Vahidi.
Para evitar situaciones de esta naturaleza, es imperativo y urgente considerar con toda seriedad y responsabilidad la elaboración y adopción de legislaciones anti-terroristas domésticas y regionales para prevenir y castigar aquellos individuos y grupos comprometidos con las actividades de financiamiento y lavado de fondos, reclutamiento de seguidores y finalmente la conducción de actos violentos y criminales.
El AJC ha llevado a cabo una labor multidimensional en la lucha contra el terrorismo, en sus mas de cien años de vida como una de las organizaciones judías internacionales mas respetadas por su labor en el área de las relaciones inter-grupales, los derechos humanos y la diplomacia internacional y como afiliada a las Naciones Unidas y la Organización de Estados Americanos.
Por un lado, convencido de las bondades en la construcción de una cultura de la diversidad y de la inclusión, tiende puentes de entendimiento entre distintos grupos, comunidades y naciones. Por el otro, echa mano de los mecanismos a su alcance como interlocutora valida e influyente a nivel mundial, para sensibilizar a gobiernos, entidades políticas y a la sociedad civil en su conjunto sobre la importancia de alcanzar consensos y lograr coordinar en forma efectiva esfuerzos en la lucha frontal contra el terror
Pareciera ser que después del shock inicial en 1994 y de la condena generalizada tanto a nivel regional como internacional en contra del ataque contra AMIA, la opinión pública latinoamericana se hubiera aletargado. Algunas medidas inmediatas después del atentado, fueron la creación del Comité Interamericano contra el Terrorismo de la OEA y la elaboración de un texto para una Convención Inter-Americana sobre el tema. La triple Frontera entre Argentina Paraguay y Brasil fue identificada como un centro de actividades ilegales y el lugar en el que los terroristas planearon no solo el atentado contra AMIA sino también dos años antes contra la Embajada de Israel en Buenos Aires.
Todos debemos de congratularnos de que en esta prolongada lucha, de luces y sombras, han habido avances importantes que deben de servir como impulso para ampliar el rango de opciones. Efectivamente, la mayoría de los países en nuestro Hemisferio son signatarios de la Convención Inter-Americana contra el Terrorismo y participan en las actividades de intercambio de información y de expertise por parte de CICTE. Por el momento, casi todas las actividades relacionadas con grupos terroristas han estado enfocadas en el área de lavado de dinero y dichosamente muchos de los países de la región se han plegado a acuerdos internacionales para prevenir y evitar que fondos mal habidos acaben en las arcas terroristas. Por el otro lado, los retos se han multiplicado en los últimos años con nuevos actores en el panorama cuyas metas no corresponden a los valores inter-americanos de la paz y de la convivencia harmónica. Indudablemente se requieren instrumentos adicionales que complementen lo que ya se ha logrado a nivel continental y mundial.
En esta asignatura pendiente, la Republica Argentina debe asumir un rol de liderazgo derivado de la amarga experiencia por la que atravesó por segunda vez hace diecisiete años cuando una organización terrorista como Hezbollah, avalada y financiada por Irán, sembrara el dolor y transformara para siempre el paisaje de nuestra memoria.
Dina Siegel Vann
Directora del Instituto Latino y Latinoamericano
Comité Judío Americano (AJC)
Material especial del 17º aniversario del atentado a la AMIA. Para quienes deseen enviar su adhesión pueden hacerlo a [email protected]
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