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Comencemos por las buenas noticias. Según ciertos indicios, cabe estimar que Gilad está sano. Es el mensaje transmitido, hace poco, a Israel por los mediadores egipcios designados al tema del soldado secuestrado. De acuerdo a las consultas realizadas, diversas fuentes de seguridad, resulta difícil determinar, en esta etapa, si se trata de "una señal de vida" verdadera, al estilo en que fuera transmitida por el Presidente Francés, Nicolas Sarkozy, a principios de año.
Las conversaciones -entre los egipcios y los agentes vinculados a los secuestradores- indican que su situación física es considerable. Fue, hace tres años, herido de levedad, tratado y, desde entonces, se recuperó. En un informe, aparecido en los medios egipcios, posterior al comienzo de la operación "Plomo Fundido", en diciembre pasado, se sostiene que Shalit resultó herido por explosiones provocadas por la aviación en la Franja de Gaza, aunque ese anuncio fue, con posterioridad desmentido.
La preocupación, entre los implicados en las negociaciones, se concentra menos en la salud física de Shalit y más en su situación psicológica. Es difícil medir los daños emocionales que puede padecer un joven de su edad, con escasa experiencia de vida, aislado en duras condiciones y ante la incertidumbre durante un período tan prolongado.
Los secuestradores
El secuestro de Shalit fue el efecto de la combinación de tres organizaciones: Hamas y dos socios más pequeños: "Resistencia Popular" y "Fuerzas del Islam" de la familia Dormush, una de los grupos más influyentes en la Franja. Sin embargo, con rapidez, Hamas tomó las riendas a su cargo.El Movimiento no es el único dueño de casa a efectos de las negociaciones -la falta de acuerdo entre los diferentes sectores es otro tema – sino que Hamas es el que mantiene, físicamente, al soldado en situación de rehén, luego del pago de una suma de dinero a la familia Dormush.
Según todos los medios palestinos, quien, en principio de su secuestro, mantuvo a Shalit fue Muhammad Sanwar, jefe del brazo armado de Hamas en Khan-Yunis. Su hermano, Jahi, es uno de los importantes prisioneros de Hamas detenidos en Israel. Pero, el control real del soldado, quedó a manos del jefe del brazo armado en la Franja, Ahmed Jabri. Los primeros que lo comprendieron fueron los mediadores egipcios. En marzo, al momento de las significativas negociaciones sobre un posible trato, trasladaron a Jabri desde la Franja a Cairo. El mayor terrorista se mantuvo sentado, en la Oficina de Información egipcia, mientras los mediadores enviaban sus mensajes a los agentes del servicio de seguridad israelí, en un hotel ubicado en las cercanías. Los otros tres representantes de Hamas, presentes en el mismo encuentro eran: Nizar Abdallah, Marwan Aisah y Mahmoud Zahar. Sólo el último es un destacado representante del brazo político.
Más de 2.500 palestinos murieron en la Franja desde el secuestro de Shalit. La operación, constituyó uno de los principales motivos de las acciones del Ejército israelí en Gaza, en los años que, desde entonces, transcurrieron y, por ello, parte importante de los muertos se asocian a la reacción israelí. Miles de viviendas fueron destruidas y más de 10.000 habitantes, resultaron heridos. El cierre de los cruces quedó sellado. Parece que, en la Franja, no hay casa que no haya sentido el precio del secuestro. Sin embargo, Hamas mantiene lo suyo. La economía de la Franja colapsó. La desocupación y la pobreza alcanzaron nuevos niveles negativos y, en Gaza, se renuevan las fracciones extremistas influidas por las organizaciones de la Jihad Mundial. Y más aún: Hamas exige liberar a 450 prisioneros incluidos en su lista, entre ellos, las cabezas de la mayoría de los atentados suicidas desde 1993.
Parece que el movimiento teme que, si cede, será destinatario de una crítica feroz, justamente por lo que ya los palestinos pagaron por el secuestro. Hamas, quien después del operativo garantizó la liberación de cientos de prisioneros y en vísperas de la Operación "Plomo Fundido" se comprometió a conducir hacia el levantamiento del sitio sobre Gaza, no concretó su promesa.
Ceder en el tema de Shalit, puede ser visto como una renuncia a favor de Israel.
Los mediadores
Egipto no ahorró, hacia Israel, críticas en los últimos meses por el modo en que se conduce en las negociaciones. Desde el punto de vista de la organización, Israel pagará un alto precio aunque lleve otros tres años.
Los intermediarios tuvieron no pocos errores. Sin embargo, ningún otro gozaría del nivel de acceso, poder y conocimiento como el que tiene Egipto en la Franja.
Un representante de la Inteligencia egipcia visitó, hace poco, Tel Aviv, con el objetivo de reanudar el trato. Los egipcios retornan y dicen ser optimistas. A los oídos israelíes eso se escucha como la repetición de un viejo estribillo y no termina de convencer.
¿Y qué sucede ahora?
El punto de partida del nuevo coordinador, Hagi Hadas, parece ser el sitio final iniciado por su antecesor. No es claro si Netanyahu podrá negarse a lo que Olmert ya acordó pagar: 325 nombres de entre 450 prisioneros de Hamas. Esa es la suposición sobre la que trabaja Hamas y Egipto, tal como lo expresara un funcionario egipcio.
La principal diferencia -entre el período de Olmert y Netanyahu- según Cidipal, se relaciona al estilo de los contactos. Netanyahu y Hadas, en connivencia con Barak, resolvieron reducir al mínimo las tratativas públicas de la cuestión. Incluso la protesta pública, en la que el enojo de Olmert produjo un fuerte encendido, se tranquilizaron.
En el presente se intenta lograr, en silencio, aquello que no se logró con ruido. En la práctica, hay un dato significativo que, aún, no se modificó: en el momento en que Israel incrementó, de manera significativa la magnitud de sus concesiones hacia Hamas, en el marco de las negociaciones, los secuestradores no se movieron, ni un milímetro, de sus exigencias mantenidas durante los tres años transcurridos.
cidipal