Definitivamente, su aspecto no corresponde al de un rabino convencional y el protagonismo que ha cobrado en la escena pública, todavía menos. El presidente de la Fundación Judaica y rabino de la Sinagoga Libertad, es el único líder religioso judío que se atreve a criticar en público al gobierno de la presidenta Cristina Fernández y que, además, censura ciertas tendencias dentro de las comunidades judías de la diáspora.
El religioso de 45 años me recibió cuando se cumplía el 17 aniversario del atentado cometido por agentes iraníes, contra la embajada de Israel en Buenos Aires. Unas semanas antes de la conmemoración, la nueva sede diplomática de Israel, fue apedreada durante una protesta contra la intervención militar de ese país en la franja de Gaza. Aunque no compara el efecto de la bomba que mató a 29 personas con los cristales rotos que dejó la protesta, Bergman identifica en ambos casos las huellas de una conexión iraní. "Las últimas agresiones a la embajada fueron obra de un puñado de mercenarios de la seudoizquierda, contratados por elementos afines a la Casa Rosada (sede de gobierno)". Sin ninguna vacilación, el rabino menciona a Luis D’Elía, el temible "jefe de operaciones" de la presidenta Cristina Fernández y de su cónyuge el ex presidente Néstor Kirchner. "D’elia visita asiduamente la embajada de Irán y no creo que salga de allí con los bolsillos vacíos, porque de alguna parte se obtiene el dinero para contratar a las pandillas que mantienen a la sociedad argentina en permanente estado de agitación. Aquí se pone de manifiesto un proyecto desestabilizador".
¿Por qué el matrimonio presidencial elige aliados como D’elía que los desprestigian? Sergio opina que en una sociedad donde los políticos son los primeros en atropellar la ley y los causantes del deterioro de las instituciones, tener amigos pendencieros no suma ni resta a su prestigio. En su última intervención pública, en un acto contra la inseguridad, Bergman expresó que combatir o no combatir a la delincuencia es una decisión política. "No hacer nada por detener la ola de salvajes asesinatos es otra prueba de que a los Kirchner les importa un comino el bienestar de los argentinos. Su único objetivo es la construcción de un poder hegemónico".
Un joven entra en la sala y avisa a Bergman que el servicio religioso vespertino está por comenzar. Su aparición me recuerda que también queríamos hablar acerca del futuro de las comunidades judías en el mundo. Hago referencia a un estudio de Sergio Della Pergola, experto israelí en demografía, sobre los peligros que acechan a esas comunidades a raíz de la asimilación. Es decir, a la creciente tendencia de los judíos a contraer matrimonio con gentiles (no judíos). "El marco más adecuado para preservar nuestras tradiciones es el de una familia de madre y padre judíos, eso es obvio. Aunque represento a una corriente liberal del Judaísmo, yo no podría oficiar como rabino en una boda mixta. Pero como además de rabino soy un ser humano que cree en el amor, no cerraría las puertas a semejante pareja. No creo en las barreras raciales porque, entiéndase bien, el Judaísmo no es una raza y tampoco una secta; es una civilización y una cultura milenaria dentro de la cual yo y otros representamos una expresión importante que es la religiosa. Respeto a Della Pérgola pero no comparto su pesimismo: habiendo sobrevivido al Holocausto y a las oportunidades –forzadas o voluntarias- de asimilarnos al medio, no creo que estemos en vías de extinción". Le menciono el libro ‘El Holocausto se Acabó’ en el cual Abraham Burg, ex presidente del Parlamento israelí, critica la obsesión de una parte de sus compatriotas –y de los judíos en el resto del mundo- con aquel genocidio.
Para Burg, un religioso moderno igual que Bergman, elevar esa tragedia al rango de la experiencia más trascendente de las historia judía y hurgar cada día en esa herida, genera una parálisis en el desarrollo intelectual y emocional de su pueblo. Sergio Bergman coincide con el autor, en reprobar la actitud de aquellos judíos que utilizan la memoria del Holocausto para construir un muro de separación con el resto de la humanidad. "No podemos quejarnos de que nos segregan cuando nosotros mismos nos autosegregamos. Esta discusión la vengo manteniendo desde hace años con algunos de mis correligionarios. Estoy en contra de la creación de guetos mentales". Con esto, mi interlocutor no justifica a quienes niegan el plan de extermino que urdieron los nazis, y la maquinaria –cámaras de gas, campos de exterminio- que utilizaron para llevarlo a la práctica. "Preservar la memoria del Holocausto es una tarea que compete a toda la humanidad del mismo modo que la hecatombe de los millones de africanos esclavizados entre los siglos XVI y XVIII no concierne a todos".
El mismo joven que entró antes vuelve para avisar al rabino que los fieles le esperan en la sinagoga. Nos despedimos con un apretón de manos y con la firme promesa de continuar la conversación en otra oportunidad. Ojalá que sea pronto.
Foto: Alejandro Cherep
Fuente El mundo.es