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Ethan Bronner
The New York Times

Ante el riesgo de fortalecer a Hamas
Ethan Bronner
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Esa era la situación una semana después de que Israel se propusiera terminar con los ataques de Hamas y comenzara una devastadora ofensiva aérea sobre la Franja de Gaza. Tanto la envergadura del ataque como los preparativos en la frontera, que derivaron en la ofensiva terrestre, plantean un interrogante tácito pero sustancial: ¿se pueden detener realmente los misiles de Hamas durante el tiempo que sea mientras siga en el poder? Y si la respuesta es negativa, ¿entonces el verdadero objetivo de la operación es terminar con Hamas, sin importar el precio?

Después de su visita a París para explicarles a las autoridades francesas por qué no creía que fuese el momento de un alto el fuego, la canciller israelí, Tzipi Livni, señaló: "No hay duda de que mientras Hamas tenga control sobre Gaza, eso es un problema para Israel y para toda la región".

"No debemos permitir que Hamas gobierne", dijo, por su parte, el viceprimer ministro Haim Ramon.

De todos modos, a los líderes israelíes les preocupa cada vez más que una tregua que podría ser beneficiosa para los habitantes del sur de Israel en el corto plazo sería conflictiva para los intereses del país a largo plazo, ya que confirmaría y validaría la posición de Hamas, un grupo que afirma que Israel debe ser destruido.

"Si la guerra termina con un empate, como se espera, e Israel se contiene y no vuelve a ocupar la Franja, Hamas ganará reconocimiento diplomático", escribió en el diario Haaretz el analista Aluf Benn. "Sin importar lo que digan, Hamas ganará legitimidad."

Además, cualquier tregua incluiría probablemente un aumento del intercambio comercial de Gaza con Egipto e Israel, una de las exigencias centrales del grupo islámico: el levantamiento del boicot económico y el cierre fronterizo. Los líderes de Israel dicen que fortalecer la economía de la Franja sería fortalecer a Hamas.

En la argumentación de Benn, sin embargo, está implícito que el único modo de impedir que Hamas gane legitimidad es que Israel vuelva a ocupar la Franja, tres años después de que retirara a sus soldados y colonos de la región. Es una posibilidad que prácticamente no tiene defensores, ni dentro ni fuera de Israel.

Además, por más que hablar de derrocar a Hamas suene terminante, cualquiera que esté familiarizado con la política de Gaza sabe que no es un objetivo realista. Los legisladores de Hamas ganaron democráticamente por mayoría en las elecciones de hace cuatro años, y el grupo cuenta con unos 25.000 hombres armados. En los últimos 18 meses, el gobierno ha consolidado su liderazgo, desplazando a sus opositores pro occidentales y al partido Al-Fatah, del presidente Mahmoud Abbas, a Ramallah.

Y aunque muchos habitantes de Gaza preferirían a Al-Fatah, no parecen tener la organización necesaria para convertirse en gobernantes. De hecho, cuanto Israel más castigue a Gaza, más débil será Al-Fatah, pues serán vistos como cómplices.

El resultado de la destrucción de la infraestructura de Hamas sería probablemente el caos, un anatema no sólo para los habitantes de Gaza, sino también para todos aquellos que anhelan la paz en sur de Israel.

En lo que va de la actual ofensiva, sin embargo, Israel no se privó de atacar los emblemas de la soberanía de Hamas ni se limitó a objetivos militares. Israel afirma que las mezquitas que destruyó eran depósitos de armas.

En resumen, los ataques sugieren que aunque Israel se abstenga de derrocar por completo a Hamas, la elección de sus blancos tácticos puede apuntar en ese sentido. Y es probable que los israelíes ya tengan miedo de los resultados de la misión. Después de todo, si logran destruir una parte sustancial de la infraestructura de Hamas, la perspectiva de gobernar la Franja es sumamente pesada.

También está el trasfondo internacional de crítica hacia la guerra en Gaza, por el sufrimiento que se vio por televisión y por la sensación de que Israel ya probó esta táctica en el pasado, sin ningún resultado.

Muchos apuntan a la guerra contra el grupo terrorista libanés Hezbollah, en 2006, cuando en su intento de destruir objetivos de una organización enemiga Israel terminó matando muchos civiles, e hizo de Hezbollah un grupo más popular y poderoso.

Pero los estrategos militares dicen que la comparación no es adecuada, y que ellos también aprendieron la lección. Gaza es más pequeña y llana que el sur del Líbano, y no tiene una frontera permeable con un país como Siria. Afirman que será suficiente con destruir los túneles entre Egipto y Gaza y eliminar depósitos de armas y sitios de lanzamiento de cohetes.

Aseguran que puede llevar semanas o meses, pero que puede funcionar. Si es así, todavía quedan algunos interrogantes: ¿cuál será el costo humano? ¿Y quién se quedará al mando cuando todo termine?

Traducción de Jaime Arrambide

La Nacion

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