La idea generó rechazos desde varias agrupaciones representativas de la colectividad, y de sus miembros, que creen que el plan de la Asociación Mutual Israelita Argentina (AMIA), la mayor del país, es discriminatorio.
«Este dictamen es discriminatorio», dijo a Reuters el rabino Darío Feiguin.
«Si esto sigue adelante yo no voy más a enterrar a (el cementerio de La) Tablada (en la provincia de Buenos Aires), y tendremos que hacer un cementerio separado. Es un despliegue de un judaísmo que a mí personalmente me da vergüenza», agregó.
Las conversiones en Argentina se vienen realizando desde la década de 1960 por los movimientos Conservador y Reformistas, pero la AMIA se rige por las normas de la ortodoxia.
Esos judíos por elección están comenzando a fallecer, pero su conversión no es reconocida por el Superior Rabinato de Israel, por lo que la AMIA no autoriza su sepultura en los cuatro cementerios que administra, entre ellos el de La Tablada, el más grande de la colectividad en el país.
El proyecto es el fruto de un acuerdo entre el rabinato de Israel y la AMIA y tenía como meta contemplar los intereses de todos los sectores de la comunidad, aunque terminó generando malestar.
No había nadie inmediatamente disponible en AMIA para responder a las consultas de Reuters.
PROYECTO
El plan prevé la creación de un sector donde serán sepultados «únicamente las personas convertidas (…) y su núcleo familiar primario, es decir, el hombre, la mujer, con sus respectivos cónyuges y los hijos solamente».
«La AMIA se compromete a la instalación del predio a destinar a estas sepulturas de un espacio para el lavado ritual (…) y de un Beit Hakneset (templo)», agrega el proyecto preliminar, al que tuvo acceso Reuters.
Para el rabino Sergio Bergman, fundador de la Fundación Judaica, la AMIA fue más allá de lo que puede hacer.
«La AMIA se extralimita en sus funciones de mutual ejerciendo una autoridad religiosa que no le compete y vulnerando principios constitucionales que vamos a defender dentro y fuera de la comunidad», dijo a Reuters Bergman.
También criticó la creación de un «subcementerio», que calificó como «un apartheid judío».
«La solución es muy fácil, pluralismo y democracia. Si para nosotros la gente está convertida, son judíos y merecen un entierro judío, los tienen que enterrar», afirmó.
El debate llegó a los templos, donde los rabinos plantean el tema ante los miembros de la comunidad.
«Es vergonzoso, puede generar un problema interno comunitario serio», dijo a Reuters una mujer de la comunidad que prefirió no ser identificada.
La comunidad judía local es una de las mayores de América Latina, detrás de Brasil y México, con unos 200.000 miembros.
La mayoría de los cementerios judíos del país, que no se encuentran bajo la tutela de AMIA, sepultan a conversos.