El octogenario político Simón Peres, elegido hoy jefe del Estado de Israel, ha prometido que será el presidente de todos los israelíes sin distinción de origen, credo o filiación política, y que su principal objetivo será «unir a la sociedad».
«A partir de este momento seré el representante de todos, sin ninguna diferencia», afirmó Peres en una ceremonia en el Parlamento, tras la votación hoy en el Pleno en la que fue elegido noveno presidente de Israel.
Tras declararse un eterno «optimista», agregó que «lo que Israel ha hecho en sesenta años no lo ha hecho ningún otro país, ni ningún otro pueblo» y afirmó que nunca ha perdido la esperanza de resolver todos los retos que su país tiene por delante, aunque no mencionó explícitamente ninguno de ellos.
«Espero poder defender esa esperanza, porque yo nunca la he perdido (…). Creo que todos juntos podremos llevar a Israel a superar los retos (…) y por ‘todos’ me refiero a judíos y árabes, a la izquierda y a la derecha, a drusos, a circasianos y todas las demás minorías», abundó.
Peres, que compareció en la ceremonia tocado con un tradicional solideo judío de color blanco, obtuvo 86 votos a favor, mientras que 23 diputados votaron en contra, 8 se abstuvieron, y otros dos votos fueron declarados nulos.
El político, de 83 años, necesitó dos vueltas para alzarse con la victoria, porque en la primera sólo obtuvo 58 de los 61 votos requeridos para ser declarado presidente.
Para la segunda, sus dos rivales -Reuvén Rivlin (Likud) y Colette Avital (Laborismo)- retiraron sus candidaturas.
Con esta victoria, Peres rompe el maleficio de no haber ganado nunca unas elecciones -perdió cuatro de los cinco procesos en los que participó como líder laborista entre 1977 y 1996, y en el otro empató-, y pone el broche de oro a una de las carreras políticas más brillantes en la historia del país.
Ha sido tres veces primer ministro (dos por sustitución y una, en 1984, por alternancia en un gobierno de unidad nacional con el Likud), titular de Exteriores, Finanzas y otras muchas carteras.
En un mensaje para tranquilizar a los que creen que se entrometerá en cuestiones políticas, aseguró que «no veo la presidencia como una continuación de otras funciones que he cumplido (en el pasado)» y añadió que dedicará sus esfuerzos a «unir a la sociedad».
Entre las grandes contribuciones de Peres están la de haber conseguido reducir una hiper-inflación en los años ochenta de más del 400 por cien y la de haber negociado los Acuerdos de Oslo en 1993 con la Organización para la Liberación de Palestina (OLP), con los que obtuvo el Premio Nobel de la Paz junto a Isaac Rabin y Yaser Arafat un año después.
También se le considera el artífice del poderío militar israelí convencional y atómico, que construyó gracias a sus excepcionales relaciones personales con Francia en los años cincuenta y sesenta.
La presidenta del Parlamento, Dalia Itzik, recordó que esta victoria pone fin a cuarenta y ocho años de presencia ininterrumpida en el Parlamento, donde Peres ha representado a partidos como Mapai y Rafi, al Laborismo y, desde 2005, a Kadima.
«Dalia me ha echado hoy del Parlamento», dijo después con humor el presidente electo, que sustituirá en el cargo a Moshé Katzav, quien en 2000 le arrebató la presidencia en una votación que confirmaba su estigma de «perdedor».
Katsav pidió ser eximido de sus funciones en enero de este año a raíz de un grave expediente de delitos sexuales presentado contra él, aunque su mandato concluía en las próximas semanas.
En ese contexto, el primer ministro israelí, Ehud Olmert, líder de Kadima, aseguró hoy «que el pueblo de Israel deseaba esta elección».
«Quería expresar con ella su más profundo agradecimiento a una trayectoria de las más exclusivas, la de un hombre que ha estado siempre al frente de la construcción (nacional), de la lucha y de la actividad que definieron el rumbo del Estado de Israel».
Y es que Peres, nacido en 1923 en Polonia, comenzó su carrera política en los años cuarenta a la sombra del fundador de Israel, David Ben Gurión, a quien hoy recordó como a su «maestro» y del que dijo, metafóricamente, haber crecido «en sus rodillas».
También mencionó a otros dos primeros ministros, a los que dijo sentirse especialmente unido, Isaac Rabin y Ariel Sharón, rivales políticos con los que trabajó estrechamente en los momentos cruciales de la historia de su país.