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Olmert: «el pueblo de Israel quiere ser honrado y ver a Simón Peres como su presidente»

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Simón Peres, vuelve a los 83 años al ruedo electoral como candidato a jefe del Estado de Israel, un puesto que puede ser el broche de oro a una carrera política sin precedentes en este país.

Peres, que ha pasado tres veces por la jefatura del Gobierno, se presenta a la elección presidencial como candidato de Kadima, el partido al que se pasó en noviembre de 2005 siguiendo los pasos de Ariel Sharón, y tras dejar la agrupación política en la que siempre había militado, el Laborismo.

«Creo que se puede afirmar que el pueblo de Israel quiere ser honrado y ver a Simón Peres como su presidente», dijo de él hoy el primer ministro Ehud Olmert, al refrendar la candidatura el grupo parlamentario de Kadima.

Se trata de la segunda vez que el veterano político, Premio Nobel de la Paz en 1994 por su contribución al proceso de Oslo (junto a Isaac Rabin y Yaser Arafat), aspira a la presidencia de Israel.

En 2000, lo hizo frente a Moshe Katsav, un político mucho más gris que le arrebató la victoria en una elección que confirmó a muchos su carácter de «eterno perdedor».

Katsav está exento de sus funciones desde enero por sospechas de delitos sexuales, en una crisis que ha debilitado a la institución presidencial.

La jefa del Parlamento y también del Kadima, Dalia Itzik, aludía hoy a esta crisis manifestando a Peres que «más de lo que tú necesitas esta institución, la institución te necesita a ti».

Pero la pregunta que muchos se hacen hoy es si en esta nueva elección, que por su avanzada edad debería ser la última de su vida, Peres podrá superar a sus otros dos contrincantes -una del Laborismo y otro del Likud- y deshacerse del injusto estigma de «loser» (perdedor) que tiene en la opinión pública israelí.

Este estigma se origina en el hecho de que, a pesar de su reconocimiento internacional y trayectoria política, nunca ha conseguido ganar de forma clara unas elecciones.

En 1996, pocos meses después del asesinato de Rabin, Peres perdía ante el entonces candidato del Likud, Benjamín Netanyahu, de la misma forma que le había ocurrido en procesos anteriores.

Y es que de todas las veces que se presentó su candidatura a primer ministro entre 1977 y 1988, Peres sólo consiguió un virtual empate con el Likud en las de 1984, y por ello pudo alternarse en el cargo de primer ministro con Isaac Shamir.

La derrota del 1996, sin embargo, tuvo un impacto considerable porque sus consecuencias excedieron el contexto político interno: truncaron el proceso de paz de Oslo iniciado en 1993.

Además de su contribución a la paz, los otros grandes logros que se le atribuyen son el de haber rescatado a Israel de una hiperinflación de más del 400 por ciento en los años ochenta -producto de la guerra del Líbano entre 1982 y 1985-, y la de haber sido el cerebro de la supremacía militar israelí en la región.

Esta última contribución a Israel se tradujo en los años sesenta, siendo Peres director general del Ministerio de Defensa, en una alianza con Francia de la que surgió no sólo una poderosa fuerza aérea israelí sino también el reactor nuclear de Dimona.

Su carrera política la había comenzado en los años cuarenta en el Movimiento Sionista y en la Agencia Judía, el órgano independentista que dio vida al Estado de Israel una vez aprobada la Resolución de Partición de 1947.

Peres entró en el parlamento en 1959 -es el decano de los diputados- y además de primer ministro y titular de Defensa y de Exteriores, ha sido, en su época más temprana, ministro de Transporte y Comunicaciones (1970-1973), y de Hacienda (1988-1990).

Nacido en 1923 en la localidad de Vishnieva, entonces Polonia y en la actualidad Bielorrusia, Peres emigró a los 11 con su familia a la Palestina Británica y en su infancia vivió algunos años en el «kibutz» Alumot, próximo al lago Tiberíades, donde hizo el bachillerato y después fue dirigente de las juventudes obreras socialistas.

Pese a sus múltiples responsabilidades y dado que duerme poco, a Peres le queda tiempo para ser un ávido lector -«se puede viajar también con la mente», dijo una vez-, y aun para escribir poemas y libros.

Peres está casado con Sonia, con quien tiene tres hijos que le han dado varios nietos y bisnietos -el último nacido hoy-.

Su mujer suele mantenerse en el más absoluto anonimato y no comparte con él ningún compromiso público, una postura que no se cree que cambiará si es elegido presidente.

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